Hunter
Mi realidad apesta.
La única forma en que logro sobrellevarla es sumergiéndome en el aislamiento de mis auriculares. La música se convierte en mi único refugio, un muro que me separa de lo que no quiero enfrentar. Al ritmo de las notas, pretendo que los problemas no existen, como si el mundo pudiera quedarse en pausa mientras camino por el bosque.Oscuridad.
Silencio.
Mis manos metidas en los bolsillos, los árboles me rodean como sombras alargadas. Nunca he temido la oscuridad. He visto lo peor de este mundo, y para ser honesto, pocas cosas logran sorprenderme.
Los muertos, sin embargo, tienen una habilidad especial para molestarme. Siempre me buscan, ya sea para jugar o para pedirme ayuda, como si mis propios problemas no fueran suficientes. Es irritante, agotador.
¿No pueden simplemente irse a descansar en paz y dejarme en paz?
Ruedo los ojos ante ese pensamiento, porque sé que no va a suceder.
Y entonces aparece.
Una sombra.
No, una figura. Totalmente negra, su silueta se perfila contra la negrura del bosque. Hay sangre en su cuerpo: un rojo intenso que gotea desde sus extremidades y forma charcos sobre la tierra.
¿Un fantasma?
¿Un humano?
No estoy seguro.
Lo único que distingo es que parece una niña o un niño, de no más de ocho o nueve años, con una cabellera larga que le cubre el rostro.
—¿Qué quieres? —pregunto, fastidiado, sin detenerme a pensar demasiado. Estoy acostumbrado a estas cosas. Quizá demasiado.
No responde de inmediato. Su cabello flota como si estuviera suspendido en agua. Me observa, o eso creo, porque no puedo ver su rostro.
—No vine a pedirte nada. Solo a advertirte.
Una advertencia.
Nunca es solo una advertencia.
Estas entidades siempre quieren algo. Pero el tono de su voz, indistinto entre lo masculino y lo femenino, me pone en alerta.
—Ten cuidado, Hunter —continúa, con un aire extraño, como si saboreara cada palabra que dice—. Un paso en falso, y tu vida terminará. Pero no estás solo en esto. Pronto encontrarás a alguien que te amará, tanto como tú a esa persona.
Río, una carcajada amarga que se mezcla con la quietud del bosque.
—¿Amar? —repito, incrédulo—. No me interesa el amor. Es solo una distracción. Es como darle a alguien una pistola cargada, apuntando directamente a tu corazón, y esperar que no te dispare.
El espectro permanece en silencio por un momento, como si evaluara mis palabras. Luego, se inclina hacia adelante, su cabello cayendo como un velo oscuro.
—Cualquier paso en falso puede acabar con tu juego y con el de ella. Y cuando digo "juego", hablo de la vida, Hunter.
No puedo evitarlo; doy un paso atrás, no por miedo, sino por la intensidad de su presencia.
—¿Quién eres? —exijo, metiendo las manos en mis bolsillos para ocultar mi nerviosismo—. ¿Qué quieres de mí? Y, más importante, ¿cómo sabes mi nombre?
El espectro parece disfrutar mi incomodidad.
Su cabello se agita, como si un viento invisible lo rodeara, y su forma comienza a oscilar.
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Detras de sus ojos
FantasiLa muerte de su hermana cambió todo para Aria. Un misterio sin resolver, secretos que se ocultan tras cada sombra, y una verdad que parece querer devorarla. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Y por qué la vida de Aria ahora está marcada por la oscuri...