Capítulo 22

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Chihiro fue puesta a trabajar casi de inmediato, no había pasado ni una semana desde su llegada a la casa Otoyoshi cuando fue anunciada como la nueva cara de la casa, una presentación que trajo consigo un torbellino de nuevas responsabilidades. El éxito de la casa dependía ahora de su habilidad para atraer clientes y mantener su interés, lo que la obligaba a participar en numerosas fiestas, siendo el centro del entretenimiento con sus elegantes danzas, movimientos de abanico, y la destreza con la que servía sake.

La noticia de la llegada de Chihiro se extendió rápidamente por el Distrito Rojo. Las invitaciones a eventos de alto perfil comenzaron a llegar sin descanso, y la presión sobre ella aumentó. Era un rol que requería no solo perfección en cada movimiento, sino también una mente afilada para manejar a los hombres poderosos que frecuentaban estas reuniones. Su agenda estaba llena; apenas tenía tiempo para respirar entre un compromiso y otro, y aunque su mente estaba enfocada en su misión, no podía ignorar el creciente sentimiento de agotamiento.

Particularmente esta noche, había sido convocada a una fiesta que prometía ser una de las más importantes hasta la fecha. Chihiro llegó con su habitual serenidad, envuelta en un kimono de seda roja que contrastaba con su piel pálida. Las luces suaves del lugar reflejaban el delicado bordado dorado que adornaba su atuendo, haciéndola parecer casi etérea mientras se movía con gracia entre los invitados. Su baile, como siempre, fue impecable. Los abanicos que manejaba parecían flotar en el aire, sus movimientos fluidos hipnotizando a todos los presentes. La música, lenta y melódica, se mezclaba con el murmullo de voces admirativas, creando una atmósfera casi mágica.

Cuando terminó su actuación, la habitación estalló en aplausos, pero Chihiro, siempre humilde y consciente de su papel, inclinó la cabeza con respeto antes de proceder con la siguiente tarea de la noche: servir sake a los invitados. Esta parte de su trabajo era tanto un honor como un riesgo. La proximidad a los hombres más influyentes del distrito requería un dominio perfecto del autocontrol y de la etiqueta, ya que cualquier error podría ser catastrófico.

Se acercó a un grupo de hombres sentados en un rincón apartado, donde la luz era más tenue, y se arrodilló con elegancia junto a uno de ellos. Sus movimientos eran suaves y medidos mientras tomaba la jarra que contenía el sake. Con una ligera inclinación de su cuerpo, jaló su propia manga para descubrir su blanquecina mano de dedos finos, y comenzó a verter el sake en la copa del hombre. No hizo contacto visual, como dictaba la norma, pues no tenía permitido mirar directamente a los ojos de los hombres a menos que ellos se lo pidieran. Todo en ella reflejaba una sumisión respetuosa, aunque en su mente, cada detalle era registrado cuidadosamente.

Pero, mientras servía, notó algo que la inquietó profundamente: una energía poderosa, casi abrumadora, emanaba del hombre a su lado. Era una presencia que la hizo estremecerse, una fuerza oscura que parecía llenar el aire alrededor de ellos, haciendo que cada inhalación se sintiera pesada. Fue un impulso que no pudo evitar; aunque sabía que no debía, sus ojos se alzaron ligeramente para observar al hombre con el rabillo del ojo.

Lo primero que notó fueron sus ojos: dos orbes rojos, profundos y aterradores, que la miraban fijamente. Había algo en ellos que la dejó sin aliento, un abismo de maldad pura, pero también de una calma controlada que solo aumentaba su inquietud. Esos ojos parecían ver a través de ella, como si conocieran cada uno de sus secretos, cada uno de sus miedos. Chihiro intentó apartar la vista, pero no pudo. Había algo en la mirada de ese hombre que la mantenía atrapada, como un insecto enredado en una telaraña.

—Eres bastante joven para estar aquí, ¿no crees? —dijo el hombre, con una voz suave pero cargada de un poder que resonaba en lo más profundo de su ser.

Chihiro tardó un segundo en responder, su voz apenas un susurro mientras intentaba mantener la compostura.

—Así es, señor. Pero es mi deber servir aquí —respondió, manteniendo su tono respetuoso y neutral, aunque su corazón latía con fuerza.

𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗪𝗔𝗡 ||Kimetsu No Yaiba||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora