El ser que se había presentado como HaSatán ordenó a los peones que les trajese la cabeza del niño, podría obligar al payaso a entregársela en bandeja de plata pero no sería divertido y él no se divertía desde la última visita de un niño a aquel mundo hacía veinte años.
Los niños en forma de peón empezaron a perseguirles, lentamente y tambaleándose debido a los años sin usar las piernas.
Sam y Pierrot atravesaron la pared derruida y salieron de la casa corriendo.
El Adversario comunicó una orden mental a su marioneta. Y esta se intentó resistir.
Él y Sam pararon en seco en el lago, este se estaba rompiendo y de él ascendían tres muñecas de porcelana, de las que salían ocho patas hechas de un humo negro como el carbón que les permitía destruir el hielo y escalarlo.Enseguida les rodearon, estas subieron por las piernas de Sam, que se las intentó quitar de encima.
Pierrot desobedeció de nuevo al Diablo y las aplastó, fragmentándolas con sus propias manos contra la piel de Sam que se hizo pequeños cortes superficiales por el cuerpo.
El niño estalló a llorar de dolor y terror.
-Ahora no es momento, debemos huir.-Le agarró la mano y tiró de él.
No sabía adonde más huir, pero se propuso correr por el infinito bosque hasta encontrar refugio o morir de agotamiento. Cualquier cosa menos dejar que aquel monstruoso ser se apoderara de otra alma inocente.
Pero entonces Satán recuperó el control sobre su alma.
-Por aquí.-Dijo.
-¿A dónde me llevas?-Preguntó el niño.
-Conozco una salida.-Mintió el payaso que en ese momento no era Rene.
Lo arrastró corriendo al camino a la casa de invitados sin dejarle tiempo a pensar o debatir.
-¿Qué? Por ahí no, estamos yendo en dirección al monstruo.-Gritó, pero Pierrot no se detuvo ante sus suplicas.
Intentó resistirse, zafarse del violento agarre, pero el payaso solo lo sujetó más fuerte, hasta provocarle dolor en la muñeca, y lo arrojó dentro de la casa de invitados.
Sam cayó golpeándose la cabeza con el duro somier de la cama y perdió la conciencia unos instantes.
Cuando la recobró estaba rodeado: frente a él estaba la muñeca mayor, junto a ella estaba la última de las pequeñas, los peones y un maniquí que no le sonaba haber visto antes. Se hicieron a un lado y entre la multitud apareció el ser de sombras.
Sam intentó levantarse, pero Pierrot le agarró las piernas haciéndole caer al suelo de nuevo y le agarró las manos.
El ser sombrío se le acercó, le pasó una gélida mano por la mejilla y la llevó poco a poco a su pecho, donde su corazón latía desesperado.
Empezó a sudar, a pesar del frío, debido al temor.
Intentó rezar por su alma. pero los peones eran la prueba de que era inútil, y no sabía ninguna plegaria de memoria.
Intentó formar una:
"Por favor, Dios ten piedad de mí y de las almas de los pobres niños que han acabado y acabaran en mi misma situación, y por favor envía tu ejército de ángeles contra el perpetrador de todas estas atrocidades"
-Lo habéis oído.-Dijo el señor de aquel mundo.-"Y por favor envía tus ejército de ángeles"-Citó riendo a más no poder.-El pobre cree que me pueden derrotar. Dios no tienen poder en mi reino, así que ya puedes ir despidiéndote de esa idea.-Continuó riéndose como si se hubiera acordado de otra parte graciosa de su plegaria mental.-Y éncima el muy idiota pide por las almas de los demás, niño están todas condenadas, incluida la tuya. Así que reza con más fervor por la tuya.

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Oniria
ParanormaleSam, un tímido niño, se pierde en el bosque. Ahí encuentra una vieja mansión, donde habita una marioneta de payaso y una muñeca de porcelana con vida. Dos almas, dos tiempos; una sola oportunidad de arreglar el pasado.