Capítulo 10

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Capítulo 10:

Las noches en Konoha se habían vuelto frías y silenciosas, pero la tensión entre Itachi y Naruto seguía siendo ardiente. Ambos líderes mantenían un enfoque estricto en la construcción y fortalecimiento de la nueva aldea, pero mientras el trabajo continuaba, las emociones reprimidas entre ellos se intensificaban. Itachi, siempre calculador y observador, notaba cada vez más las señales de lucha interna en Naruto, el modo en que evitaba ciertos temas y cómo a menudo evitaba encontrarse a solas con él.

Las reuniones con otros líderes y los momentos compartidos en la planificación de Konoha estaban plagados de formalidades, pero cada vez que sus miradas se cruzaban, Itachi sentía que el deseo de acercarse a Naruto crecía, alimentado por algo más profundo que la simple atracción física. Sentía la necesidad de entender esos sentimientos, de explorar lo que se estaba gestando entre ellos.

La determinación de Itachi no vacilaba. Sabía que Naruto estaba lidiando con un conflicto interno, tratando de balancear sus responsabilidades hacia la aldea con lo que comenzaba a sentir por él. Sin embargo, Itachi no estaba dispuesto a dejar que el miedo o la duda interfirieran con lo que podría ser una conexión verdadera. Decidió que era el momento de dar un paso decisivo.

Una noche, después de un día agotador lleno de decisiones difíciles y desafíos políticos, Itachi decidió invitar a Naruto a su apartamento. Había preparado cuidadosamente el ambiente, creando un espacio que irradiaba tranquilidad y confort. Las lámparas de papel proyectaban una luz cálida y suave, y el aroma del incienso impregnaba el aire, diseñado para relajar la mente y el cuerpo. Itachi había dispuesto una selección de vinos y copas sobre una mesa baja, con la esperanza de que el ambiente relajado ayudaría a Naruto a abrirse.

A las nueve de la noche, Itachi esperaba en la entrada de su apartamento, su corazón latiendo con anticipación. Cada sonido en el pasillo le hacía pensar que era Naruto, y su ansiedad crecía con cada segundo. Finalmente, el timbre sonó, y se apresuró a abrir la puerta.

Naruto estaba en el umbral, su expresión oscilando entre la curiosidad y la incertidumbre. Su ropa de líder estaba ligeramente arrugada, mostrando los signos de un día largo y estresante.

—Itachi —dijo Naruto, con un leve asentimiento—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué la urgencia?

—Quería invitarte a pasar —respondió Itachi, con una sonrisa que pretendía ser reconfortante—. He notado que ambos hemos estado bajo mucha presión últimamente. Pensé que podríamos relajarnos, hablar en privado sin las formalidades habituales.

Naruto vaciló por un momento, pero luego entró al apartamento, dejando que la puerta se cerrara detrás de él. Al instante, la diferencia en el ambiente le llamó la atención. Era una atmósfera completamente diferente a la de las oficinas y campos de batalla; era acogedora, casi íntima.

—Este lugar... —Naruto observó con una mirada de admiración mezclada con cautela—. Está claro que te tomaste tu tiempo para prepararlo todo. Parece que esto es... importante para ti.

—Quiero que te sientas cómodo, Naruto —dijo Itachi mientras le ofrecía una copa de vino—. A veces necesitamos un espacio para hablar sin sentirnos observados o presionados por nuestros roles.

Naruto aceptó la copa, asintiendo ligeramente. Al principio, la conversación se centró en asuntos cotidianos: las patrullas, las nuevas estrategias para la aldea, y los desafíos que enfrentaban. A medida que bebían y el ambiente se relajaba, Naruto comenzó a mostrar señales de alivio, dejando caer parte de la coraza que había estado usando para protegerse de sus propios sentimientos.

Con el paso de las horas y la cantidad de vino consumido, Naruto comenzó a hablar con más libertad. Su voz, aunque ligeramente tambaleante por el efecto del alcohol, reflejaba una honestidad que hasta ahora había mantenido oculta.

Enemigos Naturales (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora