Capítulo 6

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Chihiro había vuelto a la mansión de los cazadores, pero ya no era la misma chica que había salido de allí en busca de superación. Convertirse en Hashira no solo había transformado su fuerza y habilidades, sino también su apariencia y su presencia. Ahora, mientras descendía de las montañas para regresar, había un cambio evidente en ella que no pasó desapercibido para quienes la rodeaban.

Había pasado por una notable transformación física durante su viaje de entrenamiento. Al principio, Chihiro se veía a sí misma como una chica corriente, sin nada especial que la destacara, pero los rigores de su entrenamiento, combinados con la maduración natural, habían moldeado su cuerpo y su rostro de maneras que nunca había imaginado. Su piel, ahora acariciada por el viento y el sol durante largos meses en la naturaleza, tenía un brillo saludable y un tono uniforme. Su cabello, que antes era simple y sin mucho cuidado, había crecido largo y sedoso, con un brillo que reflejaba el sol cada vez que caminaba bajo la luz del día. Ahora lo peinaba con esmero, atando dos pequeños moños adornados con perlas blancas, que compró en uno de sus viajes. Las perlas le recordaban a los cisnes, y ese pequeño detalle estético la conectaba con su estilo de lucha, aportando un toque de elegancia a su apariencia.

Su uniforme también había cambiado, ya que el que solía portar le había quedado pequeño debido a su crecimiento físico. Ahora llevaba un nuevo uniforme que le quedaba perfectamente, resaltando su figura atlética y tonificada, producto de su arduo entrenamiento. Había optado por un diseño más sobrio, un uniforme en tonos oscuros que reflejaba su madurez y la seriedad de su nuevo rol como Hashira. Sin embargo, su haori era una verdadera obra de arte. Había dejado atrás el haori de su difunta madre, no por falta de amor, sino porque sentía que era hora de forjar su propio camino. El nuevo haori era oscuro, diseñado con la intención de ocultar las manchas de sangre que inevitablemente adquiría en la batalla, pero también llevaba intrincados bordados de cisnes, símbolos de su Respiración del Cisne y de la elegancia con la que se movía en combate.

Chihiro se había convertido en una mujer de extraordinaria belleza, una belleza que no era solo física, sino que irradiaba desde su confianza, su fuerza interior, y la serenidad que había ganado a través de sus experiencias. Esta transformación no pasó desapercibida. Mientras viajaba de pueblo en pueblo, su presencia captaba la atención de todos, a pesar de su naturaleza discreta. Chihiro no era alguien que buscara la atención, pero su aura ahora era imposible de ignorar.

En cada pueblo que visitaba, las personas se detenían a mirarla mientras caminaba. No conocían su identidad por fortuna, así que simplemente se veían atraídos por su porte y la gracia con la que se movía. Los niños la miraban con admiración, las mujeres observaban su belleza con una mezcla de respeto y envidia, y los hombres, aunque impresionados, sentían un respeto profundo que los mantenía a una distancia respetuosa. Chihiro, por su parte, caminaba entre ellos con una tranquila confianza, sabiendo que, aunque era el centro de atención, su verdadera misión seguía siendo proteger a aquellos que la miraban con tanta admiración.

Una tarde, mientras descansaba en un pequeño pueblo después de una misión, Chihiro decidió pasear por los mercados locales. A medida que caminaba, notó las miradas que recibía de los aldeanos. Era una sensación extraña para ella, pues durante gran parte de su vida había evitado ser el centro de atención. Ahora, sin embargo, se daba cuenta de que no podía evitarlo. Su nueva apariencia, combinada con la fuerza que irradiaba, la había convertido en una figura casi mítica para aquellos que la veían.

Mientras examinaba algunas telas en un puesto, la vendedora, una mujer mayor con una sonrisa amable, no pudo evitar comentar: —Mi niña, debes ser la persona más hermosa que he visto en toda mi vida. —dijo la mujer, con una mirada que reflejaba tanto asombro como afecto.

Chihiro, que aún no se acostumbraba del todo a tales cumplidos, sonrió con humildad. 

—Le agradezco sus palabras. —respondió, inclinando levemente la cabeza en señal de respeto.

𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗪𝗔𝗡 ||Kimetsu No Yaiba||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora