Capítulo 21:
El sol de la mañana brillaba a través de las ventanas del hospital, llenando la habitación con una luz cálida y acogedora. Itachi y Naruto se encontraban juntos, tomados de la mano, esperando el momento que habían anticipado con tanto amor y ansiedad: la llegada de sus hijos.
—Hoy es el día, Naruto —murmuró Itachi, mirando a su compañero con una ligera sonrisa.
Naruto asintió, apretando suavemente la mano de Itachi.
—No puedo creer que finalmente estén aquí con nosotros. Hana y Saiko... nuestros hijos.
Poco después, una enfermera entró en la habitación, empujando una cuna donde descansaban dos pequeños seres, envueltos en mantas suaves. Naruto e Itachi se acercaron de inmediato, sus corazones latiendo con fuerza al ver a sus hijos.
Hana fue la primera en abrir los ojos. Tenía el pelo azabache y espeso, igual que Itachi, con las mismas ojeras que marcaban su rostro, como si fuera un reflejo de su padre. Sin embargo, sus ojos eran de un azul profundo, brillantes y llenos de vida, heredados de Naruto. Su piel, de un tono canela suave, completaba una mezcla perfecta de ambos.
—Es increíble, Itachi —susurró Naruto, maravillado—. Si no supieran que somos dos hombres, cualquiera pensaría que Hana es nuestra hija legítima.
—Es perfecta —respondió Itachi con una suavidad en su voz que rara vez se escuchaba, mientras acariciaba suavemente la mejilla de su hija.
Naruto levantó a Hana en brazos, acunándola con cuidado, y luego ambos volvieron su atención al segundo bebé, Saiko. Este pequeño tenía un cabello rojo vibrante, tan característico de los Uzumaki, y sus rasgos se asemejaban sorprendentemente a los de la madre de Naruto, Kushina. Tenía una energía tranquila, sus ojos cerrados mientras dormía plácidamente.
—Mira, Itachi, tiene el cabello de mi madre... Es como si la lleváramos con nosotros, en él —dijo Naruto con un tono de nostalgia y alegría.
Itachi asintió, observando a Saiko con ternura.
—Sí, y su energía es tan pacífica. Ambos son perfectos.
La enfermera les sonrió, contenta de ver la devoción en los ojos de los nuevos padres. Les dio algunas indicaciones finales antes de dejarlos a solas con sus hijos.
—Es hora de llevarlos a casa —dijo Naruto, su voz llena de emoción.
Naruto e Itachi habían preparado su nuevo hogar con cuidado y amor, anticipando la llegada de sus hijos. Habían buscado una casa más grande, con un jardín amplio y habitaciones luminosas, un lugar donde pudieran criar a Hana, Saiko, de apenas un año y los demás embriones que pronto se unirían a la familia.
Cuando llegaron a casa, Naruto llevó a Hana en brazos, mientras Itachi llevaba a Saiko. Ambos padres estaban llenos de una mezcla de alegría y una ligera preocupación, queriendo asegurarse de que todo fuera perfecto para sus hijos.
—Aquí es donde crecerán, donde tendrán sus primeras experiencias, donde les enseñaremos todo lo que sabemos —dijo Naruto, mientras entraban a la casa.
El interior estaba decorado con colores cálidos y acogedores. El cuarto de los bebés era una combinación de suaves tonos azules y verdes, con juguetes y libros cuidadosamente seleccionados. Habían pasado semanas preparando el espacio, asegurándose de que todo estuviera perfecto para sus hijos.
Naruto colocó a Hana en su cuna, mientras Itachi hacía lo mismo con Saiko. Ambos bebés parecían tranquilos, observando su nuevo entorno con ojos curiosos.
—Es increíble cómo cambia la vida —comentó Itachi, observando a sus hijos con una expresión de serenidad—. Nunca imaginé que este sería nuestro destino, pero no cambiaría nada de ello.
Naruto sonrió, asintiendo en acuerdo.
—Hemos pasado por mucho, Itachi. Pero ahora tenemos una familia, y haremos lo que sea necesario para protegerla y darle lo mejor.
Se sentaron juntos en el suelo, observando a Hana y Saiko mientras dormían. El silencio era cómodo, lleno de promesas no dichas y de sueños compartidos.
Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y experiencias nuevas para Itachi y Naruto. Pasaron horas mimando a sus hijos, asegurándose de que recibieran todo el amor y cuidado que merecían.
Hana, con su energía vibrante y curiosidad innata, ya mostraba signos de tener un espíritu fuerte, mientras que Saiko, más tranquilo y sereno, prefería dormir y la tranquilidad.
Naruto e Itachi se turnaban para alimentar y acunar a los bebés de un año, disfrutando de cada momento. Aunque ambos eran guerreros experimentados, la paternidad era un nuevo campo de batalla para ellos, lleno de desafíos, pero también de recompensas infinitas.
Una tarde, mientras Naruto acunaba a Hana en sus brazos, la pequeña se aferró a su dedo con una fuerza sorprendente. Naruto rió suavemente, mirándola con una mezcla de amor y asombro.
—Es increíble cómo algo tan pequeño puede tener un agarre tan fuerte —comentó, girando su cabeza hacia Itachi.
—Es parte de ser nuestra hija —respondió Itachi, sonriendo ligeramente—. Será fuerte, como lo somos nosotros.
Naruto asintió, sintiendo una oleada de orgullo.
—Sí, lo será. Y también tendrá un gran corazón, como el tuyo.
Itachi no respondió de inmediato, pero sus ojos, normalmente fríos, se suavizaron al mirar a su familia.
Con Hana y Saiko en sus vidas, Naruto e Itachi se embarcaron en un nuevo capítulo lleno de amor, desafíos y crecimiento. Su hogar se llenó de risas y momentos tiernos, mientras creaban juntos un futuro lleno de esperanza.
Cada día traía nuevas experiencias, pero una cosa era segura: estaban más unidos que nunca, comprometidos a proteger y amar a sus hijos con todo su ser. La vida podía ser impredecible, pero en su familia, Naruto e Itachi habían encontrado un refugio, un lugar donde podían ser ellos mismos y donde el amor siempre prevalecería.
ESTÁS LEYENDO
Enemigos Naturales (Itanaru)
FanficEn un mundo donde clanes guerreros luchan por poder y territorio, Itachi Uchiha y Naruto Uzumaki, dos hombres provenientes de clanes rivales, desafían el odio ancestral para forjar un vínculo que trasciende el tiempo. A lo largo de su vida, enfrenta...