La tensión en la sala aún vibraba en el aire. Hunter permanecía frente a mí, su postura relajada pero sus ojos dorados fijos en los míos, llenos de determinación. Steve, en cambio, se cruzó de brazos en la esquina, con una mirada que mezclaba aburrimiento y algo más que no lograba identificar del todo.
—Aria, concéntrate —dijo Hunter, su tono bajo pero firme—. No pienses en mí como tu amigo. Ahora soy tu objetivo.
—¿Amigo? —interrumpió Steve con una risa sarcástica—. Hunter, no exageres. Nadie te ve así.
Hunter ni siquiera se dignó a voltearse hacia él. Yo, sin embargo, giré ligeramente la cabeza hacia Steve y le lancé una mirada que, esperaba, lo hiciera callar. Sorprendentemente, funcionó. Al menos por el momento.
—Vamos, Aria. Estoy esperando —dijo Hunter, flexionando ligeramente las rodillas, poniéndose en guardia. Su tono no era desafiante, sino más bien alentador.
Cerré los ojos un instante y traté de sentir nuevamente esa corriente ardiente dentro de mí, como me había enseñado. La energía surgió, tibia al principio, pero rápidamente escaló a un calor abrasador que se extendía por todo mi cuerpo. Mi piel parecía vibrar, y las puntas de mis dedos comenzaban a brillar con un leve resplandor dorado.
Abrí los ojos, y el fuego chisporroteó en mi palma.
—Eso es —dijo Hunter, sus ojos brillando con aprobación. Dio un paso hacia atrás, invitándome a avanzar—. Ahora controla el flujo. No dejes que te controle a ti.
Tomé aire y levanté la mano, sintiendo cómo el fuego respondía a mi voluntad, fluctuando entre un débil chisporroteo y una llamarada furiosa. Di un paso adelante, con los ojos clavados en Hunter. Mis movimientos eran cautelosos, pero algo en su postura relajada me irritaba. ¿Por qué no parecía ni un poco preocupado?
—Vamos, Aria. Más rápido —insistió Hunter.
—¿Por qué no me atacas tú? —le espeté, con la frustración burbujeando en mi voz.
—Porque este entrenamiento no se trata de mí —respondió, como si la respuesta fuera obvia—. Se trata de ti. Necesitas aprender a atacar sin perder el control.
Antes de que pudiera responder, Steve habló desde su rincón.
—O tal vez simplemente no quiere que le quemes el trasero. Admitámoslo, Aria, Hunter no es precisamente un modelo de autocontrol.
—¡Steve, basta! —grité, girándome hacia él con una chispa de fuego escapándose de mi mano.
Steve alzó las cejas, sorprendido, pero su sonrisa no desapareció.
—Oh, cálmate. Solo estoy diciendo lo que todos estamos pensando.
—Eso es suficiente —interrumpió Hunter, su tono bajo y peligroso. Dio un paso adelante, interponiéndose entre Steve y yo—. Si no tienes nada útil que decir, sal de aquí.
—¿Y perderme el espectáculo? Ni hablar —respondió Steve, pero se recostó contra la pared con los brazos cruzados, aparentemente dispuesto a guardar silencio.
Hunter volvió a enfocarse en mí.
—No dejes que te distraiga. Mantén tu energía enfocada en el objetivo.
Asentí, obligándome a calmar la respiración y centrarme. La energía dentro de mí zumbaba, como si respondiera no solo a mi voluntad, sino también a mi emoción. Levanté ambas manos, dejando que el fuego creciera, moldeándolo en dos esferas brillantes. Podía sentir el peso de la energía en mis palmas, como si el fuego tuviera su propia gravedad.
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Detras de sus ojos
FantasyLa muerte de su hermana cambió todo para Aria. Un misterio sin resolver, secretos que se ocultan tras cada sombra, y una verdad que parece querer devorarla. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Y por qué la vida de Aria ahora está marcada por la oscuri...