Kit Charles formaba parte de mi equipo de seguridad desde que tengo quince años. Ni siquiera lo noté hasta que cumplí los dieciséis. Supe su nombre cuando se convirtió en mi jefe de seguridad un mes después de que tuve dieciocho y no entablamos una conversación real hasta el día que me encontró en mi auto presa de un ataque de pánico después de que Dexter me echara de la habitación de hospital de Tyler.
A pesar de todo este tiempo, realmente no lo conocía y descubrir que era casado y que tenía un bebé de dos años en casa no ayuda en absoluto con mí ya bastante inestable estado mental.
Desde mi posición, a un par de metros del altar con el cuerpo de Kit, soy capaz de ver a su familia. Su esposa es bastante bonita, hermosa en realidad, si no fuera por la mirada enrojecida y su rostro hinchado por las lágrimas se vería realmente amigable. Su cabello negro azabache cae por su espalda, llegando hasta sus caderas y fundiéndose con su vestido oscuro.
Aferrado a su pierna se encuentra una copia en miniatura de mi difunto jefe de seguridad, sus ojos llorosos miran el altar y hasta aquí puedo sentir sus deseos de que su padre se levante de ahí y vuelva con él.
Te entiendo pequeño, no hay nada que quiera más que eso en este momento.
Dirijo mi mirada cansada al cadáver y me esfuerzo por obligarme a que el rostro en absoluta paz de Kit sea la imagen que registre mi cerebro; no hay rastro del mar de sangre que brotaba de su cuello al caer frente a mí y en el fondo eso me tranquiliza... mínimamente. Su cabello esta peinado hacia atrás justo como solía usarlo y la barba que acostumbraba a llevar ha desaparecido haciéndolo lucir mucho más joven. Tal como dicta la tradición de la manada, va vestido con el uniforme de los Strong.
El uniforme que firmó su sentencia.
Solo lo mejor de lo mejor consigue ser un Strong y de ahí, solo los mejores pueden optar a un puesto en nuestra seguridad. Después de aprobar las pruebas pertinentes y de una entrevista directa con el Alfa, cada gorila debe hacer un juramento de proteger a la persona que se le asigne, así tenga que dar su vida por ello. El pacto se sella con sangre y solo existen dos formas para romper tal alianza: el exilio o la muerte.
—Salve a la Diosa —murmura Pat, el encargado de incinerar el cuerpo cuando toma la antorcha.
—Salve a la Diosa.
Sin poder ver mucho más, me enfoco en la esposa de Kit quien ha cargado a su hijo para distraerlo y que no vea como el cuerpo de su padre es prendido fuego.
El silencio sepulcral en el cementerio es roto por el sonido de un rayo que cruza el cielo y que viene acompañado de las primeras gotas de lluvia. Grant, el jefe de seguridad de Tyler se acerca a nosotros con un paraguas para cubrirnos del temporal pero este termina por ayudar a Lory, la esposa de Kit. En el fondo agradezco el gesto casi tanto como ella, sentir las gotas heladas chocar contra mi piel me mantienen en el mundo real, me recuerdan que todo esto es cierto y no una mala jugada de parte de mi cerebro.
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La Alfa (Saga Alfas #3)
Hombres LoboTercera parte de "Viviendo con los Alfas" y "La Hija de los Alfas" las cuales se encuentran completas en mi perfil. Te recomiendo leerlas para que entiendas los sucesos de este libro. Por dieciocho años, he sido Abigail Moore, la hija del alfa, la...