La figura en la fuente había desaparecido, pero la sensación de maldad aún persistía en el aire, como si algo oscuro y antiguo estuviera a punto de desatarse. Aria seguía aferrada a mi brazo, sus ojos dorados fijos en el agua, su respiración entrecortada. Me giré hacia ella, sintiendo la presión en mi pecho crecer.
—Esto no puede estar pasando —dije, apenas audible, sin querer creer lo que acababa de suceder.
Aria, visiblemente afectada, apartó la mirada de la fuente y me miró, su rostro una mezcla de confusión y miedo. No le había dicho la verdad. No le había contado sobre la amenaza que Steve había insinuado, ni sobre la sensación creciente de que algo estaba profundamente mal. Las palabras del oscuro supremo retumbaban en mi mente: "El ciclo ha comenzado. No puedes huir de lo que eres."
—Hunter... —susurró Aria, como si intentara entender el caos que acababa de desatarse. No había visto nada como esto, nada tan extraño o peligroso, y de alguna forma, yo tampoco. Aún no lo comprendía todo, pero sabía que Steve estaba involucrado, de alguna manera.
Me aparté de su mirada, mirando el lugar donde la figura se había desvanecido. Las sombras del jardín parecían más densas ahora, más pesadas, como si la oscuridad misma estuviera tomando forma a nuestro alrededor. Una ráfaga de viento frío nos azotó, y por un segundo, sentí que algo nos observaba. No, algo no, alguien. Un poder antiguo y despiadado que había atravesado el umbral de Selverkeep.
—Tenemos que regresar dentro —dije, con una firmeza que no sentía, pero que sabía que debía mantener.
Aria asintió, pero antes de que pudiera dar un paso, una figura apareció entre los árboles, emergiendo de las sombras con la facilidad de un espectro. Me congelé al instante. Era Steve. Su rostro estaba más sombrío que nunca, sus ojos azules brillaban con una intensidad inquietante, pero lo que más me preocupaba era la forma en que se movía. No era el Steve que conocía, no el de siempre. Algo en él había cambiado.
—¿Qué demonios pasó aquí? —dijo, su voz baja y peligrosa, pero al mismo tiempo, algo no se sentía bien en sus palabras. Como si no fuera él quien hablaba.
Me tensé, preparándome para lo que sea que pudiera suceder. Aria, a mi lado, parecía igual de alerta.
—Te dije que no te acercaras —respondí, mi voz llena de reproche. Pero en el fondo, algo más profundo me decía que las advertencias de Steve no eran solo paranoia. No podía explicarlo, pero sabía que la amenaza que estaba sobre nosotros no provenía solo de lo que habíamos visto, sino de algo mucho más grande, algo que Steve había tocado sin querer.
Steve no reaccionó inmediatamente. Sus ojos se dirigieron a Aria, y por un momento, vi una chispa de reconocimiento, como si algo dentro de él estuviera despertando.
—Tienes razón en algo, Hunter —dijo Steve, su tono sombrío—. Ella no está aquí por accidente. No lo está.
Aria se tensó a mi lado, pero antes de que pudiera hacer o decir algo, Steve dio un paso adelante, su cuerpo moviéndose con una fluidez que no le era propia.
—Steve, ¿qué estás diciendo? —le exigí, mis puños apretándose por instinto. Algo no cuadraba.
—Tienes que entenderlo —dijo, su voz cada vez más grave—. No somos solo humanos. No somos solo lo que creemos ser. Lo que está pasando aquí es más grande de lo que imaginas. Y Aria... Aria tiene algo dentro de ella. Algo que no puede ser controlado.
Aria dio un paso atrás, su mirada llena de confusión y miedo.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, su voz temblorosa, pero intentando mantener la calma.

ESTÁS LEYENDO
Detras de sus ojos
FantasyLa muerte de su hermana cambió todo para Aria. Un misterio sin resolver, secretos que se ocultan tras cada sombra, y una verdad que parece querer devorarla. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Y por qué la vida de Aria ahora está marcada por la oscuri...