𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗪𝗔𝗡 ||Kimetsu No Yaiba||

Capítulo 35

Los días en la finca Cisne habían adquirido un ritmo implacable para los cazadores bajo el entrenamiento de Hamada. Desde el amanecer hasta mucho después de que el sol se ocultara, los jóvenes espadachines se veían sometidos a pruebas de resistencia física y mental que parecían desafiar los límites de lo humano. Pero lo más desconcertante para ellos no era la dureza del entrenamiento en sí, sino la dualidad en la personalidad de la Pilar del Cisne.

Cada mañana comenzaba de manera similar: los cazadores se despertaban con los primeros rayos de sol filtrándose a través de las ventanas de la finca. Apenas lograban abrir los ojos, eran recibidos por el aroma tentador de un banquete preparado con esmero. Al salir de sus habitaciones, encontraban a Chihiro en la cocina, sonriendo cálidamente mientras les servía platos llenos de comida deliciosa. Desde sopas reconfortantes hasta dulces esponjosos, cada bocado estaba pensado para revitalizarlos y hacer que olvidaran, aunque fuera por un momento, las arduas pruebas que enfrentarían más tarde.

—Buenos días a todos —saludaba Chihiro con una voz suave, casi cantarina, mientras colocaba un plato de frutas frescas en la mesa—. Espero que hayan descansado bien. Hoy les espera un día lleno de desafíos, pero no se preocupen, les prometo que después podrán relajarse.

Los cazadores, todavía somnolientos y un poco desconcertados, respondían con sonrisas tímidas y palabras agradecidas, preguntándose cómo alguien tan amable podía ser la misma persona que los llevaba al límite en cada entrenamiento. Algunos de ellos incluso se permitían bajar la guardia durante esos momentos, creyendo, aunque solo fuera por un instante, que Chihiro no era más que una figura materna que se preocupaba por su bienestar.

Pero esa ilusión se desvanecía rápidamente en cuanto el desayuno terminaba y Chihiro los guiaba hacia el campo de entrenamiento. Una vez allí, la atmósfera cambiaba por completo. Su rostro amable se endurecía, y la dulzura de su voz se transformaba en una firmeza que no admitía objeciones. El entrenamiento comenzaba, y la verdadera Chihiro, la Pilar del Cisne, mostraba su otra faceta: una líder implacable que exigía nada menos que la perfección.

Durante los combates, Chihiro no se conformaba con supervisar desde la distancia; estaba en el centro de la acción, desafiando a los cazadores, lanzándoles retos inesperados y, a menudo, desestabilizándolos con sus comentarios precisos y a menudo desconcertantes.

—No basta con mover tu espada rápido —les decía mientras bloqueaba un ataque con facilidad, su mirada fija en el espadachín—. Tienes que sentir el flujo de la batalla, anticipar cada movimiento, incluso los míos.

Sus palabras, dichas con la calma de quien tiene el control absoluto, hacían que muchos de los cazadores perdieran la concentración, lo que les costaba caro. Casi siempre, antes de que pudieran reaccionar, Chihiro los derribaba con un movimiento rápido y elegante, dejándolos tendidos en el suelo, jadeando y preguntándose cómo habían caído tan fácilmente.

Y lo más frustrante era que, a pesar de todo su esfuerzo, Chihiro nunca parecía cansarse. Mientras ellos terminaban exhaustos, con los músculos adoloridos y la respiración entrecortada, ella se mantenía serena, sin una gota de sudor en su frente, como si los entrenamientos apenas le exigieran.

—No se preocupen —decía al final de cada sesión, con una sonrisa tranquilizadora que contrastaba con la intensidad de los entrenamientos—. Cada caída es una lección. Lo importante es que se levanten y sigan adelante.

Los cazadores se retiraban a sus habitaciones al final del día, completamente agotados, con una mezcla de admiración y desconcierto. La misma mujer que los había llevado hasta el cansancio extremo, que los había desafiado hasta el límite de sus capacidades, también era la que los recibía cada mañana con una sonrisa brillante y una comida deliciosa. Había algo en esa dualidad que no podían comprender del todo, algo que la hacía aún más fascinante y aterradora al mismo tiempo.