CAPÍTULO 16

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Suga corrió hasta llegar a su recámara y allí sentado en su cama reflexionó sobre lo ocurrido. A Jungkook todavía le costaba controlar sus habilidades. Se sintió mal por gritarle, pero sabía que el pequeño se descontroló porque se conectó emocionalmente con él. El pequeño pudo sentir el revoltijo de emociones que él había estado sintiendo desde que dejó a Taehyung a manos de ese comerciante extranjero.

El recuerdo de Taehyung seguía siendo una carga pesada en su corazón. La culpa y la tristeza lo seguían como sombras persistentes, y cada vez que se acercaba al pequeño Jungkook, esas emociones parecían intensificarse. 

—Debo controlarme —murmuró para sí mismo mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente. — No puedo dejar que mis sentimientos lo afecten. 

Se prometió a sí mismo cuidar y proteger al pequeño Jungkook como no lo hizo con Taehyung.

En ese momento, escuchó risas suaves provenientes del jardín. Se asomó por el ventanal y vio a Jungkook jugando con Jimin y algunos animales del jardín: un par de conejitos blancos y un pequeño gato negro. El niño reía mientras acariciaba a los animales, su risa resonando como música en el aire.

Suga sintió una punzada en el pecho al ver la felicidad pura del pequeño. Era como si Jungkook fuera un faro de luz en medio de su oscuridad. Sin embargo, también sintió la presión de sus propias emociones; sabía que si no controlaba su tristeza, podría afectar al niño.

Con determinación, salió de su habitación y caminó hasta el jardín; al llegar se acercó lentamente a Jungkook. 

—Hola, pequeño —dijo Suga con una sonrisa suave, tratando de ocultar la tormenta interna que lo consumía.

Jungkook levantó la vista y se mostró entusiasmado. Le sonreia mientras le mostraba uno de los animales en sus manos.

Suga se agachó para estar a la altura del niño y acarició suavemente el pelaje del conejo. 

—Sí, son adorables —respondió, sintiendo cómo la calidez del momento comenzaba a disipar parte de su tristeza.

El pequeño Jungkook estiró sus brazos hacia su hermano mayor. Suga dudó por un instante ante la idea de sostenerlo nuevamente. Pero miró al pequeño y recordó su promesa: debía protegerlo y cuidarlo. 

—¡Claro! ¡Ven aquí! —dijo finalmente, dejando atrás sus miedos.

Con el pequeño Jungkook en sus brazos, comenzaron a correr por el jardín, persiguiendo mariposas y riendo juntos. Cada risa de Jungkook era como un bálsamo para las heridas invisibles en el corazón de Suga. A medida que pasaban los minutos, comenzó a sentir cómo sus emociones negativas se desvanecían poco a poco; era como si la alegría del niño estuviera purificando su alma atormentada.

Sin embargo, en el fondo de su mente aún resonaban ecos del pasado: recuerdos dolorosos sobre Taehyung y las decisiones que había tomado o dejado de tomar. Pero ahora sabía que no podía permitir que esos pensamientos oscurecieran la luz brillante que era Jungkook.

Al final del día, cuando el sol se ocultó completamente y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo nocturno, Suga tomó la mano pequeña de Jungkook entre las suyas, mientras este dormía plácidamente. 

—Prometo siempre estar aquí para ti —dijo sinceramente. —Te protegeré.

Y en ese momento, Suga sintió una paz interior que no había experimentado desde hacía mucho tiempo. Había decidido enfrentar sus demonios internos por el bien del pequeño Jungkook; esa decisión le dio fuerza para seguir adelante.

Ya estrada la noche, Jhope caminaba con paso decidido hacia la habitación de Suga. Su mente estaba llena de preguntas y preocupaciones tras lo que había presenciado en la habitación con Jungkook y Suga esa mañana. La conexión entre los dos había sido intensa, casi palpable, pero también había un aire aterrador que no podía ignorar.

PYROS Reino en Llamas [#starpop2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora