Entre Cristales y Polvo

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El Ciervocamino avanzaba a toda velocidad, sus pasos resonando con fuerza en los túneles mientras transportaba a Ghost y Scarlett hacia su próximo destino. El silencio entre ellos era cómodo, pero pronto fue roto por la voz grave y resonante del Ciervocamino.

"Gracias, pequeños viajeros," comenzó el Ciervocamino, sin apartar la vista del camino. "Cada estación que desbloquean me permite redescubrir este vasto reino, y con ello, recuperar recuerdos que creí perdidos."

Scarlett, sorprendida por la intervención, sonrió y le respondió con un tono cálido. "Nos alegra poder ayudarte. Este reino es más grande de lo que jamás imaginé, y desbloquear estas estaciones también nos ayuda a nosotros."

El Ciervocamino continuó y bajo un poco la velocidad para poder hablar, su voz reflejando una mezcla de nostalgia y anhelo. "He recorrido estos caminos durante tanto tiempo, y aún así, hay partes de este reino que permanecen ocultas para mí... como mi nido. No sé dónde se encuentra, pero cada estación desbloqueada reduce las posibilidades y acorta el camino."

Scarlett, tocada por sus palabras, miró a Ghost, quien la observaba en silencio. "Ghost, ¿te parece bien que desbloqueemos cada estación que encontremos? Así podremos ayudar al Ciervocamino a encontrar su hogar."

Ghost asintió sin vacilar. Aunque su rostro permanecía impasible, Scarlett podía sentir que él también compartía ese deseo de ayudar al Ciervocamino. El ser que les había servido de transporte y guía a lo largo de tantas travesías no merecía menos.

El Ciervocamino, concentrado en el camino pero claramente emocionado por la promesa, les agradeció. "Se los agradezco de corazón. Tal vez... aún exista otro de mi especie en aquel lugar. No quiero estar solo, aunque debo decir que su compañía ha sido un consuelo en mi soledad."

El silencio volvió a llenar el espacio entre ellos, pero esta vez era un silencio reconfortante, aquel insecto aumentaba una vez más su velocidad para poder llegar a su destino. Scarlett y Ghost contemplaban el paisaje que se deslizaba rápidamente a su alrededor, mientras el Ciervocamino los llevaba hacia las Tierras de Reposo. Finalmente, llegaron a su destino. El Ciervocamino se detuvo, y el zumbido constante del aguijón onírico de Ghost comenzó a intensificarse.

"Gracias por el viaje," dijo Scarlett antes de que bajaran. "No te preocupes, seguiremos ayudándote, pronto encontraras tu hogar."

El Ciervocamino agradeció en silencio, observando cómo sus pequeños pasajeros se adentraban en las Tierras de Reposo.

"Gracias a ustedes, mis amigos," dijo aquel viejo Ciervocamino, que aunque Ghost y Scarlett no podrían oírlo, el retumbar de sus palabras transmitía aquel sentimiento de sinceridad.

Mientras nuestro dúo avanzaba, fueron recibidos por un ambiente que contrastaba con la opulencia dorada de la Colmena. Las Tierras de Reposo, fieles a su nombre, emanaban una calma inquietante. El suelo bajo sus pies estaba cubierto por una fina capa de polvo blanco, como si nadie hubiera pisado esos lugares en siglos. Pequeñas partículas de luz flotaban en el aire, como luciérnagas fantasmas, iluminando tenuemente el camino.

A medida que avanzaban, Scarlett notó que las paredes de los túneles comenzaban a cambiar. Ya no eran las piedras grises y lisas a las que se habían acostumbrado en otras partes del reino; aquí, las paredes estaban cubiertas de extrañas formaciones cristalinas, que reflejaban la luz en patrones intrincados. Había una belleza extraña en esos cristales, pero también algo perturbador, como si ocultaran secretos antiguos.

El silencio era profundo, roto solo por el leve sonido de sus pasos sobre el polvo. No había criaturas que los acecharan desde las sombras, ni ruidos que indicaran la presencia de vida. Era como si el lugar estuviera suspendido en el tiempo, esperando a que algo, o alguien, lo despertara.

Sombra EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora