Recogí mi equipo con rapidez, guardando cada herramienta y cada trozo de equipo con la precisión que me había enseñado la experiencia. No me importaba que estuviéramos en una ciudad extraña; todo lo que quería era salir de allí y volver a lo seguro. Pero entonces, Aria me miró con esa sonrisa tan característica de ella, una mezcla de confianza y curiosidad que siempre me desconcertaba.
— Oye, Hunter, ¿me harías un favor antes de irnos? —dijo mientras guardaba su espada en su funda, su tono ligero como siempre.
Miré hacia ella, algo confundido, y respondí sin mucho interés:
— ¿Qué favor? ¿No podemos simplemente salir de aquí y dejar todo atrás? — Mi voz salió más cortante de lo que pretendía, pero estaba agotado. A veces, las preguntas de Aria me dejaban sin saber qué pensar.
Pero ella no se inmutó, como si ya conociera cómo lidiar con mi carácter.
— ¿Un tour? — me dijo con un brillo juguetón en sus ojos dorados. — Quiero ver más de Selverkeep antes de irnos. Ya sabes, el lugar tiene un montón de historia y... bueno, no soy muy buena con las ciudades grandes. Pensé que podrías mostrarme los alrededores, tú que conoces todo.
Solté un suspiro, aunque no podía evitar que una parte de mí quisiera aceptar, aunque no lo entendiera bien. Aria era nueva, y en cierta forma, me sentí algo responsable de que no se perdiera en ese caos de calles y edificios. Además, algo en su mirada me decía que no podía decirle que no, aunque no quería admitirlo.
— Está bien —dije, encogiéndome de hombros. — No soy un experto, pero te llevaré a los lugares principales. No te emociones demasiado, no es nada del otro mundo.
Aria soltó una pequeña risa y se adelantó mientras comenzábamos a caminar por las calles de Selverkeep.
Mientras caminábamos por las calles de Selverkeep, algo en el aire parecía diferente. El bullicio de la ciudad estaba en su punto máximo, pero había algo en el comportamiento de Aria que lograba suavizarlo todo. Tal vez era su forma tan despreocupada de enfrentar la ciudad, o su risa constante que, aunque a veces un poco irritante, también lograba calmarme de una forma extraña.
- Este lugar es... ¿siempre tan caótico? - preguntó Aria mientras esquivaba a un par de mercaderes que casi la atropellan con sus carretas cargadas de especias.
Me detuve y la miré por un momento.
- Lo parece. Aunque, para ser honesto, no suelo salir mucho por aquí. La gente es... interesante.- Intenté sonar distante, pero algo en su forma de mirar las cosas me hacía sonreír involuntariamente.
Aria, sin embargo, parecía disfrutar de la confusión a su alrededor.
- Interesante, ¿eh? ¿Eso es lo que le dices a los turistas? Es como si alguien me estuviera gritando constantemente que tengo que comprar algo, y luego hay otros que me miran como si estuviera en la misma categoría que los mercaderes de arte.
Solté una risa, más por su actitud que por lo que decía. Sabía que era su manera de intentar aliviar la tensión que creaba mi incomodidad. A veces, me parecía que Aria no tenía filtros, como si todo lo que pensaba se volviera audible.
- Solo tú podrías ver la ciudad como un mercado de arte,- le respondí, sin saber si estaba bromeando o no. - En todo caso, no es tan malo. Si lo miras con otros ojos, tiene algo de encanto.
- Bueno, entonces tu versión del encanto debe ser más... sombría,- dijo, mirando las torres de piedra que se elevaban hacia el cielo gris. - Parece más como un castillo de miedo. Si hay fantasmas aquí, no me sorprende.
Me quedé en silencio, luchando contra esa sensación que siempre tenía cuando Aria hablaba. Esa extraña mezcla de desinterés por lo que decía y al mismo tiempo una necesidad de escucharla, de entender qué la hacía tan... ella. Sabía que tenía algo que me atraía, pero no quería admitirlo, no quería ponerle nombre a lo que sentía.
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Detras de sus ojos
FantasyLa muerte de su hermana cambió todo para Aria. Un misterio sin resolver, secretos que se ocultan tras cada sombra, y una verdad que parece querer devorarla. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Y por qué la vida de Aria ahora está marcada por la oscuri...