Capítulo 9

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Capítulo 9:

Desde el día en que Itachi confesó sus sentimientos, Naruto no había sido el mismo. Aunque intentaba concentrarse en sus responsabilidades como líder de Konoha, su mente siempre regresaba a aquel momento junto al río, a las palabras de Itachi y la sinceridad que había visto en sus ojos. Sabía que sus propios sentimientos correspondían a los de Itachi, pero algo en su interior se resistía a aceptarlo.

Naruto pasaba las noches en su habitación, tumbado en la cama, mirando el techo mientras su mente revoloteaba entre la confusión y el deseo. Se repetía a sí mismo que debía concentrarse en su aldea, en su familia, en el futuro que estaba construyendo para todos, pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Itachi aparecía, con esa mirada penetrante que parecía verlo todo.

—¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? —se preguntaba Naruto en silencio, sintiendo una mezcla de frustración y anhelo. Se obligaba a mantener las apariencias, a actuar como si todo estuviera bien, pero sabía que no podría seguir ignorando estos sentimientos para siempre.

Mientras tanto, Itachi había decidido que no permitiría que las dudas de Naruto lo alejaran de lo que quería. Sabía que Naruto estaba luchando con sus sentimientos, pero también sabía que había algo poderoso entre ellos, algo que no podía ignorar. Itachi siempre había sido paciente, pero ahora, estaba decidido a ser más directo, más descarado, y hacer que Naruto enfrentara lo que ambos sabían que estaba creciendo entre ellos.

Una tarde, mientras los líderes de Konoha se reunían para discutir la distribución de los recursos, Itachi se encontró observando a Naruto más de lo habitual. Naruto estaba hablando con Shikamaru sobre las estrategias para las patrullas fronterizas, pero su mente parecía estar en otro lugar, sus respuestas eran automáticas, su mirada ausente.

Cuando la reunión terminó, Itachi esperó a que los demás abandonaran la sala. Naruto, todavía sumido en sus pensamientos, fue uno de los últimos en salir. Antes de que pudiera hacerlo, Itachi se acercó silenciosamente y le bloqueó el paso.

—Naruto —dijo Itachi con su voz baja y seductora, obligando al Uzumaki a salir de su ensimismamiento.

Naruto levantó la cabeza, encontrando a Itachi de pie frente a él, su figura proyectando una sombra que parecía envolverlos a ambos. La cercanía de Itachi le hizo retroceder instintivamente, hasta que su espalda chocó con la pared detrás de él. Sus ojos azules se encontraron con los de Itachi, esos ojos oscuros que parecían leer cada pensamiento que intentaba ocultar.

—¿Qué... qué pasa, Itachi? —preguntó Naruto, su voz ligeramente temblorosa, aunque trató de sonar firme.

Itachi no respondió de inmediato. En cambio, inclinó ligeramente la cabeza, observando cada pequeño movimiento del rubio, cada respiración acelerada, cada parpadeo nervioso. Había una intensidad en su mirada que hacía que el aire entre ellos se sintiera espeso, cargado de una electricidad silenciosa.

—Estás evitándome —dijo Itachi finalmente, con una calma que contrastaba con la tensión palpable en el aire—. Desde que hablamos junto al río, has estado distante.

Naruto apartó la mirada, incapaz de soportar la intensidad de los ojos de Itachi por más tiempo.

—No es eso... es solo que... —Intentó encontrar las palabras, pero se sintió atrapado en su propia confusión—. Estoy ocupado. Tenemos muchas cosas que hacer, y...

Itachi levantó una mano, interrumpiendo las torpes explicaciones de Naruto. Con un movimiento lento y deliberado, apoyó su mano contra la pared, justo al lado de la cabeza de Naruto, acorralándolo aún más.

—No tienes que mentirme, Naruto —susurró el azabache, inclinándose lo suficiente para que sus rostros estuvieran a escasos centímetros el uno del otro—. Sé que esto es nuevo para ti, que no es fácil. Pero no puedo quedarme quieto mientras te alejas de lo que sientes.

El corazón de Naruto latía con fuerza en su pecho, tan rápido que temía que Itachi pudiera oírlo. El calor de la proximidad de Itachi, la fuerza de su presencia, era abrumador. Naruto quería escapar, pero al mismo tiempo, una parte de él deseaba quedarse, dejarse llevar por lo que fuera que estaba ocurriendo entre ellos.

—Itachi... —murmuró Naruto, con la voz entrecortada, mientras levantaba la vista para encontrarse con esos ónix nuevamente.

Itachi alzó la otra mano, y con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su mirada, rozó el rostro de Naruto con la punta de sus dedos, recorriendo el contorno de su mandíbula.

—No puedes seguir ignorándolo —dijo Itachi en un susurro, su voz tan suave como el toque de sus dedos—. Lo que hay entre nosotros es real, Naruto. No importa cuánto intentes negarlo —la punta de sus dedos viajo a los labios de Naruto, comenzó acariciarlos suavemente.

Naruto cerró los ojos, intentando controlar las emociones que se arremolinaban en su interior. La mano de Itachi en sus labios, el calor de su cuerpo tan cerca, todo estaba rompiendo la barrera que había construido para protegerse de lo que sabía que era inevitable.

—No es tan simple, Itachi —respondió Naruto con dificultad, su voz apenas un murmullo—. Todo esto... nuestros clanes, nuestras responsabilidades. No puedo...

—No estás solo en esto —lo interrumpió Itachi, su voz firme pero gentil—. No tienes que cargar con todo tú solo. Estoy aquí, contigo. Siempre lo estaré.

Naruto abrió los ojos nuevamente, encontrando la mirada de Itachi tan cerca, tan intensa, que parecía absorberlo. El tiempo pareció detenerse, y en ese momento, Naruto sintió que todo lo que había estado reprimiendo, todo lo que había estado tratando de ignorar, estaba a punto de desbordarse.

—Itachi, yo... —Naruto comenzó, pero las palabras se le escapaban, sus emociones luchando por salir a la superficie.

Itachi inclinó su cabeza un poco más, y sus labios rozaron los de Naruto, apenas un toque, pero lo suficiente para que ambos sintieran el fuego que ardía entre ellos. En un suave y ligero beso. Fue un contacto breve, casi imperceptible, pero en ese momento, todo cambió.

Naruto abrió los ojos de golpe, su respiración se hizo más rápida, y se apartó de Itachi bruscamente, como si el contacto lo hubiera quemado.

—¡No puedo hacer esto! —exclamó Naruto, la confusión y el deseo mezclándose en su voz—. No podemos hacer esto, Itachi.

Itachi no intentó detenerlo esta vez. Observó en silencio mientras Naruto se alejaba, sus manos temblando ligeramente, sus pasos inseguros. Había plantado la semilla de la verdad en Naruto, y aunque sabía que el proceso sería lento y difícil, también sabía que no podía forzarlo.

—Naruto —llamó Itachi con suavidad, sin moverse de su lugar.

Naruto se detuvo, pero no se giró para mirarlo.

—No importa cuánto intentes huir de esto —continuó Itachi, con una determinación tranquila—. No puedes huir de lo que sientes. Y cuando estés listo, estaré aquí, esperándote.

Naruto apretó los puños, sus uñas clavándose en las palmas de sus manos. Quería decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se le atragantaban en la garganta. Finalmente, con un suspiro tembloroso, continuó caminando, alejándose de Itachi y de la tormenta de emociones que había desatado.

Pero mientras se alejaba, Naruto sabía que Itachi tenía razón. No podía seguir ignorando lo que sentía. Y aunque intentara convencerse de que lo estaba haciendo por el bien de Konoha, sabía que estaba luchando contra un enemigo mucho más poderoso: su propio corazón.

Enemigos Naturales (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora