Capítulo 21: Rubia (Parte 2)

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Tyler

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Tyler

Como una forma de sentirme cerca de ella, subo a Nora junto con Tristán. Nunca he entendido la necesidad que tiene Abby de ponerle nombre a prácticamente todo. Casi puedo escuchar su voz en mi mente dándome explicaciones sin sentido sobre sus razones, a las que siempre le pongo atención aunque sea una más descabellada que la otra.

Intenté miles de veces comunicarme con ella, hacerle saber que la estamos buscando y que ni siquiera se le ocurra rendirse, pero ninguno de mis intentos tuvo respuesta. Sé que está viva, puedo sentirlo. Violet tiene razón, Abby es la reina en el tablero de ajedrez que Cedric se ha inventado, si ella muere lo perderá todo y no se lo puede permitir. En el fondo, aquello me ayuda a mantener apenas la cordura.

Nora huele a ella: a algodón de azúcar, fresas y chocolate. Inspiro su aroma, recuperando la energía que se me ha ido desde el momento en el que la vi desaparecer. Lo utilizo para blandir la armadura de la que me deshago solo cuando estamos a solas.

—Vamos a encontrarla —dice Tristán, como si fuera capaz de escuchar mis pensamientos.

—¿Qué te hace pensar que lo he dudado en algún momento? —No recibo respuesta—. Avísale a Erick que iremos al Comando de los Escuadrones, estará interesado en lo que tengo que decir.

—¿Cuál es tu plan?

—Ya lo verás.

Gracias al toque de queda todas las calles están despejadas. El paso de las camionetas por las calles levanta el polvo y las hojas secas del suelo, recordándome que queda poco para el inicio del otoño. Alguna vez, Abby me dijo que su época favorita del año era el invierno por lo que pretendo organizar un viaje a Los Alpes cuando todo esto termine. Sé que le vendrá bien.

El Comando está a un par de kilómetros de lo que solía ser el puesto fronterizo, por lo que cuando estaciono a Nora le envío un mensaje a mi padre para que sepa en donde encontrarnos.

—Alfa.

El primero en verme es Gary, el esposo de Christina. Él, junto con Travis y Jake se encargan de los Strong de esta parte de la manada.

—Gary, me alegra verte. —Estrecho su mano.

—Tristán.

El interpelado lo saluda con un asentimiento de cabeza.

—¿Alguna noticia de Abby? —pregunta. Niego, sintiendo la pesadez en mi pecho como un yunque que me impide respirar.

—No. Pero tenemos una pista. ¿Ya están todos?

—Sí. Síganme.

Gary nos dirige por el edificio, en donde apenas me permito detallar un ring de boxeo, un muro de honor y la puerta que da a los vestidores.

—Todos a la sala de conferencias. Repito, todos a la sala de conferencias —solicita Gary a través del intercomunicador en la pared y nos permite entrar. La sala es espaciosa, tiene una larga mesa de madera rectangular y un podio al final, a donde me dirijo con Tristán.

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora