Sombra Escarlata

Ecos de Penumbra

El tranvía se detuvo con un chirrido prolongado y metálico en las profundidades de Cuenca Antigua. El eco del sonido resonó en las paredes del túnel, reverberando como un lamento distante del reino mismo. Al descender, Ghost pudo sentir el cambio en la temperatura del aire, más frío y húmedo, como si la oscuridad estuviera absorbiendo el calor a su alrededor.

"Este lugar tiene una atmósfera tan pesada," comentó Scarlett, rompiendo el silencio mientras miraba a su alrededor. Podía sentir un leve escalofrío recorriendo su cuerpo, como si la misma oscuridad la estuviera envolviendo. La oscuridad era espesa, casi palpable, y el aire estaba cargado de un olor a humedad y descomposición. "No me extraña que nadie quiera venir aquí."

Ghost la miró con sus ojos vacíos pero llenos de determinación, y asintió. Aunque no podía hablar, Scarlett podía sentir que estaba preparado para cualquier cosa que este lugar les arrojara. Era uno de los aspectos que admiraba de Ghost: su inquebrantable disposición para enfrentar cualquier desafío.

Después de unos instantes de observación, Ghost señaló dos caminos que se extendían frente a ellos. Ambos senderos se adentraban en la oscuridad, pero uno parecía más estrecho y sinuoso, mientras que el otro era más amplio pero igualmente sombrío. Scarlett lo miró, esperando su decisión.

"Supongo que ninguno de estos caminos es seguro, ¿verdad?", murmuró Scarlett, más para sí misma que para Ghost. El silencio del entorno la hacía sentir que sus palabras eran absorbidas por la oscuridad, como si el mismo reino escuchara sus miedos. Al ver la inclinación de su cabeza hacia el camino más estrecho, supo cuál era la elección.

"Vamos por aquí, entonces", dijo Scarlett con una mezcla de resignación y confianza en el juicio de su compañero. Ghost asintió, y juntos comenzaron a avanzar por el sendero oscuro.

El camino descendía ligeramente, y cada paso que daban los adentraba más en el corazón de Cuenca Antigua. El suelo bajo sus pies crujía levemente con cada pisada, como si las rocas mismas intentaran advertirles que se mantuvieran alejados. La oscuridad era opresiva, y el silencio, salvo por el eco de sus pasos, era inquietante. Scarlett podía sentir cómo la tensión crecía a su alrededor, y su instinto le decía que se mantuviera alerta.

No tardaron en encontrar el primer obstáculo. Desde las sombras, un grupo de criaturas emergió, sus cuerpos retorcidos y deformados por la infección. El olor a podredumbre llenó el aire, haciendo que Scarlett arrugara la nariz en una mueca de desagrado. Eran Mawleks inferiores, criaturas arácnidas con cuerpos robustos oscuros, cubiertos de múltiples bolas naranjas de infección que brillaban con un resplandor enfermizo. Las mandíbulas de las criaturas crujían mientras se abrían y cerraban, emitiendo un sonido que recordaba el romper de huesos.

Los Mawleks inferiores atacaban con ferocidad, embistiendo con sus garras o lanzando esferas de infección que cruzaban el aire con un silbido agudo. Ghost fue el primero en reaccionar, desenvainando su aguijón y preparándose para el combate. Sus movimientos eran rápidos y precisos, bloqueando las esferas y contrarrestando con golpes certeros a los Mawleks que se acercaban demasiado.

Scarlett, manteniéndose a su lado, utilizaba su fuego escarlata para mantener a raya a las criaturas que intentaban flanquearlos. Los Mawleks eran numerosos, y sus ataques implacables, pero Ghost y Scarlett luchaban con una coordinación impecable, como si sus acciones estuvieran perfectamente sincronizadas.

El eco de sus ataques resonaba por todo el túnel, acompañado por los gruñidos de las criaturas y el crepitar del fuego de Scarlett. El aire se llenó de chasquidos y el sonido de las esferas de infección estallando contra las paredes y el suelo. Cada vez que una esfera impactaba contra las rocas, un silbido sibilante acompañaba la explosión, dejando un rastro de humo negro que se dispersaba lentamente. La oscuridad parecía cerrarse aún más sobre ellos, como si el propio entorno estuviera conspirando en su contra. Ghost se movía con la agilidad de un cazador experimentado, saltando y girando para esquivar los ataques, mientras su aguijón se hundía en la carne de los Mawleks con precisión mortal. Cada golpe que daba, sentía la resistencia de los cuerpos deformados, y el líguido viscoso de la infección salpicaba el suelo con cada corte.