28. Malentendidos

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Hana se recostó en el sofá, mirando al techo, con la mente revuelta por todo lo que había sucedido esa noche. La cena con Natsumi y sus respectivas citas había comenzado tranquila, divertida incluso, pero la paz se quebró al notar que un grupo de chicos las seguía. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Habían estado tan concentradas en sus conversaciones que no vieron las miradas furtivas ni las sombras que las acechaban desde las esquinas. Y, por supuesto, ahí estaba él: Tsukishima... Lo último que esperaba era que él se involucrara en algo así. Aunque, pensándolo bien, últimamente todo había sido confuso entre ellos.

—¡Qué inmaduros! —se quejó, dejándose caer en el sofá, abrazando una almohada contra su vientre.

Sentía a su gomita crecer en su interior, pero con cada pensamiento, su mente volvía a Tsukishima. ¿Por qué había estado él espiándola? Las cosas entre ambos ya eran bastante complicadas. Desde que le había contado sobre su embarazo, la distancia entre ellos se había vuelto insoportable. Hana había decidido enfrentar todo sola, o al menos eso intentaba convencerse a sí misma. A pesar de que había pasado casi un mes desde que le contó la noticia, Tsukishima no parecía estar interesado en involucrarse. Era como si el hecho de que fuera a ser padre no le importara en lo más mínimo. Eso le dolía a Hana, aunque no quisiera admitirlo. No quería forzarlo a ser parte de algo que claramente no le importaba.

Pero... ¿y si sí le importa? ¿Y si simplemente no sabe cómo demostrarlo? No era fácil leer a Tsukishima, siempre tan reservado, tan frío. Pero hubieron momentos de algo más profundo. Y sin embargo, cuando le contó del bebé, todo cambió. Se había alejado aún más, como si no quisiera formar parte de su vida ni de la de su gomita.

—¿Qué voy a hacer? —susurró Hana, acariciando su vientre suavemente.

Pensaba en cómo sería su futuro. Trabajar y cuidar a su bebé a la vez sonaba imposible, pero era una realidad que tendría que enfrentar tarde o temprano.

—¿Tendré que dejarte con tu papá los fines de semana? —pensó en voz alta, imaginándose a sí misma entregando a su bebé a Tsukishima en una rutina de padres separados. No podía soportar la idea de que su gomita creciendo en un hogar roto, con padres que apenas se miraban.

Recordó su propia infancia. Las peleas constantes entre sus padres cuando aún vivía en casa. El constante estrés, los gritos. Incluso después de la muerte de su padre, su madre seguía culpándola por muchas cosas, proyectando su dolor y frustración en ella. Había sido un alivio salir de ese hogar, poder respirar por fin. Y lo último que quería era que su bebé viviera algo parecido.

Mientras sus pensamientos revoloteaban por su mente, la puerta de su apartamento se abrió de golpe, y Natsumi entró hecha un mar de lágrimas. Hana se levantó rápidamente, sorprendida por el estado de su amiga.

—¡Natsumi! —exclamó, corriendo hacia ella—. ¿Qué pasó?

Natsumi, sollozando, se desplomó en el sofá, cubriéndose la cara con las manos. Hana, preocupada, se sentó a su lado, abrazándola suavemente.

—Nishinoya... rompió conmigo.

Hana la miró con sorpresa, sin saber qué decir al principio. A pesar de las circunstancias, Hana no había visto a Natsumi tan feliz como lo era al lado de Nishiyona. Pero ahora, verla así le partía el corazón.

—Lo siento mucho... —murmuró Hana mientras la abrazaba con fuerza—. ¿Quieres contarme qué sucedió?

Natsumi se limpió las lágrimas de la cara con la manga de su camisa antes de responder, aún temblando por el llanto.

—Nishinoya no confiaba en mí —dijo con la voz entrecortada—. No le gustaba que me llevara bien con algunos chicos, ni que me hablara con mis exs... y después de la cita de hoy con Bokuto, explotó.

Blessing || Kei Tsukishima x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora