Capítulo 21

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Jennie estaba leyendo el libro "Eleonor & Park" cuando Lisa llegó a casa esa fría tarde de diciembre, con una taza humeante de leche con chocolate caliente en la mesa de café frente a ella y una manta suave alrededor de sus hombros.

Jennie escuchó que se abría la puerta principal y frunció el ceño. Solo había una persona a su lado que tenía una llave de acceso y le costaba creer que la rubia estuviera en casa.

Jennie todavía tenía el ceño fruncido cuando Lisa entró en la sala de estar, trayendo consigo el fresco aroma del invierno. La morena había cerrado su libro y había puesto un pie en el suelo. La otra pierna todavía estaba doblada debajo de ella, mirando hacia arriba a la amplia sonrisa que adornaba los rasgos de Lisa.

—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó Jennie, la confusión se mostraba claramente en su voz y expresión.

La sonrisa de Lisa se hizo más amplia.—¿Esa es mi 'bienvenida a casa'?—bromeó Lisa, inclinándose para besarla.

Por un momento, mientras el olor de Lisa y del invierno invadía sus sentidos, a Jennie no le importó la proximidad. Pero entonces el instinto entró en acción y giró la cabeza, lo que provocó que Lisa besara su mejilla hinchada. Abandonando su libro en el sofá, a su lado, se puso de pie y dio un paso atrás mientras Lisa se alzaba sobre ella.

—Te hice una pregunta—recordó Jennie.

La sonrisa de la tailandesa regresó.—He vuelto a casa—declaró Lisa, acortando la distancia entre ellas y tomando a la morena en sus brazos. Con las manos extendidas sobre la parte baja de la espalda, Lisa golpeó suavemente a Jennie contra su pecho, arrancandole un jadeo de la garganta.—Te extrañé—murmuró Lisa suavemente, inclinando la cabeza hacia abajo para que su frente descansara contra la parte superior de la cabeza de Jennie.

Jennie tragó saliva con fuerza, mordiéndose el labio para evitar que una respuesta escapara de su boca. Su corazón latía con fuerza en su pecho de tal manera que parecía como si estuviera tratando de salir, de destrozarla y escapar. La proximidad era embriagadora, el aroma de Lisa la mareaba, el toque de la rubia enviaba un fuego salvaje que la recorría, las palabras de Lisa se filtraban a través de su piel, se diluían en su sangre y se enterraban tan profundamente en su corazón, se incrustaban con tanta fuerza en su memoria, que estaba segura de que nunca las olvidaría, y se reproducirían en su cabeza una y otra vez: una melodía conmovedora.

Los labios de Lisa rozaron su sien y su respiración se entrecortó, sus ojos cerrándose contra su voluntad, sus manos temblaban allí donde descansaban sobre los brazos inesperadamente fuertes de la tailandesa. Los labios de Lisa alcanzaron su mejilla hinchada y le costó todo su esfuerzo quedarse quieta un segundo más. Se apartó bruscamente, se escabulló de los brazos de la rubia y le dio la espalda.

Jennie prácticamente podía sentir la confusión emanando de Lisa en oleadas.

—Oye, Nini, ¿qué pasa? —murmuró Lisa con suavidad. De repente, su presencia estaba detrás de ella y su mano apartaba el cabello de los ojos de Jennie.

—Nada —respondió Jennie automáticamente, alejándose un paso más de la rubia, cortando la conexión física entre ellas—. Yo... Sólo... tengo dolor de cabeza—.Terminó Jennie.

Lisa dio un paso adelante. Jennie cerró los ojos con fuerza, rezando para que Lisa no insistiera más en el asunto. No quería lidiar con eso, no quería.

La mano de Lisa le rozó la espalda baja.—Me daré una ducha—.Lisa anunció, antes de pasar rápidamente junto a la morena. El toque de Lisa dejó un rastro de calor en la piel de Jennie, y ella tragó saliva espesa, mirando a la rubia salir de la habitación.

El principio del fin 𐙚 JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora