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Delroy le tendió el periodico a Rene mientras este desayunaba.
Este lo leyó y gruñó.
-¿Otra joven desaparecida? No paran de desaparecer.-Se quejó con un tinte de preocupación.
-Quizás se perdieran por el bosque, Señor. En la ciudad no hay donde esconderse de los insidiosos cotilleos, están por todas partes.
-No sé, Delroy, me temo que es algo mucho más oscuro. Peinaré el bosque en su busca.-Dijo.
-No, señor es peligroso, si lo ven...
-No hay más que hablar, ayudar está en mi naturaleza.
-Sí señor. Llévese un sable por lo menos.
-Así lo haré.
Cogió su viejo sable y salió por la puerta.
Recorrió el camino despejado, no había ni rastro de vida humana más allá de él.
Entonces entró en las profundidades.
Caminó saltando troncos caídos y escalando rocas.
Llegó a un claro, donde recobró el aliento.
A pesar de intentar mantenerse en forma mediante ejercicio no estaba acostumbrado a caminar largas distancias ya que llevaba más tiempo del que podía recordar escondido y saliendo lo menos posible de su casa del bosque.
Una vez recuperó energía siguió sondeando el bosque. Llegó a la parte más profunda, no había estado nadie ahí en años. Sí había desaparecido alguien en aquel bosque debía estar ahí.
Según recordaba era una espeso camino de rosales llenos de espinas que conducía a un claro. Su padre había mandado a plantar aquellas plantas, y Delroy siempre le advertía al joven Rene que tuviera cuidado con los pinchos, ahora que su padre habia muerto nadie cuidaba los rosales y habian crecido desproporcionadamente hasta impedir el paso al claro. Nadie podía pasar sin hacerse cortes en el intento.
En el momento en que acercó a examinar las rosas pisó algo pegajoso: sangre.
-¿Hay alguien herido?- Gritó para que si la joven seguía viva le oyera.
Nadie contestó.
Rene no sabia que hacer si había alguien muerto enredado en los rosales, con las espinas clavándose en su carnes, pues no podía atraer atención al bosque.
Supuso que Delroy podría dar sepultura al supuesto cuerpo, pero le pesaba el hecho de que sus familiares nunca sabrían el fatal destino de la joven y jamss podrían ponerle flores en su tumba.
Desenvainó el sable y lo alzó para atacar los rosales con todas sus fuerzas en un intento de cortarlo para buscar el cadáver. Fue en vano, las ramas de los rosales eran endemoniadamente resistentes.
Tras un par de intentos se rindió y se aventuró por el camino de vuelta.
Le ordenaría a su sirviente que despejara el camino.
Entonces vislumbró en el lago a una joven desnudándose.
Se escondió tras un arbusto y observó con fervor y sorpresa que era la angelical joven que vio aquella vez.
La joven se despojó de su vestido de boda, que cayó desde sus hombros por su su espalda, y se metió a la cristalina agua.
La joven se llevó la mano a su pecho izquierdo y pellizco con recelo su pezón, como si temiera y no comprendiera el placer que su cuerpor podía proporcionarle.
La otra mano se hundió bajo el agua y las mejillas de la dama de tornaron rojas.
Gimió mientras movía sus caderas contra su mano, Rene lo sabía por las ondas de agua que provocaba su actividad.
La observó masturbarse embelesado.
Se inclinó para ver mejor, pero una rama crujió y la joven se giró sobresaltada.
Era poco probable que pudiera verle tras los arbustos, pero corrió de vuelta a su hogar, ya oscurecía.
Por supuesto se olvidó de los rosales y todo lo relacionado

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