Capítulo 22: La luz al final del túnel

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El techo de la habitación es mil veces más bonito que el del sótano, aquí las manchas de humedad tienen formas que me hacen perderme en ellas por horas

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El techo de la habitación es mil veces más bonito que el del sótano, aquí las manchas de humedad tienen formas que me hacen perderme en ellas por horas. Hay una en la esquina de la puerta que tiene forma de sándwich con sombrero. Tiene cara de Juan. Hay otra sobre la ducha, luce como una dona con gafas. La llamé Donatella. Y una tercera, justo sobre la cama, que si te esfuerzas y tienes imaginación, luce como un pony tocando el ukelele. Siempre quise un pony para llamarla Tatiana.

No sé cuántos días llevo aquí, perdí la cuenta después del tercero. Como castigo por romperle la costilla a su hija, Cedric me prohibió comer por dos días en los que conseguí engatusar a mi estómago con las alucinaciones causadas por el acónito.

Luego de golpearme hasta dejarme inconsciente me trajeron aquí y me encadenaron a la cama, en donde me inyectan un sedante cada cierto tiempo para que no pueda moverme. El primer día apenas pude abrir los ojos, la hinchazón no me lo permitía. Dormí mucho ese día. Al menos en los brazos de Morfeo consigo ignorar el hambre y el dolor físico. El emocional... ya es otra historia.

Los golpes de K y su amigo fueron brutales, consiguieron quebrarme otro par de costillas y la clavícula. No se detuvieron hasta que la sangre era tanta que no se distinguía el color de mi piel debajo de ella.

Cuando desperté tenía vendas limpias en la herida de mi estómago y no había rastro del mar de sangre más que en manchas debajo de mis uñas. El vestido que Ashley me obligó a usar tampoco estaba por ninguna parte, en cambio, llevaba un pijama de dos piezas. Me sentí asquerosa en ese momento, no fui lo suficientemente fuerte como para evitar que me tocaran.

No fui lo suficientemente fuerte como para protegerme.

¿Qué pensará Tyler de mí cuando lo sepa? ¿Estará decepcionado? ¿Pensara que yo me lo busqué? ¿Creerá que me rendí y que por eso lo permití? ¿Querrá tocarme cuando vuelva?

¿Conseguiré volver a casa?

Una lágrima traicionera cae por mi sien y parpadeo con rapidez para ahuyentar las demás. No, este no es momento de lamentos.

Esta noche hay luna llena, puedo sentirlo. Las mínimas descargas que brotan de la marca en mi hombro me dan la primicia y la voz de Violet en mi cabeza me recuerdan el plan de Cedric: esta noche intentará invocar la Luna de Sangre.

Cuando desperté por primera vez luego de la golpiza, la herida en mi estómago estaba comenzando a sanar. La quemaron mientras dormía. Han pasado varios días, es tiempo suficiente para que el acónito salga de mi sistema. Mi sangre está limpia.

La ausencia de ventanas me impide discernir entre el día y la noche, por lo que he utilizado las visitas de la versión castaña de Barbie Tronchatoro para estimar cuanto tiempo ha pasado desde que estoy aquí.

Debe ser pasado mediodía, no tarda en volver para colocarme el sedante en el cuello. Viene cuatro veces al día, entierra la jeringa en mi cuello y luego se va. Por supuesto, no sin antes divertirse un poco.

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora