35. Revelación

618 63 90
                                    


El salón estaba perfectamente decorado, con hermosos colores pastel por todo el lugar. Natsumi y Yamaguchi corrían de un lado a otro asegurándose de que todo estuviera en su sitio. Las mesas estaban adornadas con delicadeza: globos, flores y pequeños ositos de peluche colocados cuidadosamente. El centro de atención era una gran mesa con un pastel al medio y alrededor llena de bocaditos que los invitados ya empezaban a devorar, especialmente un par de personitas que parecían tener el radar puesto en los dulces.

—¡Nishinoya! ¡Tanaka! —Yamaguchi exclamó con frustración, al ver a ambos meterse en la mesa decorada como si fuera un buffet libre—. ¡Dejen algo para los demás!

Tanaka, con un pastelito en la mano y crema en la comisura de sus labios, se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—¡Es que están buenísimos! —respondió con su típica energía de siempre.

—Ya sabes que si dejas la comida por mucho tiempo sin vigilar, es terreno peligroso para nosotros —añadió Nishinoya, mientras le daba una palmadita a Tanaka en la espalda como si acabaran de ganar un punto en un partido.

Yamaguchi bufó, mirando de reojo a Natsumi, quien también se mantenía ocupada revisando cada detalle.

—Ya no hay nada que hacer con esos dos —comentó Natsumi sin mucho interés, mientras terminaba de colocar algunas servilletas en una mesa.

—Sí, tienes razón... ¿Sabes si Hana y Tsukishima ya vienen?

Natsumi se detuvo en seco, sacando su celular del bolsillo de su vestido con rapidez para revisar sus mensajes. 

—Sí, Hana ya me avisó. Viene en camino con Tsukishima.

—Oh, genial —respondió Yamaguchi con un suspiro de alivio, aunque en el fondo seguía preocupado. Ambos sabían que el evento era importante para Hana, y aunque la mayoría de los amigos ya estaban allí, el ambiente no estaría completo sin la pareja principal.

Alguien llamó la atención desde el otro lado del salón. Eran Hinata y Kageyama, llegando juntos y discutiendo como siempre sobre quién era mejor.

—Oye, idiota, yo llegué primero —gritaba Kageyama mientras ajustaba la corbata negra que llevaba puesta.

—No es cierto. ¡Te dejé ganar porque soy generoso! —respondió Hinata, cruzando los brazos.

—¡Ambos, cállense ya! —les interrumpió Natsumi, caminando hacia ellos—. Vamos, ayúdenme a poner las sillas antes de que sigan discutiendo sobre quién es mejor.


---


Por otro lado, en la casa de Tsukishima, Hana estaba sentada en el sofá, inquieta y mirando su teléfono una y otra vez. Estaba vestida con una bonita camisa blanca con negra (especialmente elegida para una embarazada), pero su rostro no reflejaba la emoción que se esperaba de una ocasión tan importante como esa.

—¿Qué te pasa? —preguntó Tsukishima, en su típico tono neutral, aunque esta vez había un leve toque de preocupación en su voz.

Hana suspiró profundamente, bajando la mirada hacia su teléfono antes de responder.

—Intenté llamar a mi mamá... —dijo finalmente, con un hilo de tristeza en su voz—. Quería que viniera conmigo hoy a que me acompañara, pero...

Tsukishima levantó una ceja, mirándola de reojo.

—¿Pero...? —preguntó, sabiendo que había algo más.

Blessing || Kei Tsukishima x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora