Capítulo 34

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En el oscuro y vasto espacio de la fortaleza infinita, las paredes parecían cambiar constantemente de forma, girando y moviéndose como un laberinto sin fin. La atmósfera estaba impregnada de un silencio opresivo, roto solo por el eco distante de pasos resonando en la distancia. Dentro de este mundo interminable, Muzan Kibutsuji permanecía de pie, imponente y sereno, en el centro de la estancia. Su presencia emanaba un poder oscuro que parecía absorber toda la luz a su alrededor, creando una sombra que lo envolvía por completo.

Frente a él, inclinada en una reverencia profunda, se encontraba Nakime, la manipuladora de la fortaleza. Sus manos, delgadas y pálidas, se posaban sobre el borde del biwa que siempre llevaba consigo, lista para tocar las cuerdas y alterar la estructura del castillo con solo una nota. Sin embargo, en este momento, la tensión en el aire era palpable, y aunque su rostro permanecía estoico, había una leve vacilación en su voz mientras informaba a su maestro.

—Mi señor —comenzó Nakime con una voz suave y medida—, he utilizado todos los recursos a mi disposición, pero aún no he logrado localizar a la niña del sol. He rastreado sus movimientos, pero parece que han tomado medidas extremas para ocultarla de nuestros ojos. Los pilares también han intensificado su vigilancia. Cada vez que intento acercarme, la fortaleza se reconfigura para proteger su ubicación.

Muzan, cuya expresión no había cambiado desde que Nakime comenzó a hablar, permaneció en silencio por un momento, su mirada fija en un punto indeterminado más allá de la figura de la demonio. Sus ojos, carmesí como la sangre, brillaban con una mezcla de impaciencia y cálculo, revelando el tormento que escondía bajo su aparente calma.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Muzan habló, pero lo hizo en un susurro apenas audible, como si las mismas palabras que estaba a punto de pronunciar llevaran consigo un poder oscuro y letal.

—No importa cuánto intenten ocultarla... —dijo, su voz tan suave que se deslizaba como una serpiente venenosa—. Muy pronto, encontrarán a Nezuko. La niña del sol no puede escapar de mí para siempre. Su existencia es una afrenta, y su sangre es la clave para mi verdadero objetivo.

Nakime no se atrevió a levantar la vista, pero sus manos se tensaron ligeramente sobre las cuerdas de su biwa. Sabía que cada palabra que Muzan pronunciaba estaba impregnada de una amenaza subyacente, un recordatorio constante de la desesperación que sentía por encontrar a la joven demonio que podía caminar bajo la luz del sol. Sin embargo, no fue solo la mención de Nezuko lo que llamó su atención. Muzan hizo una pausa, y sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, tan fría y cruel como el filo de una espada.

—Pero Nezuko no es el único objetivo —continuó, su tono más oscuro y calculador—. Ubuyashiki... ese hombre enfermo ha sido una espina en mi costado durante siglos. No descansará hasta destruirme, pero... tampoco él puede escapar de su destino.

El silencio que siguió a sus palabras parecía pesar en el aire, cargado de una expectativa ominosa. Nakime, siempre vigilante, escuchaba con atención cada sílaba, entendiendo que el maestro estaba a punto de revelar algo crucial. Entonces, Muzan pronunció un nombre que la hizo estremecerse.

—Y más importante aún... —Muzan entrecerró los ojos, su voz bajando aún más, casi como si estuviera compartiendo un secreto con las sombras que lo rodeaban— Chihiro Hamada.

El nombre resonó en el espacio, llenando cada rincón con una sensación de inminente peligro. Nakime, que rara vez mostraba emoción, sintió una chispa de sorpresa y curiosidad al oírlo. Aunque había oído hablar de Chihiro, una de las más destacadas entre los pilares, nunca había comprendido completamente por qué Muzan mostraba tanto interés en ella. Pero ahora, al escuchar la intensidad en la voz de su maestro, entendió que había algo más profundo en juego.

—Ella es diferente —musitó Muzan, casi para sí mismo—. Ha sobrevivido a demasiados encuentros, y cada vez emerge más fuerte. Hay algo en ella... algo que no puedo permitir que siga creciendo. Si Nezuko es la clave para caminar bajo el sol, Chihiro puede ser la llave que los conduzca a la victoria. Y no puedo permitir que eso suceda.

Muzan volvió a sumirse en el silencio, su mente trabajando con la precisión de un depredador acechando a su presa. Nakime, sintiendo la gravedad de la situación, inclinó la cabeza aún más, esperando cualquier instrucción que pudiera seguir.

—Encuéntrala, Nakime —ordenó finalmente, su tono firme y decidido—. No importa cuánto se escondan, no importa cuántos de los suyos caigan para protegerla. Encuentra a Nezuko, encuentra a Ubuyashiki... pero sobre todo, encuentra a Chihiro Hamada.

La demonio asintió en silencio, sabiendo que no había margen de error. Con un ligero movimiento de sus dedos, tocó una cuerda de su biwa, y las paredes de la fortaleza se transformaron una vez más, iniciando el proceso de búsqueda.

Mientras Nakime se retiraba para cumplir con sus órdenes, Muzan permaneció inmóvil en la oscuridad, su mente enfocada en sus objetivos. Sabía que el tiempo estaba en su contra, pero también sabía que tenía la determinación y el poder para torcer el destino a su favor. Y aunque sus enemigos estaban más preparados que nunca, Muzan confiaba en que, al final, él sería quien emergiera victorioso.

—Muy pronto —susurró, su voz desvaneciéndose en la oscuridad—. Muy pronto... todo terminará.

Y con esas palabras, el Rey Demonio se quedó solo en la vastedad de su fortaleza, planeando el próximo movimiento en el tablero de su eterna guerra contra la humanidad.

𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗪𝗔𝗡 ||Kimetsu No Yaiba||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora