Chihiro sintió una mezcla de alivio y sorpresa al ver a Mitsuri llegar justo a tiempo para salvar a Tanjiro de un ataque devastador del Creciente Cuatro. Mitsuri se movía con una gracia y una fuerza que deslumbraban a Chihiro, y durante un breve instante, pareció que todo podría estar bien. Tanjiro, aún preocupado, llamó a Chihiro con una voz cargada de angustia, como si no pudiera creer lo que acababa de presenciar. Chihiro, aunque agotada, reunió fuerzas y dio unos pasos hacia él, colocando una mano sobre su hombro.
—Ella es fuerte, no te preocupes —le dijo, intentando transmitirle calma con una pequeña sonrisa mientras luchaba por enfocar su vista, aún borrosa por el cansancio—. Descansa un poco.
Chihiro le pellizcó suavemente la mejilla, en un gesto fraternal.
—Eres un buen chico, siéntate un rato y repón energías. Nosotras nos encargamos.
—Pero... Hamada-sama... —Tanjiro intentó protestar, claramente preocupado.
—Solo observémosla un momento, ¿de acuerdo? —Chihiro lo interrumpió, confiada en las habilidades de Mitsuri.
Aunque Tanjiro no estaba del todo seguro, asintió lentamente.
Los movimientos de Mitsuri eran un espectáculo en sí mismos. Cada golpe, cada corte, estaba lleno de precisión y fuerza, pero también de una belleza que dejaba a Chihiro maravillada. A pesar del agotamiento que sentía, no podía apartar la vista de la Pilar del Amor, cuyas técnicas llenaban el aire de destellos rosas que reflejaban su espíritu vibrante.
Pero el momento de admiración fue interrumpido por la voz alarmada de Tanjiro.
—¡Ese no es el cuerpo real! ¡Si lo decapita, no morirá!
Chihiro reaccionó de inmediato, sus pensamientos girando rápidamente mientras intentaba localizar el cuerpo real del Creciente Cuatro. Antes de que pudiera preguntar algo más, Tanjiro se quedó pensativo, tratando de encontrar la respuesta. Chihiro no podía esperar más. Su instinto la empujó a lanzarse hacia Mitsuri para advertirle, pero llegó demasiado tarde.
Las ondas poderosas del Creciente Cuatro golpearon a Mitsuri directamente, y la Pilar del Amor cayó al suelo, inconsciente. Chihiro, con un grito ahogado, vio cómo la bestia se preparaba para darle un golpe mortal a su amiga. Sin tiempo que perder, se lanzó hacia adelante, cortando al demonio por la mitad justo a tiempo para detener el ataque. Aunque sabía que el demonio se regeneraría en cuestión de segundos, esos instantes fueron suficientes para que Tanjiro, Genya y Nezuko corrieran hacia Mitsuri, la levantaran y la alejaran del peligro inmediato.
Pero antes de que pudieran llevarla lejos, Mitsuri se liberó de sus manos y comenzó a llorar. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras agradecía entre sollozos lo que habían hecho por ella. Su determinación renació en ese momento, prometiendo con fervor que no permitiría que nadie muriera, que daría todo de sí misma en la batalla.
Esas palabras tocaron profundamente el corazón de Chihiro. Quiso llorar junto a su amiga, compartir ese dolor y esa fuerza renovada, pero el tiempo no le dio tregua.
Chihiro y Mitsuri se encontraron en una feroz batalla contra el Creciente Cuatro. Aunque sabían que el demonio frente a ellas no era el verdadero cuerpo y que, por lo tanto, no podían matarlo, tenían que resistir y ganar tiempo mientras Tanjiro, Nezuko y Genya enfrentaban al cuerpo real.
El Creciente Cuatro, cuya apariencia era aterradora con sus ojos encendidos y su presencia imponente, manejaba dragones que parecían hechos de una madera oscura y resistente. Los dragones atacaban con una fuerza imparable, envolviendo a Mitsuri y a Chihiro en una batalla que exigía cada gramo de su habilidad y resistencia.
A pesar de sus esfuerzos, la batalla no estaba a su favor. Uno de los dragones logró tragarse a Mitsuri, sumiéndola en la oscuridad, mientras Chihiro luchaba desesperadamente contra otro dragón que la aprisionaba con fuerza. La madera se cerraba sobre ella, apretando su cuerpo hasta casi asfixiarla, mientras intentaba cortar su camino hacia la libertad con cada aliento que le quedaba.
Justo cuando la situación parecía desesperada, los dragones comenzaron a desvanecerse, junto con la figura del Creciente Cuatro. El demonio, al no ser real, desapareció tan repentinamente como había llegado, dejando a Chihiro y Mitsuri caer al suelo, exhaustas y heridas.
Mitsuri, liberada del estómago del dragón, apenas pudo ponerse de pie antes de correr hacia Chihiro. Con lágrimas corriendo por su rostro, Mitsuri la abrazó fuertemente, sus sollozos resonando en el aire nocturno. Abrazó a Chihiro con una intensidad que reflejaba tanto su alivio como el terror que había sentido.
—¡Lo logramos! —sollozó Mitsuri, sin poder contener las lágrimas mientras apretaba a Chihiro contra ella—. ¡Estás viva! ¡Estás bien!
Chihiro, aunque agotada y sintiendo el peso de la batalla en cada fibra de su ser, correspondió al abrazo de Mitsuri, permitiéndose un momento de vulnerabilidad mientras sentía las lágrimas de su amiga empapar su hombro.
Mitsuri corría emocionada, gritando con entusiasmo mientras jalaba a Chihiro de la mano, obligándola a correr también. Chihiro, aún agotada por la batalla, no entendía de dónde sacaba Mitsuri tanta energía, pero no se resistió y se dejó llevar por su amiga. El viento acariciaba sus rostros mientras avanzaban rápidamente por el campo de batalla, dejando atrás los restos de la pelea.
Cuando llegaron al lugar donde el resto del grupo se encontraba, Mitsuri no perdió el tiempo y los abrazó a todos con fuerza, metiendo a Chihiro en el abrazo. La mejilla de Chihiro terminó pegada a la de Genya, que se puso visiblemente rojo al estar tan cerca de dos mujeres. Se podía sentir la incomodidad y la sorpresa en él, pero el momento de celebración eclipsaba cualquier otra emoción.
Todo el alboroto se detuvo de repente cuando Nezuko habló. La sorpresa fue tan grande que Chihiro casi hizo caer a Genya al suelo en su prisa por acercarse a la demonio. Nezuko había hablado, y no solo eso, estaba bajo el sol sin desintegrarse. Emocionada y asombrada, Chihiro la abrazó con fuerza, sintiendo una alegría inmensa.
—Chihiro-chan —dijo Nezuko con una voz tierna, mientras una risa suave se escapaba de sus labios.
Ese dulce sonido hizo que Chihiro la abrazara aún más fuerte, casi como si temiera que al soltarla, Nezuko pudiera desaparecer. Tanjiro, con lágrimas en los ojos, comenzó a contar lo que había sucedido, aunque él mismo no lo entendía del todo. La emoción lo embargaba mientras compartía la historia, y al terminar, Mitsuri también comenzó a llorar junto a Tanjiro y algunos de los herreros que se habían acercado.
Los sentimientos eran intensos, y pronto todos comenzaron a expresar su alivio y felicidad. Los gritos de “¡Qué felicidad!” resonaban en el aire, envolviendo a todos en un ambiente de alegría y celebración. Habían sobrevivido, y en ese momento, nada más importaba.
ESTÁS LEYENDO
𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗪𝗔𝗡 ||Kimetsu No Yaiba||
FanfictionEn una época llena de oscuridad y peligro, Chihiro, una Cazadora de Demonios con habilidades excepcionales, se enfrenta a retos que la llevan a explorar tanto su pasado como el legado de su clan. A medida que profundiza en la historia de su familia...