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DESPECHO

Mayo de 2022

Ciudad de México.

La noche era fresca mientras el tabaco se consumía en manos de Julio Cesar. El alcohol comenzaba a hacer algunos estragos en su conciencia tras salir a la terraza, pero últimamente gustaba de ese adormecimiento mental que causaba el alcohol, ese consuelo que ya no encontraba estando sobrio. Cualquier cosa era mejor que pensar en Inda a cada segundo.

Uriel- Amigo deberías entrar, Azucena no hace más que preguntar por ti. Deberías estar con ella.

Julio Cesar- Dile que ya me fui.

Uriel- No puedo hacer eso, vamos entra.

Julio Cesar- Te consta que lo intento, pero no sé de qué hablar con ella nunca. A demás no tiene sentido, pasemos o no tiempo juntos el compromiso está hecho.

Uriel- No logro entender por qué te comprometiste queriendo aun a Inda.

Julio Cesar- Es que Azucena es tan frívola. Inda… mi Inda… Ella es tan dulce, tan tierna, tan divertida.

Uriel- ¿Y qué haces con Azucena entonces?

El semblante de Julio Cesar se ensombreció al pensar en ello.

Julio Cesar- Me engañó. La muy desalmada me engañó, seguramente solo para darles mi apellido a sus hijas. Qué ciego estuve, qué razón llevaba mi padre.

Uriel- Simplemente no me cabe en la cabeza. Inda se desvivía por ti ¿por qué te engañaría con alguien más?

Julio Cesar- Y yo qué sé. Cuando ese tipo me buscó no creí nada de lo que me dijo hasta que él mismo me propuso la prueba de ADN.

Uriel- Si no fuera por esa prueba la verdad ni yo ni nadie te creería. Pero si tu decisión fue darle gusto a tu padre comprometiéndote con Azucena será mejor que intentes ser feliz con ella, aún no se casan y ya son un par de perfectos desconocidos. Hasta donde yo sé eso viene con los años.

Julio Cesar- Como sea, creo que ella también percibe que no tenemos nada en común. Solo quiero quedarme aquí y odiar a Inda un poco más.

Uriel- Lo que deberías de hacer es devolverle a sus hijas si ya sabes que no son tuyas.

Julio Cesar- Eso no va a pasar, no hasta que sienta el dolor que ella me ha hecho sentir a mí.

Azucena- Julio, aquí estás. Te he buscado por todas partes, vamos, quiero seguir bailando.

La linda chica de largas piernas salió a la terraza donde se encontraba su prometido, ella lo miró de arriba abajo con detenimiento. Le gustaba demasiado admirar al siempre bien vestido tipo de peinado de libro abierto y tez apiñonada.

El beso que le dio en la pista de baile bajo la poca luz del club le supo a cartón a Julio Cesar, pero si era aquello lo que debía hacer para olvidar a Inda suponía valer la pena. Después de todo ¿Cómo no querer olvidar a la mujer que un día había dicho amarlo y haberle dado
dos hijas para después enterarse de la peor manera que todo aquello no fue más que un vil engaño y ese par de niñas no eran más que el intento de aferrarse a su dinero y su apellido? ¿Cómo perdonarla después de saber que aquel tipo con el que lo engañó había sido solo una aventura de una noche? ¿Cómo creer realmente que no era el monstruo que su padre tantas veces le advirtió que resultaría ser?





IDILIO DE UNA VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora