Hunter
La mansión, como siempre, estaba sumida en un silencio pesado, un silencio que me parecía más ominoso con cada paso que daba por sus pasillos. Cada rincón de este lugar estaba marcado por la huella de Steve, como si quisiera borrar todo lo que me pertenecía. Pero yo lo sabía, este era mi hogar. Aunque ya no lo parecía, aún quedaba una pequeña chispa de lo que alguna vez fue, algo que me hacía sentir que, en el fondo, el lugar seguía siendo mío.
Me apoyé contra una de las columnas del salón, mirando las sombras proyectadas por la chimenea. Esta casa había sido el refugio de mi familia, una vez llena de risas, de historias que mi madre y padre contaban junto al fuego. Ahora, todo eso se sentía lejano, como un eco que ya no podía alcanzar.
Mi mente estaba demasiado ocupada con los recuerdos de Selverkeep y con la constante presencia de Steve en mi vida, pero un sonido sordo en la puerta me sacó de mis pensamientos. Alguien había llegado.
Me acerqué rápidamente, sin hacer ruido. Al abrir la puerta, me encontré con una figura que me dejó congelado: Agatha.
No la había visto en años, y por un momento, todo mi cuerpo se tensó. Ella estaba ahí, parada en el umbral, como si el tiempo no hubiera pasado. Había pasado tanto desde que la había perdido, desde que ella me había dado la espalda, y ver su rostro otra vez... me provocó una mezcla de ira y sorpresa que no supe cómo manejar.
—¿Tú? —mi voz salió más áspera de lo que había esperado.
Ella parecía perdida, mirando alrededor con cierta incomodidad, como si no supiera qué hacía allí. No había sido fácil aceptar que Steve la había reemplazado en mi vida, pero ver cómo entraba en mi casa... Fue como un golpe al estómago. Sin embargo, no podía dejar de observarla. No sabía si era la nostalgia o algo más, pero en sus ojos había una verdad amarga. Ella pensaba que yo estaba muerto.
—Hunter... —dijo, su voz quebrada, y me di cuenta de que la última vez que me vio, probablemente pensaba que nunca volvería.
Fruncí el ceño, tratando de controlar la ira que burbujeaba en mi interior. ¿Por qué había venido? ¿Por qué ahora?
—Pensé que... pensaba que estabas muerto —continuó, bajando la mirada, como si sus palabras fueran un peso demasiado grande para sostenerlas. Su voz temblaba. —Escuché lo que dijeron. Todos dijeron que habías muerto, que no quedaba nada de ti...
Me aparté de la puerta, permitiendo que entrara, aunque mi cuerpo no dejaba de tensarse. No sabía qué hacer con ella. ¿Qué podía decirle? ¿Qué quedaba por decir cuando ya había perdido todo?
—¿Qué quieres, Agatha? —pregunté, mi tono frío, más por protegerme a mí mismo que por ser cruel. —¿Por qué estás aquí?
Ella dio un paso hacia dentro, como si necesitara la distancia que la puerta le había negado.
—Vine porque... porque oí que habías regresado. Pero no entendía... —Su voz se quebró un poco y respiró hondo, buscando encontrar sus palabras. —No entendía por qué nadie me dijo la verdad. Pensé que nunca más te vería... y... y cuando supe que habías vuelto... —su mirada se encontró con la mía, llena de una vulnerabilidad que no le conocía—. Necesitaba ver si era verdad.
Por un instante, la habitación quedó en completo silencio. ¿De qué estaba hablando? No podía entender por qué había venido. ¿Por qué había creído todo lo que se dijo? Pero sabía que su presencia aquí significaba algo más. Había escuchado rumores, tal vez de los mismos que habían jugado con mi vida en el pasado, que me creyeron muerto sin razón.
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Detras de sus ojos
FantasyLa muerte de su hermana cambió todo para Aria. Un misterio sin resolver, secretos que se ocultan tras cada sombra, y una verdad que parece querer devorarla. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Y por qué la vida de Aria ahora está marcada por la oscuri...