La ciudad: carreteras, transportes, personas caminando y hablando, sonido de móviles, anuncios, pitido de los coches, bicicletas, el humo de las alcantarillas, cigarrillos, comida rápida... la ciudad es el lugar en el que se concentran un gran número de personas, todo está comunicado: escuelas, hospitales, tiendas, lugares de trabajo.... La ciudad es donde hay más contaminación y si ya hablamos de Tokyo mejor ni contarlo, pero a mí me encanta, estar con gente. Algunas personas le resulta agobiante, sin embargo a mí: placentero, odio la soledad, es mi mayor enemigo, cada vez que me encuentro sin alguien, me hace sentir peor, me dice lo que no quiero oír, me veo despreciable, vacía. Yo nunca creí en los demonios ni monstruos, son solo fantasía, el verdadero ser malvado es la soledad, y para mí siempre será así.
-Nos mudamos a las afueras, a la casa de tus abuelos.-Dijo la voz alegre de mi madre cuando volví de mi último día de instituto, ya he pasado el primer año de preparatoria, sólo me faltan dos años más y universidad, para ser finalmente periodista y tener mi propia columna en los periódicos. Ese día tenía pensado salir con mis amigas para disfrutar de nuestras vacaciones de primavera, íbamos a pasar al siguiente grado con buenas notas, esto se merecía una gran tarde en el karaoke.
-¡¿Qué?!-Pregunté fuera de sí, sus palabras habían sido tan impactantes como una bala, en aquellos momentos no podía salir de mi asombro ya que incluso tenían las maletas en la puerta. Si de algo no se caracterizaban mis padres era el ser oportuno.-Ni hablar.-Me negué.
-Sabíamos que ibas a decir eso, por eso tenemos todo preparado y no te puedes negar.-Dijo mi padre con mala cara, su mirada de ojos negros y rasgados me fulminaban como si hubiera roto mil platos.
-Era una sorpresa.-Dijo mi madre feliz, quien a lo contrario de su marido, me observaba con ternura como si aún fuera un bebé.
-Puedo vivir aquí sola.-Propuse con desesperación.-Vosotros os lleváis a Ryu y yo me quedo con la casa.-Añadí introduciendo en la conversación a mi hermano menor.
-Yo lo voto.-Afirmó el renacuajo.-Así no tendré que aguantarla.-Añadió alegre el chiquillo de ocho años.
-No, los dos vais a venir juntos, queráis o no.-Dijo papá autoritario.
-Viviremos en una casa rústica de tu abuelo, en un hermoso pueblo, y podremos recolectar hortalizas y arroz nosotros mismos, además que irás a un hermoso instituto cerca de la casa ¿no te emociona la idea?-Preguntó mamá ilusionada.
-No.-Contesté de forma seca.
-Sí.-Contestó al mismo tiempo mi hermano menor con una gran ilusión como si fuera su cumpleaños. Ambos intercambiamos miradas asesinas al ver lo contrariados que estábamos.
-Vamos, Ryu, Yumiko, pasémoslo bien, será una gran experiencia ¡En marcha!-Gritó como una niña pequeña mi mamá mientras daba saltitos con Ryu, al mismo tiempo que mi padre y yo nos intercambiamos miradas serias y aburridas.
El viaje fue tremendamente largo, no pude ni despedirme de mis amigas, cuando les conté por mensaje lo que sucedió no podían salir de su asombro, y no me extrañaba, ya que dudo que alguien se hubiera imaginado que esto sucedería. Tras el alboroto de explicaciones por mensajes, mientras largas y hermosas canciones sonaban por los auriculares que tenía colocados en las orejas, llegamos a una gigante casa de madera en medio de la nada, estaba rodeada de pasto verde y algunas flores, a lo lejos se veía casas similares a esta, pero por la lejanía parecían más pequeñas. Los pájaros revoloteaban por el aire sonando su hermoso canto, mientras tanto, mariposas y abejas se posaban en las hermosas flores que teñía el suelo marrón y verde en vivos colores, también se veía los saltamontes y algún que otro tipo de insecto o ave a lo lejos, no quería reconocerlo, pero ese paisaje era realmente hermoso, además, justo enfrente de la casa había un riachuelo con un puente de madera que conducía a dos caminos, el primero si girabas a la izquierda te conducía a los cultivos de arroz, mientras que a la derecha te dirigía a una parada de autobús y a un camino por el cual circulaba, que tenía a unos dos kilómetros de distancia, un antiguo y desgastado templo y otros diez kilómetros más allá el instituto, el sentido de la cercanía entre el centro de enseñanza y mi hogar no era tan aproximada como lo pintaba mi madre. Mi padre aparcó el coche cerca del puente de madera, así pudiendo bajar todos y dirigirnos a lo que sería nuestro futuro hogar. Mi abuelo salió de aquella vieja casa saludando con una gran sonrisa en el rostro, mi hermano bajó corriendo del coche para poder abrazarle.
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Wolf's soul Okami no tamashi
RomanceSiempre viví en la ciudad de Tokyo, nunca pensé en mudarme a las afueras, me gusta el ruido, los coches, el sonido de los anuncios y la gente hablando, me crié con ello y nunca experimente lo que sería vivir en tranquilidad en el bosque, en un puebl...