Aún recuerdo la sensación de la luz blanca sobre mis ojos al despertar, me sentía pesada y cansada, como sí sobre mi hubiera pasado algún auto pero nunca voy a olvidar aquellos ojos oscuros y achinados que me miraron con agotamiento y dolor. La misma mirada que vi antes de caer en un sueño profundo, aquellos ojos que un día me enamoraron estaban perdidos de dolor. Y todo era mi culpa.
—Perdón —dijo casi susurrando porque no le salía la voz de lo seca que sentía la garganta. Él la miró y besó su frente mientras se limpiaba las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
—Ya está, todo está bien. Iré por el doctor, los chicos te están esperando afuera. Yo les voy a decir que despertaste —hablaba rápido, atolondrado y como ahogándose. Intentó pararse pero no pudo porque lo sostuvo con fuerza la mano.
—No te vayas, quédate —volvió a mirarla y ella supo que la estaba pasando igual de mal—. Por favor.
Suspiró y tomó la valentía para preguntarle lo que lo atormentaba — ¿Por qué Cami, por qué así?
No supo que responder, solo se hecho a llorar. Quería decirle que la perdone pero no podía, no le salía. Soltó sus manos y salió de la habitación.
Le aviso al doctor y a los chicos que Cami ya había despertado. Había estado dormida un total de 17 horas y saber que había abierto sus ojos, les alivianaba el alma. Él salió del hospital, aturdido por toda la situación que había vivido las ultimas horas. Se sentía ahogado, algo le presionaba el pecho y no entendía el qué. Asumía que era la culpa que sentía pero a la vez la desesperación se estaba apoderando de él y cerraba su garganta, sin permitirle sentir el oxigeno.
Se tocaba el pecho desesperado y con la rabia que contenía comenzó a golpear a la pared hasta hacer sus nudillos sangrar. No se detuvo hasta que sintió unos brazos que lo sostenían y trataban de abrazar. Sintió nuevamente las manos frías por la sangre que se había acumulado en su puño y recién ahí explotó, soltando todo el dolor y miedo que sintió al tener a Camila casi moribunda en sus brazos.
—Respirá amigo, estoy aquí —Nicolás lo abrazó y lo sostuvo mientras el lloraba y gritaba de dolor.
El alma le dolía.
Había pasado dos meses y algunos días desde aquel acontecimiento que los marcó a todos. Las cosas habían cambiado un poco mucho dentro del grupo.
Cami había decidido por cuenta propia asistir a terapia para que le ayuden a poder seguir en este proceso para nada lineal del duelo y depresión.
Martina había decidido que lo mejor era que su mejor amiga se vaya a vivir con ella, turnándose con las demás para acompañarla y/o cuidarla.
Gian agotado por la situación y también inmerso en la misma, aceptó la propuesta de Martina porque días atrás había escuchado una conversación entre ellas que lo hizo replantearse un montón de cosas.
—Marti, no te voy a mentir que siento que me blanquearon un poco en este proceso pero lo respeto porque fui yo quien no la acompaño de la manera correcta antes —ella lo miró negando porque sabía perfectamente que su amigo no había tenido culpa alguna.
—Giani vos no sos culpable de lo que pasó, nadie supo que algo así iba a suceder. No te sigas dando látigo por algo que se salió de las manos de todos —se acercó y lo abrazo, con el tiempo había aprendido a reconocer cuando su amigo necesitaba uno—. Vos también tenes que hacer terapia. A Cami la ayudamos todos.
—A veces sueño con ese momento y no puedo despertar. No me hubiera perdonado si la perdía —suspiró agotado—. Estoy enamorado de ella Martina, que no me imagino una vida en la que ella no este.
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¡DE CERO! | Giamila
FanfictionSi vuelve a tener sentido que yo vuelva a estar contigo, ya no tendremos que empezar de cero... O si? #Giamila