21. Recuerdo que...

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Natsumi dejó caer la revista que tenía en las manos y se giró con una expresión de asombro que rozaba lo cómico.

—¿¡Qué dijiste!? —exclamó casi asfixiándose con su propia sorpresa. Sus ojos se agrandaron mientras miraba a Hana, esperando que repitiera lo que acababa de decir.

Hana se removió incómoda en el sofá, evitando la mirada de su amiga. Era evidente que estaba nerviosa, mordisqueándose el labio inferior y jugueteando con un mechón de su cabello.

—Pues... tengo dos meses o quizás más —respondió Hana en voz baja, como si al hablar en un tono más bajo pudiese evitar la reacción explosiva de Natsumi.

—¿¡DOS MESES!? —Natsumi gritó, agitando las manos en el aire—. Y me imagino que ya le contaste a Tsukishima y que ya te dio una respuesta.

Hana bajó la mirada, sintiendo cómo su corazón comenzaba a acelerarse. Trató de evitar la pregunta, pero sabía que no podía escapar de Natsumi.

—No, todavía... —confesó Hana, su voz apenas un murmullo.

Natsumi la miró fijamente, su ceño fruncido en una mezcla de confusión y preocupación.

—¿Cómo es posible que no te haya respondido si ya le contaste?

Hana vaciló, sintiendo cómo las palabras se atascaban en su garganta. Finalmente, soltó un suspiro.

—Bueno... —dijo, pero el tono de duda en su voz fue suficiente para que Natsumi alzara una ceja.

—¡Espera un momento! —Natsumi la miró con incredulidad, como si finalmente estuviera atando cabos—. ¿Realmente se lo dijiste?

Hana se removió nerviosa, y su expresión culpable fue suficiente respuesta para Natsumi, quien exhaló frustrada.

—¡Hana! —exclamó Natsumi, lanzándose hacia adelante—. ¡No le has dicho nada, ¿verdad?!

—¡Lo hice! —protestó Hana rápidamente, aunque su voz temblaba—. Pero...

Natsumi la miró, cruzando los brazos.

—Pero, ¿qué?

Hana apretó los labios, cerrando los ojos mientras recordaba lo sucedido aquella mañana...

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Hana abre los ojos lentamente, sintiendo el calor reconfortante de las sábanas a su alrededor. El techo desconocido sobre ella le toma unos segundos para reconocer dónde está. Estaba en la habitación de Tsukishima. Su respiración es tranquila, pero su corazón late con fuerza cuando se da cuenta de que no está sola en la cama.

Con cuidado, se gira y lo ve. Tsukishima está dormido a su lado, su rostro relajado, sin la habitual expresión de indiferencia que muestra cuando están con los demás. Hana siente un leve sonrojo en sus mejillas al recordar la noche anterior. Todo había sucedido tan rápido y tan inesperadamente...

Decide levantarse y buscar su ropa, que parece estar esparcida por toda la habitación. Sus prendas están maltratadas, por no decir desgarradas. Con el corazón acelerado, encuentra una camiseta de Tsukishima a los pies de la cama y, sin pensarlo dos veces, se la pone. La prenda le queda grande, cubriéndole el cuerpo hasta la mitad de los muslos.

Con mucho cuidado, intenta levantarse de la cama, pero sus movimientos torpes la traicionan. Tropieza con la sábana y cae al suelo con un estruendo.

—¡Ay! —exclama involuntariamente mientras golpea el suelo.

Tsukishima se despierta de golpe y la mira con sus ojos entrecerrados, aún tratando de alejar el sueño de su mente.

—Buenos días —dice con voz ronca, mientras su mirada sigue a Hana, que se pone de pie rápidamente, con las mejillas encendidas de vergüenza.

Blessing || Kei Tsukishima x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora