Alize se desperezó.
A pesar de que estaba en una casa desconocida había descansado mejor que nunca, aquella era la mejor cama que había probado.
Retiró las sábanas de seda y se puso el vestido que dejó la noche anterior en el perchero junto a la mesita de noche hecha de arce europeo.
Se miró al espejo, ese vestido le quedaba genial. Pensó que ojalá le dejaran quedárselo.
Dio una vuelta sobre sí misma haciendo volar la falda del vestido. A pesar del coste de su propio vestido de boda este le pareció mil veces más hermoso.
"Así que así siente vestir como la alta nobleza"-Se dijo a sí misma maravillada
Tres golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos.
Delroy entró, la miró y le informó de que el desayuno estaba listo.
-Me alegro de que le guste el vestido, puede quedárselo.-Dijo viendo la expresión con la que se miraba al espejo.
"Total, ya nadie lo necesita."-Pensó el sirviente.
-¡Gracias, gracias gracias!-Dijo con una alegría excesiva para una señorita.
-Tranquilícese, los íbamos a donar tarde o temprano, simplemente quiero hacer una buena acción y regalárselo a alguien que no tenga acceso a ellos.
-Muchísimas gracias, en serio. No lo olvidaré.
-De nada, ahora baje a desayunar, el comedor está siguiendo recto por el pasillo frente a la puerta.-Dijo mientras se marchaba.
Alize volvió a admirar la belleza del vestido por unos minutos. No se podía creer que ahora fuese suyo.
Salió de la habitación y bajó a desayunar.
El comedor era una estancia grande y bien iluminada por ventanas, cuyas cortinas de terciopelo rojo estaban recogidas; contaba con una enorme mesa, que se había ocupado siempre se había ocupado máximo una décima parte de los treinta asientos que la rodeaban, encima de ella había un lámpara de araña hecha de plata.
En ella estaba sentado Rene y a su lado Delroy.
Alize ocupó el lugar frente al joven anfitrión.
Sobre la mesa había tres bandejas de plata cubiertas por tapas de platino.
Delroy se levantó y retiró una de ellas descubriendo crepes recién preparados. En las otras había pain au chocolat y frambuesas. Junto a las bandejas había una cafetera con el café aún caliente.
El criado se volvió a sentar, Rene colocó en su plato dos crepes y unos pares de arándanos.
Alize se quedó quieta tímidamente, sus modales le habían enseñado que se esperaba de ella que no diera el primer bocado hasta que el anfitrión empezara a comer, pero no sabía si el protocolo cambiaba cuando se trataba de los escalones más altos de la pirámide.
Por supuesto no sabía que su anfitrión era el hijo y asesino fugado de Antoine de Versailles, el consejero del rey, pero algo en aquel hombre le levantaba las sospechas de que a pesar de no ejercerlo tenía un rango alto en la sociedad; quizás fuera sus modales y porte, el hecho de que tuviera vestidos de los mejores diseñadores de toda Francia... o podría ser cualquier motivo.
Por fin Rene pinchó un trozo de crepe y se lo llevó a la boca.
Entonces Alize cogió un pain au chocolat y lo mordió disfrutando de la esponjosidad del pan y el sabor del crujiente chocolate.
Rene se limpió las comisuras de la boca con una servilleta de tela y carraspeó para llamar la atención listo para hablar.
-Delroy, nuestra invitada no nos ha contado nada sobre ella..
-Déjela en paz, señor.- Intentó mediar el sirviente.
-No, insisto. Es de mala educación no saber ni siquiera su nombre, ¿No creé, desconocida dama?
-Sí, señor, pero...
-Sé defenderme por mí misma.-Le dijo a Delroy y le dedicó una mirada desafiante a Rene.-Me llamo Alize, ¿Hay algo más que quiera saber?
Rene se sorprendió gratamente de la actitud retadora de la huésped, le gustaba las mujeres de carácter fuerte.
-Claro, me gustaría conocer su apellido. A menos que prefiera, claro, adoptar el mío como propio.-Le guiñó un ojo.
Puso los ojos en blanco en exasperación.
-Me apellido Baudelaire, al igual que mi padre y su padre antes que él.
-Bonito apellido, que lastima que se vaya a perder para siempre en cuanto contraigas matrimonio.
"En eso llevas razón, por eso no me casaré"-Pensó.-"O al menos no lo haré si no es por amor"
-Y bien, Lady Baudelaire, que os traía en medio de la nada en una noche tormentosa como la que fue ayer.
Intentó empezar a contar una mentira.
-No, no, no. Nada de embustes, los detecto en el acto solo con observar los gestos.
-Mi padre le entregó mi mano en matrimonio a un hombre que no amaba, y que probablemente no me merecía, como atajo hacia la cima de la sociedad...-La interrumpió.
-Que triste es un matrimonio sin amor.- Delroy lo miró preguntándose si conocía el secreto de sus padres- No hay mayor causa de males para el hombre que la ambición.
-Entonces huí en un carro lo más lejos que un hombre se ofreció a llevarme. Ese hombre resultó ser su sirviente, que traía provisiones para usted. Séame sincero: ¿Por qué se vive aquí, tan lejos de la sociedad?
-Tengo mis razones.-Contestó tajante.
-Si es un fugitivo me da igual.-Dijo con cierto temor de que así fuese y estar en peligro.- Yo no juzgo.
Se hizo el silencio, un silencio tenso e incómodo.
-Da igual.-Dijo intentando convencerse de que Rene tenía otras razones para vivir en aquella casa perdida de la mano de Dios.- El caso es que deseo regresar y doy gracias por acogerme en su hogar una noche. Ahora me tengo que ir.
Rene pensó en detenerla ya que si le contaba a alguien que alguien con su nombre y aspecto vivía en el bosque pondría su vida y la de Delroy en peligro, pero no se le ocurrió ninguna excusa. Además que estaba desarrollando un enamoramiento profuso por la joven, a pesar de no conocerla apenas.
Alize llegó a la puerta y la intentó abrir.
No pudo, pues la montaña nieve de más de veinte metros se lo impedía.
-¿Qué pasa?- preguntó la joven asustada.
-Justo se lo iba a decir: esta noche ha habido una nevada histórica, casi de proporciones bíblicas, por un segundo creía que la casa entera iba a ser enterrada por la nieve. No podrá volver a casa hasta que se derrita, y quizás el agua resultante provoque una inundación. Me temo que tendrá que quedarse aquí hasta entonces.-Informó Delroy.
"Bien hecho, Dios"-Pensó agradecido Rene.
Era la excusa perfecta para convencerla de que no le cuente a nadie sobre aquella casa y posiblemente enamorarla.

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Oniria
ParanormalSam, un tímido niño, se pierde en el bosque. Ahí encuentra una vieja mansión, donde habita una marioneta de payaso y una muñeca de porcelana con vida. Dos almas, dos tiempos; una sola oportunidad de arreglar el pasado.