CAPÍTULO 8

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El aire en la habitación de la reina era denso. El rey Namjoon se sentó al lado de su amada reina, sosteniendo su mano con ternura mientras ella yacía en la cama, respirando con dificultad, su rostro pálido iluminado por la luz tenue que entraba a través de las cortinas… Cada respiración de ella era un eco del amor que habían compartido a lo largo de los años, pero también un recordatorio doloroso de que el tiempo se les escapaba.

Namjoon había tenido visiones desde joven, visiones que le mostraban fragmentos del futuro. Pero el día que Taehyung nació, tuvo una que había sido especialmente desgarradora: vio a su reina en sus últimos momentos, rodeada del llanto de un bebé. Desde el nacimiento de su hijo Taehyung , sus propias visiones habían menguado, dejando espacio para las inquietantes premoniciones del niño. Sin embargo, nunca se atrevió a compartirlo con nadie; el peso de esa verdad era demasiado grande y sintió que debía cargarlo solo.

—Te amo —susurró la reina con voz débil, sus ojos llenos de amor y tristeza, mientras miraba a Namjoon—. Siempre serás mi sol.

Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos del Rey. —Y tú siempre serás mi luna —respondió él, apretando su mano suavemente—. No importa lo que pase, siempre estaré contigo.

En ese momento, la puerta se abrió lentamente y Jin entró en la habitación. La expresión en su rostro era grave y decidida; Namjoon lo conocía bien y sabía que no habría entrado sin una razón importante. Sin embargo, el rey sintió una punzada de frustración al ver a su hijo mayor interrumpir ese momento tan sagrado.

—Jin… —dijo el rey débilmente—. No es momento para preocupaciones externas.

Jin vaciló un instante. Podía ver la frustración en sus ojos. Un grito de dolor de la reina resonó en la habitación mientras una intensa contracción atravesaba su cuerpo. El Rey se inclinó hacia ella con preocupación en sus ojos. No podía permitir que nada interfiriera en esos últimos momentos con su amada. 

—Respira hondo, amor mío —le dijo suavemente—. Estás haciendo un gran trabajo.

El príncipe Jin salió de la habitación y en seguida las parteras comenzaron a trabajar al rededor de la reina para traer al pequeño Jungkook al mundo. Al pasar las horas el parto se complicaba, y su amada Jane sufría cada vez más.

El rey Namjoon no podía pensar en nada más, solo podía sentir el terror que lo invadía lentamente al escuchar cómo los gritos de su amada reina se intensificaban, a medida que caía la tarde. De repente, hubo un silencio expectante seguido por un llanto agudo: el llanto del recién nacido resonó en el ambiente, un sonido puro y lleno de vida que contrastaba con la tristeza que envolvía al rey.

—Necesito verlo… —susurro la reina debilmente, extendiendo sus manos temblorosas hacia el bebé. 

El rey Namjoon, con el corazón latiendo desbocado, observó cómo una de las parteras envolvía al pequeño en una manta suave y lo colocaba en los brazos de su madre. Ella lo miró con ternura infinita, sus ojos brillando con amor y orgullo. 

—Es hermoso… —dijo ella, acariciando suavemente el cabello blanco del niño.

Pero en medio de esa felicidad efímera, la sombra de la realidad comenzó a cernirse sobre ellos. La energía de la reina se desvanecía lentamente; cada respiración se volvía más difícil. Con un esfuerzo monumental, levantó la vista hacia su amado rey Namjoon.

—Prométeme… —dijo ella, entrecortadamente, mientras acercaba al bebé a los brazos del rey—. Prométeme que lo protegerás… Que cuidarás de nuestros hijos… siempre.

El rey Namjoon se acercó a ellos, y sostuvo al bebé en sus brazos, conteniendo sus lágrimas. 

—Lo prometo, mi amor. Siempre estaré aquí para ellos.

La reina asintió débilmente una vez más antes de cerrar los ojos lentamente. En ese instante, el rey Namjoon sintió un frío recorrer su cuerpo. Y entonces, como si el universo entero hubiera contenido la respiración durante ese instante eterno, ella exhaló su último aliento, dejando atrás un vacío imposible de llenar. Solo el llanto del bebé resonaba en la habitación. 

El rey sostuvo el cuerpo sin vida de su reina mientras las parteras se llevaban al bebé para atenderlo. 

De repente, la puerta se abrió de golpe y el mayordomo, con el rostro pálido y los ojos desorbitados, irrumpió en la habitación.

—S-su majestad —tartamudeó el mayordomo, incapaz de ocultar su angustia—. Debo informarle… Algo trágico ha ocurrido.

Namjoon levantó la vista, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. 

—¿Qué es más trágico que lo que acaba de ocurrir? —preguntó con voz quebrada.

El mayordomo tragó saliva y se acercó rápidamente. Extendiendo una mano temblorosa colocó a los pies de la reina un objeto que llevaba enrollado bajo el brazo. Con cuidado, desenrolló una túnica verde esmeralda hecha jirones y empapada en sangre. El rostro del rey perdió el color. Sintió que el aire se le escapaba al ver la prenda desgarrada.

—E-es… es la túnica del príncipe Taehyung —dijo el mayordomo con voz temblorosa—. La encontramos en el bosque.

Namjoon sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. Taehyung… Su hijo. Un torrente de miedo y desesperación lo invadió mientras miraba la túnica ensangrentada. No podía ser; no podía perder a otro miembro de su familia el mismo día.

—¿Dónde está Taehyung? —preguntó, tratando de mantener la calma a pesar del caos que se desataba en su interior.

—No lo sabemos, Su Majestad —respondió el mayordomo—. Lo buscamos por todas partes, pero no hemos encontrado rastro alguno de él.

—¡ENCUENTRENLO! —gritó Namjoon, mientras la angustia se apodera de él…

El mayordomo se movió rápidamente, comprendiendo la gravedad de la situación. —Inmediatamente reuniré a los guardias y organizaremos otra búsqueda, su Majestad.

Mientras el mayordomo salía corriendo para cumplir con las órdenes del rey, Namjoon volvió a mirar a su esposa por última vez. Su corazón estaba dividido entre el dolor por su pérdida y el terror por lo que podría haberle sucedido a Taehyung. Nada había podido prepararlo para esto; las lágrimas comenzaron a caer por su rostro; sintió cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor; todo dentro de él se rompía mientras dejaba escapar un grito desgarrador lleno de dolor y desesperación.

PYROS Reino en Llamas [#starpop2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora