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Sam abrió los ojos rojos por el agua.

Tuvo la esperanza de que aquella pequeña aventura por el bosque que terminó con su posible muerte bajo el hielo, por que no recordaba nada más allá de aquel suceso, hubiese sido un extraño y aterrador sueño; pero cuando enfocó la vista no reconoció el techo bajo el que estaba la esperanza se hizo añicos.

Se incorporó lentamente.

-Espera.-Dijo Pierrot, le puso una almohada doblada tras su espalda y le acomodó la multitud de mantas.

Seguía atrapado en aquel extraño lugar.

-¿Estás bien?-Preguntó la marioneta con facciones humanas.

Su rostro le era familiar, como si lo hubiera visto en un sueño o en una vida pasada. Entonces lo reconoció: era el rostro de Rene, aquel extraño príncipe o algo por el estilo que su mente no llegaba a comprender. Pero era imposible que siguiera vivo, no sabía nada de historia pero hasta un niño como él sabía que hacía siglos de aquello.

Pero Rene no era tal como recordaba de aquellas visiones: este tenía el cuerpo de una marioneta y no recordaba su identidad.

Pensó en que podría ayudarle a recordar llamándose por su nombre, pero tenía la sensación de que aún no era el momento.

-¿Estás bien?- Volvió a preguntar.

-Sí.- Respondió,

Se perdió en su mirada, le resultaba nostálgica, como un hecho pasado en un sueño que dentro de él lo recuerdas como si fuera ayer, pero cuando despiertas no entiendes nada por que no formaba parte del sueño como tal. Quizás fuera por aquellas visiones que pasaron frente a sus ojos como una película. Si la marioneta era Rene, ¿Dónde estaba Alize?, ¿Quiénes eran las muñecas? Y más importante ¿Cómo terminaba aquella historia?

No recordaba la resolución final de lo que había visto, pero por alguna razón sentía un pesar parecido al del luto cuando intentaba rememorar lo que había olvidado.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó el niño.-¿Cómo sigo vivo?

Mientras Rene, o mejor dicho Pierrot, le explicaba cómo lo había sacado del hielo un ser hecho de sombras le sostuvo la mirada desde el techo.

Pierrot siguió la mirada del infante.

-¿Qué miras? ¿Hay alguna araña?

-No. Un.. una sombra me estaba mirando.- Temblaba de terror.

-¿Qué dices? ¿Estás alucinando por el frío?-Preguntó confuso y le tomó la temperatura con la mano.

Ese gesto, que denotaba humanidad, era impropio de una marioneta que no recordaba su vida anterior a ese mundo. Él mismo tampoco sabía qué significaba aquel gesto, que nació de su subconsciente.

-Tienes razón, debo haberme equivocado.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora