Miguel
Había decidido utilizar otros medios para hacer que Ana o Nicol, confesara de una maldita vez quien era y cual era su objetivo. No soportaba mas verla en este estado, realmente me dolía ver sus muñecas y tobillos, el peso que había perdido era evidente y las ojeras no lograban enmascarar el agotamiento en su cuerpo.
Mi cuerpo tembló inconscientemente cuando la tome para sentarla en la silla, sentí claramente los huesos de su cintura, estaba molesto pero no del todo con ella sino que conmigo mismo. Conmigo por haber dejado que llegara a esta estancia y con ella por no doblegarse y llegar al limite de su fuerza.
Había que ser realista y admitir que su resistencia nos tenia sorprendidos, pero de la misma manera nos hallábamos molestos, ya que no nos quedaban mas torturas que no causaran daños irreversibles.
Por esa razon hoy después de discutirlo e evaluarlo ampliamente decidimos optar por las drogas. Un método no del toro seguro pero conveniente en esta situación. La puerta se abrió dejando ver el rostro molesto de mi hermana pequeña.
Ana clavo su vista en Noe buscando respuestas mientras mi primo y yo suspiramos con resinación.
- Te dije que esperaras arriba - Me ignoro completamente y tomo un asiento en una esquina. La mirada de Ana, estaba fija en mi hermana pero no lo hablo a ella directamente sino que me reprocho a mi -
- Que esperas saca a tu hermana ¿ No estarás pensando en que vea lo que sea que quieres hacerme no? Es una niña aun -
- Ana Trinidad .... ella ¿ Me mentiste?- Noe, trataba de decir algo pero fue interrumpida por la misma Ana-
- Ana Trinidad, murió hace cuatros años en España lo se y no te mentí - Ellas se miraron en silencio por un minuto completo como si se estuvieran comunicando telepáticamente -
- Ya vasta, Noe sube esto es cosa de adultos - Esta vez fue Antonio, quien perdió la paciencia -
- Déjate de tonterías no será la primera o ultima vez que los vea torturar a una persona me quedo y no se diga mas -
- No es la primera vez ¿De que mierda están hablando?- La furia en su voz era notable-
- Salgan - Me dirigí a los médicos y guardias - Bien ahora que estamos solos en familia, aclaremos los asuntos -
- Yo no pertenezco a su familia -
- Claro que si tu eres mi mujer - Ella se carcajeó -
- ¿Tu mujer? Gracias a dios que no me consideras un enemigo entonces-
- Si te considerada una enemiga ya no tendrías extremidades-
- Valla que suerte tengo entonces, debería agradecerte - Tome una silla y la coloque frente a ella para luego sentarme -
- Sabes lo atractiva que te vez con esa actitud altanera - Me relamí los labios como todo un pervertido, ella estiro su cuerpo mas contra el asiento -
- Maldito loco, no estamos solos - Se apreciaba avergonzada con mis palabras -
- Deberíamos darle algo de intimidad - Antonio, saco a mi hermana de la habitación - Esperaremos fuera - Ana, quedo espantada mientras yo sonreía -
- ¿Que esta pensando esa cabasita? - Acaricie su mejilla con suavidad, el contacto aunque fuera el mas mínimo despertaba mis bajos instintos y no le era indiferente a ella tampoco, ya que su respiración se entrecortaba constantemente -
Baje mi mano a su cuello y acaricie su nuca con las yemas de los dedos - Te gusta no lo niegues, te gusta tanto como a mi - Seguí mi recorrido por sus hombros, baje por sus brazos y solo me detuve antes de llegar a las quemaduras en su muñecas aferradas por las esposas, en ellas deje un beso.
- Detente - Obedecí para que no sintiera que la presionaba de mas, aunque al ver su rostro sonrojado, su respiración acelerada y sus pezones duros me fue extremadamente difícil. -
- Si es lo que quieres - Retire mi cuerpo que estaba casi sobre ella - Entonces por que mejor no terminamos con esto y me cuentas lo que quiero saber -
- Ya te lo dije antes lo que tu quieres saber yo no lo se - Como era posible que fuera tan terca -
- Quiero que me escuches, no me importa que trabajes para la F.E.I, solo quiero saber que es lo que buscan con infiltrarse en mi territorio, casa y trabajo. Solo eso te pido, no te matare ni tendrás que sufrir mas por esto, te lo juro -
- ¡No puedo darte lo que me pides por que no lo se! - Me levante furioso y le di una patada a la silla estrellándola contra la pared -
- ¡¿Por que le tienes tanta lealtad a esa gente? Tu compañero solo tardo una semana bajo tortura para entregarte. Le das tu lealtad a la gente que te traiciona!-
- Te lo vuelvo a repetir no soy agente de la FEI, no tengo lealtad a nadie de ellos-
- ¡¡ Entren!! Te e dado muchas oportunidades no me juzgues por esto. Ustedes empiecen- Me dirigí a los médicos -
Tome asiento en la misma esquina en donde estaba antes mi hermana. mientras ella y mi primo se quedaban cerca de la puerta. Uno de los médicos insertaba una aguja conectada a un gotero mientras otro cortaba la sudadera con una tijera para luego pegar unos sensores en su cuerpo que controlaría ritmo cardiaco y presión arterial . Si fuera otro prisionero no me tomaría la molestia de esto ultimo pero como se trataba de Ana, tenia que cuidarla no seria la primera vez que estas drogas podían causar un derrame cerebral o un ataque cardiaco.
- Cuando usted diga - Me dijo el medico y yo asentí para darle el ok - La droga comenzará a hacer efecto en aproximadamente dos minutos, lo primero podía ser desconcierto ya que podría tener alucinaciones y decir cosas sin sentido, luego sentirá dolor y podrán empezar -
Ella mantenía la cabeza agacha, mientras mi corazon se sentía tan incomodo como nunca.
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Discípula de la mafia
Roman d'amourSe recomienda leer antes mi diabla. Ana Trinidad, una joven que conoció la maldad desde su edad temprana, fue vendida por su padre a la mafia rusa, rescatada por una ex agente Zafiro Martines para al final ser secuestrada y dada por muerta. Nada de...