Prólogo

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¿Qué pasó?

¿Qué nos pasó?

La noche había caído sobre la ciudad de Seúl, y la oscuridad la consumía por completo. Aunque era verano, las temperaturas eran inusualmente bajas; una ola de frío parecía cubrir la ciudad como un manto. El cielo estaba completamente negro, sin señales de estrellas brillantes ni de luna llena. Parecía que se habían reunido nubes, las mismas nubes que prometían lluvia.

La casa estaba oscura y silenciosa. No había nada en ella que se pareciera a lo que solía ser. No se oían risas en los pasillos y la atmósfera pacífica había desaparecido; había desaparecido hacía mucho tiempo, según estaría de acuerdo la mayoría.

Sólo había una habitación que estaba débilmente iluminada.

Dos figuras estaban sentadas una frente a la otra en la mesa de café central.

Una de ellas, una mujer, estaba sentada en el sofá, con las piernas cruzadas elegantemente y un codo apoyado en el apoyabrazos. Su mirada estaba vuelta hacia abajo, con una silenciosa sensación de derrota que se cernía sobre ella, tendida en una nube negra y siniestra.

¿Y la otra persona? Otra mujer, que estaba de pie frente a ella, con las manos enterradas en los bolsillos laterales de su grueso abrigo, cerradas en puños. Su postura estaba lejos de la que siempre había conocido como juguetona y relajada, y sus ojos no transmitían nada de la calma que transmitían los ojos de una bella mujer de ojos felinos: había fuego ardiendo en ellos, la emoción ardía bajo la superficie.

—No creo... —empezó Jennie, con voz suave, rompiendo el tenso silencio que se había apoderado de ellas—... que esto vaya a funcionar. No estoy segura de que alguna vez lo haya hecho.

—¿Lo quieres entonces? —preguntó Lisa casi instantáneamente, con las manos temblando por el esfuerzo que le tomaba mantener su ira bajo control.

Jennie sacudió la cabeza con tristeza.—Ambas lo hacemos.

—Está bien —escupió Lisa y, con esa última palabra, salió furiosa de la habitación.

El sonido de la puerta principal cerrándose detrás de Lisa resonó en la casa vacía.

Fue solo entonces que Jennie se permitió bajar la guardia, su cabello cayendo sobre sus hombros, ocultando su rostro mientras las lágrimas se derramaban sobre sus mejillas hinchadas.

El principio del fin 𐙚 JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora