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Etoile agotó la comida en una semana pues comía para recuperar fuerzas y mantenerse caliente.

Se pasó los dos día siguientes cavando en la nieve en busca de una salida como había hecho sin parar durante esa semana, pero sin beber ni comer.

Cuando llegó el tercer día no podía ni tenerse en pie, entonces cayó al suelo exhausta.

Cayó junto al cadáver, gélido y apestoso por la putrefacción, pero que se conservaba bien por el frío.

La sangre que se había congelado sobre el suelo de madera, hasta formar un hielo carmesí, entró en contacto con sus labios secos y cortados por la falta de hidratación.

En un acto reflejo sacó la lengua y recogió un poco de hielo con ella, se lo llevó a la boca y a pesar del asqueroso sabor se sentía mejor.

Así aguantó dos días más.

El hambre la estaba matando y si no comía algo pronto moriría.

Creía que el hielo le mantendría el estómago lo suficientemente lleno como para conservar su cordura pero no fue así.

El noveno día de cautiverio empezó a oler algo apetitoso: el cadáver al que le faltaba poco para que los gusanos lo empezaran a devorar.

Detuvo su cínico pensamiento.

"No."- Se dijo así misma.

-Pero él ya está muerto, si no comemos algo moriremos pronto.-Dijo en voz alta su otra personalidad, que había desarrollado al perder la cordura.-Has comido sangre, ¿De qué manera la carne es peor?

"Es un ser vivo"-Intentó callar a esa voz.

-No, ya no.-Dijo.

"Te lo pido por favor, no me obligues"

-Y yo te pido por favor que vivas, después de todo si tu mueres yo muero.

"No."-Se negó sin darse cuenta que se llevaba un brazo gélido a la boca.

Fue cuando notó el sabor que lo apartó.

"Por favor..."

-Si no te lo comes tú se lo comerán los insectos. No hay nada que puedas hacer por él, más que cumplir con lo que él hubiera querido: que sobrevivas y le cuentes a todo el mundo la clase de monstruo que es Pierre Mort d'ete.

"No lo haré"-Pensó pero al pensar en él apretó los dientes en gesto de furia sin darse cuenta de que tenía el brazo dentro de la boca.

La carne del brazo se desprendió y un amargo sabor inundó su paladar.

-Ya has hecho el primer paso, se ha abierto la veda. No hay vuelta atrás.-Dijo su otro yo convenciéndola.

Cinco días después Pierre decidió que la nieve ya había cumplido su propósito así que la deshizo y siguió los pasos que el ser le había dictado para completar su venganza.

Le indicó al Rey Luis XV I(Del que planeaba deshacerse más adelante) que iría a repartir comida al pueblo, ya que habían pasado semanas sin comer, en un gesto de solidaridad.

-Deberíais llevaros a la guardia real.-Propuso él.

-No es por ofenderos majestad,-Dijo fingiendo simpatía.- Pero no hará falta, sé defenderme de unos campesinos muertos de hambre.

Se marchó, salió del palacio con una cesta llena de los menores panes recién horneados y descendió las calles de París repartiéndolos.

Empezó por lo barrios pobres, y luego se los repartió a los nobles a modo de coartada.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora