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El reloj marcaba las 17h y un Gianfranco adormitado se levantaba de la siesta mientras trataba de contestar al tanteo su celular. Contestó como pudo y del otro lado de la línea se escuchó la voz de Nicolas, su hermano de la vida, puteándolo ya que tenía 12 minutos esperando que le abra la puerta para subir a su depto.

- Boludo estaba a nada de irme, me dijiste cinco menos cuarto y ya estaba harto de esperarte. - Dijo Nico mientras se sacaba la campera y saludaba a Gian - Qué concha hacías?

- Y me quede dormido en el mueble, sin espalda quedé. Querés mate?. - Le preguntó el de ojos rasgados al de bigote mientras se cebaba uno para él.

- Dale. Qué onda toro, de que querías hablar?

- Che pero apenas y llegaste, mínimo déjame prender la play para conversar mientras perdés la partida. - Ambos rieron y prepararon todo para jugar.

Nicolás y Gianfranco se conocían desde los 5 años, fueron vecinos e iban al mismo instituto juntos, eran amigos, primos o hermanos. Tenían una relación preciosa tanto así que Nicolás logró que lo cambien de colegio para poder graduarse con su amigo de toda la vida.

- Vi a Camila el domingo, estaba radiante. - Dijo Gian un poco torpe y nervioso, porque esa morocha le causaba eso y más. - Vos sabés cuando llego?

- Sí amigo, llegó el jueves de sorpresa por el cumple de Marti. Cata estaba ahí cuando llegó por eso me enteré. - Nico dejó el control de la play de lado para ver la expresión de su amigo - No te dije nada porque no es algo que me corresponda.

- No pasa nada Nico. - Dijo esto con la mirada fija, llena de nostalgia - La vi tan feliz, volvió a tener ese brillito en la mirada.

- Perdonate no haber sabido que hacer en su momento con su depresión Giani, no era algo que estaba en tus manos. Ambos estaban dañados de alguna forma.

- Pero la perdí amigo, si hubiera podido estar fuerte para ella, tal vez la historia sería diferente. - Gian miro a Nico con los ojos empañados y esté le ponía una mano en el hombro de manera de consuelo.

- Hermano pasaron 3 años desde que se fue, ya crecimos un montón, tal vez se alejó porque lo necesitaba, perdonate que ni vos tenés la culpa por no haber sabido que hacer ni ella tiene la culpa por haberse ido. Estás feliz de haberla visto aunque sea de lejos?

- Sí boludo, estaba tan linda. Al verla me di cuenta de lo mucho que la extraño y sinceramente quiero de vuelta nuestra amistad.

- Y que esperás hermano? Sin duda en estos días se arma una salida, haceme caso cuando te digo que todos crecimos; no somos más los pibitos de 16. Estoy seguro de que si volvió es porque también quiere retomar las cosas de acá aunque no sé si se quede para siempre, al menos no la dejes ir. Tenían una amistad re linda, eran cómplices.

- Gracias Nico, me hace bien hablar con vos por algo sos el abuelo de esta relación. - Ambos se rieron pero siguieron en lo suyo, Gian sabia que Nico tenía razón. Tenía que perdonarse para poder volver a construir un vínculo con su morocha favorita, la necesitaba y estaba listo para empezar de cero con tal de hablarle una vez más.

La noche llegaba en Buenos Aires y con ella veíamos a una Cami caminar por sus calles rumbo a una de sus cafeterías favoritas, la cual no había probado hace un montón. Deseaba poder sentir en su boca el saborcito amargo de su marca de café favorita.

Iba con sus audífonos escuchando su álbum favorito de Jorge Dexler, cantaba bajito como susurrando las letras de aquellas canciones que la habían acompañado en el último tiempo. Pensaba en lo bien que le hacía volver a su ciudad, se sentía en paz porque muto tanto al punto de ser hoy en día otra.

Llegó a la cafetería, se sentó en una de las mesas de afuera, pidió un cappuccino y 2 facturitas de manteca y membrillo.

Mientras esperaba su pedido, sacó su journal y comenzó a escribir todo lo que su corazón y cuerpo habían transitado en estos días. Estaba tan revolucionada que de no ser por el mozo que le llevó su orden, no se hubiera dado cuenta que ya había escrito 4 carillas.

Entre sus notas había una lista de las cosas que tenía pendiente y sabía que tenía que hacerlas lo antes posible. Buscar departamento, ir a visitar a su tía Julieta, buscar trabajo, ir al cementerio, arreglar su cámara, y así un montón de cosas más.

Tomándose el último sorbo de su café sonó Salvapantallas y bastó con eso para escribir el nombre de quien le había dedicado esa canción años atrás en unos de sus viajes al sur. Giani. Y junto al nombre puso un corazón.

Lo extrañaba, no había duda de eso; había pasado tanto tiempo sin verlo, apenas habían cruzado un par de palabras en este tiempo pero ya se había perdonado y lo había perdonado a él. Quería volverlo a ver y eso haría, solo deseaba que él también quisiera verla.

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Hola, por si no han escuchado a Jorge Dexler; háganlo.
Escuchen Salvapantallas.

Con amor, L.

¡DE CERO! | GiamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora