Capítulo 25: Violet

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Sentada en el borde de la cama, observo con detalle cada uno de los movimientos de Tyler

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Sentada en el borde de la cama, observo con detalle cada uno de los movimientos de Tyler. Sale de la ducha y se va al armario a vestirse con jeans negros, sus botas favoritas y un suéter azul, cuyas mangas se sube hasta los codos. Peina apenas su cabello con las yemas de sus dedos y un poco de gel. En su muñeca se encuentra el reloj que le regalé el día de nuestra boda y un rubor tenue se instala en mis mejillas al reconocer que nunca se lo quita.

—¿Puedes prometer que Violet no saldrá corriendo de aquí cuando vuelva?

Suspiro, encogiéndome de hombros.

—¿Me pides que lo prometa por...?

—Oye, sé que Violet no es tu persona favorita en el mundo. —Tyler termina la distancia entre nosotros y se arrodilla frente a mí, para estar a la misma altura—. Pero a estas alturas ella es una de las pocas personas en las que confío plenamente. Con ella estarás segura.

Sus ojos brillan con incertidumbre, sé que no quiere alejarse de mí pero tampoco puede dejar de lado sus labores de Alfa para cuidarme.

—Solo serán un par de horas —murmuro, dejando un beso casto en sus labios—. Estaremos bien.

—Cuento con eso.

Tyler besa mi frente y se levanta para tomar su teléfono y su billetera de la mesa de noche.

—Tener tiempo a solas les vendrá bien —me dice y yo asiento—. Violet es una buena chica.

—Claro.

Con mis planes cancelados de quedarme estampada en el colchón todo el día mientras veo películas de Navidad, sigo a Tyler escaleras abajo. Violet se levanta de golpe del sillón, como si hubiera cometido un crimen y abraza contra su pecho el libro que trae consigo.

—No se maten, por favor —pide Tyler, mirándonos a las dos.

—Estaremos bien —le repito y miro a Violet—. ¿Verdad que si?

—Por supuesto. No hay nada de que preocuparse —asiente—. Vete ya, se te hará tarde.

—Llamen si necesitan algo. Lo que sea.

Riendo, empujo a Tyler hasta la puerta mientras él me mira con sorpresa en sus ojos.

—Vete antes de que a Tristán le dé un infarto. Te amo, ten un buen día.

Le cierro la puerta en la cara y pego la espalda contra la madera. Al cabo de un par de segundos escucho sus pasos alejarse por el porche. Estamos solas.

—Puedo quedarme aquí si gustas —me dice Violet desde la sala. Lleva su cabello oscuro peinado en un par de trenzas que caen sobre sus hombros y que la hacen lucir mucho más joven. Lleva shorts y una camiseta de tirantes—. No debes estar muy contenta de tenerme aquí, pero...

—No pasa nada —la interrumpo, haciendo un ademán—. Somos familia.

Mis palabras parecen sorprender a Violet, quien se abraza aún más a su libro y asiente, con una pequeña sonrisa en sus labios.

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora