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Alguien llamó a la puerta.

Rene interrumpió su cena y se levantó de la silla.

-Señor, será mejor que abra yo, mi tarea es mantenerlo seguro.

Le hizo un gesto a Delroy para que se calmara.

-Creo que si es una damisela perdida en el bosque se sentirá más tranquila al ver a un joven apuesto que a un viejo poco agraciado.-Bromeó.-No te ofendas.-Añadió al ver cómo su rostro se arrugaba al fruncir el ceño.

-Su vida peligrará si descubren dónde se esconde, recuerde que todavía es un fugitivo. Pero pronto podrá volver a vivir en sociedad, tras no encontrarle en años le han dado por muerto, podría abrazar una nueva identidad y vivir en un pueblo lejos de su ciudad natal.

Rene le ignoró y abrió la puerta.

-Muy tarde.-Se volteó y contestó burlón.

Miró a través del marco de la puerta.

Frente a él estaba la joven que tan enfáticamente había observado una hora atrás

Rene se sonrojó tímidamente.

Delroy rápidamente lo apartó. La reconoció como aquella muchacha que había transportado horas antes cuando regresaba de comprar provisiones en la ciudad.

"Que pequeño es el mundo"- Pensó Alize.

-Señorita, no son horas de pasear por el bosque y más con esta lluvia.-Dijo estudiando detenidamente sus gestos.

No parecía reconocer a Rene.

-Perdón. Estaba paseando y se me hizo tarde. Y con esta lluvia no puedo regresar.-Mintió.-¿Puedo hospedarme aquí hasta que amaine?

Delroy fingió pasar por alto su vestido de boda.

-Claro, faltaría más.

Se hizo a un lado.

La joven hizo el amago de dar un paso.

-No puede entrar así, está empapada.-Dijo el sirviente.

-No la obligues a desnudarse.-Lo confrontó Rene.

-¿Por qué? No es nada que nunca habíamos visto antes.-Le reprendió al Joven camuflándolo como una broma.

"¿Cómo demonios lo sabe?"-Se preguntó Rene.

La joven se sintió incómoda, pero no tenía otro lugar donde cobijarse.

-Era broma. Rene, tráele una toalla para que pueda secarse.

Este subió las escaleras y volvió tras unos instantes con una toalla.

Alize le agradeció.

-De nada, todo por tan bella damisela.-Le contestó e hizo una reverencia.

"Lo que faltaba: otro hombre que me quiere desposarme."-Pensó exhausta de la situación.

Disimuló la expresión de hastío y se secó.

Delroy le permitió entrar.

-En el segundo piso, en la segunda puerta a la izquierda, hay un vestidor con ropa de mujer, cámbiese y yo mismo me encargaré del lavado y secado de su vestido.-Le indicó.

-Gracias, es usted muy amable, señor...

-Llámeme Delroy.

-Gracias Delroy.

Subió las escaleras del vestíbulo hasta llegar al segundo piso, giró a la izquierda y entró en la segunda estancia.

Era un enorme vestidor con montones de vestidos carísimos de los mejores diseñadores de Francia. Vestidos encargados por Antoine de Versalles, el difunto padre de Rene, para cuando su hija creciera. Eso era antes de la muerte de esta y el nacimiento de Rene. Mismo suceso que obligó a éste a vivir en clandestinidad. A pesar de los años estaban muy bien cuidados por el sirviente y no tenían polvo.

Los examinó detenidamente.

Al final se decidió por uno carmesí con un escote discreto, no quería impresionar de más al joven que obviamente era el señor de la casa.

"Creo que antes Delroy lo ha llamado Rene."

Se cambió y bajó a la planta baja.

Ahí se encontró con Rene, que la miraba sin perder detalle.

"Supongo que es normal, si vive en el bosque probablemente sea un fugitivo, no juzgo, pero seguro que no ha visto a una mujer en mucho tiempo"-Aún así se sentía incómoda por cómo la miraba, sin saber por qué su mente recordaba el crujir una rama al mirarle.

-Delroy está preparando la cena, te enseñaré el dormitorio de invitados mientras tanto.-Propuso y Alize aceptó sin confiar demasiado. Para su sorpresa no la arrojó a la cama y la tomó como temía.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora