23. Soy suya, no tuyo

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La clase de inglés avanzaba lentamente, con la profesora revisando oraciones en la pizarra mientras los estudiantes luchaban por mantener la concentración. Sin embargo, para Hana, aquella mañana era particularmente difícil. Se sentía mareada, con un dolor de cabeza que no dejaba de pulsar en sus sienes. Su piel se veía pálida y su expresión, abatida. Sentada al costado de Hana, Natsumi la observaba con preocupación.

—Hana, ¿estás bien? —preguntó Natsumi en voz baja, sin querer atraer la atención de la profesora.

Hana cerró los ojos por un momento, respirando profundamente antes de responder.

—No… Me siento terrible… —murmuró tocándose la frente con una mano—. Creo que la gomita no se está portando bien hoy.

Natsumi arqueó una ceja, confundida por un instante, antes de entender el significado detrás de las palabras de su amiga. Le lanzó una mirada comprensiva y llena de preocupación.

—Si te sientes así podrías irte a casa a descansar, Hana. Nadie te va a culpar por eso —sugirió Natsumi, su tono estaba lleno de preocupación.

Hana negó con la cabeza.

—No puedo… Tengo que encontrar a Kenma y hablar con él sobre lo que pasó el sábado… No puedo dejar esto para después.

La campana finalmente sonó, marcando el final de la clase. Hana dejó escapar un suspiro de alivio, y ambas chicas comenzaron a recoger sus cosas. Natsumi no estaba convencida de que su amiga debiera quedarse, pero entendía la importancia que esa conversación tenía para Hana.

Más tarde, en la cafetería de Nekoma, Hana y Natsumi se sentaron juntas con sus bandejas de comida. El ambiente era ruidoso, lleno de conversaciones y risas de otros estudiantes. Hana apenas había tocado su comida, su mirada vagando por el comedor en busca de Kenma, pero sin éxito. A medida que pasaban los minutos, su malestar aumentaba.

—¿Lo ves? —preguntó Hana desesperada, mientras escaneaba nuevamente la sala.

Natsumi negó con la cabeza, tomando un sorbo de su bebida.

—Todavía no, pero no te preocupes, seguro aparecerá en cualquier momento. Mientras deberías comer algo Hana.

Hana tomó un bocado de su comida, pero apenas lo probó, sintió unas náuseas intensas que la obligaron a dejar su tenedor.

—Natsumi… —susurró, y antes de que pudiera terminar la frase, salió corriendo hacia el baño.

Una vez en el baño, Hana se inclinó sobre el lavabo, sintiendo la desagradable sensación de las náuseas que no se disipaban. El mareo se intensificaba con cada minuto, pero al menos el vómito parecía aliviar un poco la presión en su estómago. Se tomó un momento para respirar profundamente y estabilizarse. Entonces, al levantar la cabeza, y salir del baño se encontró con la imagen que menos esperaba.

Kenma Kozume estaba justo ahí, apoyado casualmente contra la pared, mirándola con sus ojos característicamente cansados pero llenos de un brillo que sólo él podía tener.

—Kenma… —dijo Hana con sorpresa.

Kenma la observó en silencio por un momento, su expresión era difícil de leer.

—Hana, te ves horrible —dijo finalmente con tono divertido, aunque sus ojos reflejaban preocupación.

Hana no pudo evitar reírse débilmente.

—Gracias por el cumplido… Es lo que necesitaba escuchar —respondió, con una sonrisa sarcástica. Luego, tomó aire, preparándose para la conversación que había postergado demasiado tiempo—. Kenma, tenemos que hablar… Sobre lo que pasó el sábado.

Blessing || Kei Tsukishima x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora