Capítulo 11: Regina

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Siempre consideré la casa de Ashley como un segundo hogar, cada que no estábamos en mi casa, estábamos en la suya mirando películas o haciendo tarea

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Siempre consideré la casa de Ashley como un segundo hogar, cada que no estábamos en mi casa, estábamos en la suya mirando películas o haciendo tarea. Hicimos pijamadas infinidades de veces y aunque las dos siempre apostábamos por quien llegaría despierta hasta el amanecer, siempre perdíamos pues las dos quedábamos rendidas poco después de medianoche.

La última vez que vine aquí fue cuando Ashley me ayudó a tener una cita con Tyler en el bosque, luego de que papá me prohibiera estar con él. Aunque algunos son recuerdos amargos, me gustaría volver a esos días... cuando la vida era más sencilla.

La casa luce aún más austera que esa vez, los cristales de las ventanas están astillados y estas fueron cubiertas por tablas de madera desde adentro. Las paredes ya no son blancas, en cambio están llenas de grafitis de todos colores que ponen insultos espantosos hacia Ashley y su familia. El auto de Regina se encuentra estacionado en el frente de la casa, pero los neumáticos están pinchados, la carrocería abollada y los cristales partidos.

—¿Pero quién hizo esto? —jadeo, bajándome de Roy apenas Tyler se estaciona. Mi corazón se oprime dentro de mi pecho al imaginar el terror que debió sentir Lucy mientras atacaban la casa.

Ashley puede ser una traidora, pero Lucy es solo una niña. Ella no merece ser víctima de lo que su hermana hizo.

—¿Por qué nadie nos había notificado sobre esto? —exige Tyler a Grant, su jefe de seguridad. La casa de Ashley esta justo en el límite del territorio Omega y los vecinos más cercanos se encuentran a más de medio kilómetro.

—No hay ninguna denuncia sobre esto, Alfa.

—¿Cómo...?

Con mi corazón latiendo con fuerza dentro de mi pecho corto el resto del camino que me lleva hasta la puerta, también astillada y golpeo un par de veces pero no obtengo respuesta.

—¿Regina? —Llamo, dando otro par de golpes más suaves al escuchar ligeros pasos dentro de la casa acercándose a la puerta—. Regina, abre la puerta, por favor. Soy yo, Abby.

Sorprendiéndome, la puerta se abre de golpe, casi haciéndome caer dentro de la casa, pero consigo sostenerme del marco de madera justo a tiempo. Una desgastada Regina se arrodilla a mis pies con su rostro bañado en lágrimas y su cabello castaño enmarañado.

—Lo lamento, perdónenme por los pecados de mi hija —suplica llorando—. Les juro por la Diosa que no sabíamos nada, le suplico no nos exilien, por favor. No tenemos adonde ir.

El dolor en sus ojos hace que un escalofrío recorra mi columna vertebral y termino agachada frente a la que ha sido como una segunda madre para mí.

—Nunca podría hacerte algo como eso, ni a Lucy —le digo, generando un brillo de esperanza en sus ojos cansados—. Vamos, levántate, todo está bien. Solo vinimos a hablar.

Regina asiente apenas y paso su brazo sobre mis hombros para ayudarla a levantarse. Su cuerpo, antes relleno, comienza a estar extremadamente delgado y me pregunto cuántos días han estado sufriendo esta situación en silencio.

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora