Capítulo 31

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Capítulo 31:

El entrenamiento en el claro del bosque estaba en su punto álgido. Los hermanos Uchiha Uzumaki, junto con Shin, se enfrentaban entre sí, empujando sus límites cada vez más, intentando descubrir y dominar sus poderes. La presión en el ambiente era palpable, y todos sabían que sus habilidades eran fundamentales para el plan que tenían en mente.

Hana estaba enfocada en su entrenamiento, tratando de canalizar la energía que sentía dentro de ella. Las habilidades implantadas en su cuerpo eran poderosas, pero también impredecibles. En medio de un enfrentamiento contra su hermano Saiko, algo comenzó a agitarse dentro de ella, una energía intensa, feroz, que se acumulaba en su pecho y luego subía hasta sus ojos.

—¡Saiko, cuidado! —gritó Hana, sintiendo cómo esa energía se liberaba sin control.

En un instante, el entorno se oscureció y de los ojos de Hana brotaron llamas negras, ardiendo con una ferocidad inigualable. Las llamas se proyectaron hacia Saiko, quien apenas logró esquivar el ataque, pero no sin sentir el intenso calor que emanaba de ellas.

—¡Hana! —exclamó Shin, impresionado y asustado a la vez.

Las llamas no eran normales. Parecían consumir todo a su paso sin dejar rastro, una energía destructiva que parecía viva. Intentó acercarse, atraído por la fuerza de esas llamas, queriendo entender más de cerca qué era ese poder que Hana había desatado.

—¡No te acerques! —gritó Hana con desesperación, temiendo lo que las llamas podrían hacer si alguien las tocaba.

Las llamas negras ardían sin cesar, su calor sofocante llenando el aire. Hana trató de apagarlas, de controlar la energía que había liberado, pero no sabía cómo. Estaba asustada, no por las llamas en sí, sino por lo que podrían causar si no lograba dominarlas.

Desde una distancia segura, Naruto, Itachi, Izumi y Kabuto observaban con creciente preocupación. No tenían habilidades sobrenaturales, pero entendían el peligro que presentaba este nuevo poder de Hana. Su hija había manifestado algo que ninguno de ellos había visto antes, y aunque sabían que las habilidades de sus hijos eran implantadas y únicas, esto iba más allá de lo que podían imaginar.

—Esas llamas... —murmuró Itachi, con una mirada severa—. Son diferentes a todo lo que hemos visto.

Naruto, quien estaba acostumbrado a enfrentar desafíos con determinación, sintió por primera vez en mucho tiempo una punzada de miedo por su hija. Las habilidades de Hana eran poderosas, pero también impredecibles y potencialmente peligrosas si no las controlaba.

—Hana, concéntrate —gritó Naruto, intentando guiar a su hija—. Tienes que controlarlas, ¡piensa en apagarlas!

Hana respiró hondo, cerrando los ojos mientras intentaba conectar con esa energía dentro de ella. Podía sentir las llamas, no solo a su alrededor, sino dentro de sí misma. Con un esfuerzo de voluntad, intentó replegarlas, visualizando cómo retrocedían, apagándose poco a poco.

Poco a poco, las llamas comenzaron a menguar, retrocediendo hacia Hana hasta que finalmente desaparecieron, dejando solo un leve rastro de humo y un calor residual en el aire. Hana cayó de rodillas, agotada por el esfuerzo, pero aliviada de que las llamas ya no estuvieran fuera de control.

—Lo... lo hice —susurró, todavía tratando de recuperar el aliento.

Shin, que había observado todo con fascinación, se acercó con cautela, asegurándose de que no quedaran restos de las llamas antes de ofrecerle una mano a Hana para ayudarla a levantarse.

—Es impresionante —dijo Shin, con genuina admiración—. Pero también... aterrador.

Hana asintió, aceptando la mano de Shin mientras se levantaba. Sabía que este poder era tanto una bendición como una maldición. Podía ser la clave para derrotar a Orochimaru, pero también un riesgo si no lograba controlarlo.

Los adultos, que habían mantenido su distancia durante el evento, finalmente se acercaron, con expresiones mezcladas de preocupación y orgullo.

—Hana, lo que acabas de hacer es increíble —dijo Itachi, colocando una mano en el hombro de su hija—. Pero necesitamos entenderlo mejor. No queremos que te lastimes ni que lastimes a otros sin querer.

—Lo sé, padre —respondió Hana, todavía temblando ligeramente por la experiencia—. Aprenderé a controlarlo. No quiero que algo así vuelva a suceder sin que pueda manejarlo.

Naruto miró a su hija con una mezcla de preocupación y determinación.

—Vamos a ayudarte, Hana. No tienes que enfrentar esto sola. Todos vamos a trabajar juntos para que puedas dominar este poder.

Hana asintió, sintiendo el apoyo de su familia y de Shin a su alrededor. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero con su familia a su lado, sentía que podía enfrentar cualquier cosa, incluso el oscuro poder que había despertado dentro de ella.

Mientras el grupo retomaba su entrenamiento, los adultos se retiraron un poco, comenzando a conversar sobre la situación de sus hijos y las estrategias que podrían necesitar para el enfrentamiento que se avecinaba.

—Nuestros hijos son más fuertes de lo que imaginamos —comentó Kabuto, observando cómo continuaban entrenando—. Pero Orochimaru no será fácil de derrotar.

—Lo sé —respondió Naruto—. Pero confío en ellos. Son capaces de mucho más de lo que creemos. Y nosotros también debemos estar preparados.

—La batalla que se avecina será dura —admitió Itachi—, pero no estamos solos. Juntos, encontraremos la manera de ganar.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, el grupo continuaba planificando y entrenando, sabiendo que la verdadera batalla estaba cerca, pero confiando en que, con su determinación y sus habilidades, podrían superar cualquier obstáculo.

Enemigos Naturales (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora