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Alphonse se disculpó con Pierre, el casi marido de su hija no parecía afligido sino resentido. No sabía que podría haber motivado a Alize a huir tan teatralmente, bueno sí que lo sabía pero había ignorado la razón.

"Si tan solo la hubiera escuchado."-Se lamentó.- "Ojala no la hubiera obligado a casarse dando la espalda a su corazón."

Se preguntó si algún día le perdonaría sin saber que su hija se haría esa misma pregunta tan solo unas horas después.

-Lo siento muchísimo.-Se repitió.

-No lo sienta por mí.-Gritó histérico por la humillación publica.-Sino por usted, ha tirado a la alcantarilla toda posibilidad de escalar en la sociedad. Y créame va a necesitar rebozarse en la mierda para recuperarla.

-Yo...-Dijo amedrentado.- Se lo compensaré con creces.

-Quiero que me devuelva los mil quinientos francos que invertí en la casa que he mandado a construir para su hija cerca de palacio.

-¿Mil quinientos reales? Tardaré dos años en conseguirlos.

Se le acercó al oído como una serpiente lista para hundir sus colmillos en el cuello de su víctima.

-Démelos en un mes o haré de su vida un infierno.

-No lo hará.-Dijo desenfundando levemente su sable.

-¿Va a asesinar al consejero del rey?-Preguntó burlón.-En cuanto grite todo París se le echará encima y quien entregue su cabeza a las autoridades será recompensado. Si fuera usted me lo pensaría.

Envainó apenas los cinco centímetros del sable que había desenvainado.

-Felicidades por la nueva posición, mi señor.-Dijo acobardado.

Pierre sonrió altivo.

-Buena decisión.

Se marchó.

¿Cuándo se había torcido todo tanto? Si tan solo hubiera tenido en cuenta su deseo de no casarse con aquel hombre, pero su ambición le cegó.

Lamentaría ese hecho hasta el día de su muerte.

Volvió a su hogar.

Abrió la puerta de entrada con la pesada llave de cobre y entró en la que sin Alize era una solitaria y fría casucha, nada más lejos de un hogar.

Se quitó el traje, quedándose descamisado, pero no se molestó en guardarlo o colgarlo en el perchero; solamente lo dejó caer al suelo y se sentó en su sillón.

Echó mano a la botella de vino cosechado hace doce años, el mejor de toda Francia y que había comprado para celebrar la boda de su hija: Ahora que la boda, que nunca debió existir, había sido arruinada lo descorchó y le dio un gran trago.

-Mi futuro y el de mi hija están arruinados.-Dijo en voz alta y bebió otro trago.

Empezó a llorar como no lloraba desde que era un recién nacido.

Veía su porvenir completamente anegado.

"¿Cómo demonios voy a conseguir mil quinientos reales en un mes?-Pensó y maldijo al destino por conspirar contra él y su linaje.-"¿A quién quiero engañar es todo culpa mía ? Y ese malnacido de Mor d'ete se atreve a amenazar la integridad de mi hija, eso no lo puedo permitir."

Entonces pensó en una solución, drástica pero al fin y al cabo una solución: asesinarle.

Lo ejecutarían, eso seguro, pero su hija estaría a salvo de él.

Entonces alguien llamó a la puerta, cogió un viejo cuchillo de caza que escondió a sus espaldas y la abrió.

Era Etoile, la íntima amiga de su hija.

-¿Puedo pasar?.-Alphonse asintió y se apartó.-Por cierto ¿A quien planeabas despellejar con ese cuchillo?-Dijo y el hombre dejó al descubierto el arma. La miró confuso.-Soy experta en saber cuando un hombre va a matar por su mirada.

Alphonse soltó el cuchillo, se sentó otra vez y bebió de nuevo.

Le ofreció la botella de vino a la recién llegada.

La tomó y dio un largo sorbo.

-Y bien ¿A quien pensabas matar?-Le interrogó sin más tapujos.

-Te lo diré, después de todo te importa Alize. Pensaba matar a Pierre Mort d'ete.

-A mi también me cae en desgracia, pero hay es de locos intentar matar a alguien con tal poder. ¿Por qué razón lo querrías asesinar?

Le explicó la desafortunada conversación con Mort d'ete.

-Ya veo...-Dijo pensativa.- ¿Y cómo planeabas acabar con su vida?

-Con mi sable.

-Su guardias te empalarían mil veces antes de que llegaras a él. Además te reconocería y mandaría a tu hija a reunirse contigo en el más allá.

-Mandaré un asesino a sueldo.

-¿Quién crees que lo adiestra? El rey, así que no hagas ninguna locura.-Lo intentó persuadir.

-Pues...-Dijo pero se interrumpió al quedarse sin habla por la vista de la calle a través de la ventana.

Se levantó tambaleándose y creyó estar teniendo visiones producidas por el alcohol:Nevaba.

-Yo también la veo. Es preciosa.

Esa noche hubo la mayor nevada en siglos.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora