La maravillosa broma de Kendall terminó conmigo duchándome por una hora en mi antigua habitación, cuando por fin consigo deshacerme de la pintura verde en mi cabello. Para mi suerte, mamá y yo usamos la misma talla, por lo que me visto con un pantalón de chándal y una de sus típicas camisetas de tirantes.
Consigo salir ilesa de la mansión y cuando entro a casa, me siento en el paraíso. Huele estupendo.
—¿Pero qué te pasó? —ríe Tiffany al ver mi ropa de vagabunda y mi cabello húmedo. Mi mejor amiga está sentada en el sofá de la sala mirando una de sus series en el televisor que cuelga sobre la chimenea.
—Kendall. Eso pasó —me quejo, acercándome a ella—. ¿Te estás comiendo mis galletas?
—No —murmura con la boca llena, escondiendo algo en su espalda con una mano y con la otra limpiando las migajas en sus labios y mejillas.
—Pareces una ardilla —me quejo.
—¡Me lleva! —exclama y yo río.
—Tienes suerte de que esté exhausta —murmuro, yéndome a la cocina en donde encuentro a Tyler y Tristán detrás del caos que han hecho—. ¿Pero qué pasó aquí?
Tanto mi esposo como mi mejor amigo se encuentran en lados opuestos de la enorme isla de la cocina, ambos preparando bandejas de lasaña. Lo cierto es que no sé en donde terminan ellos, donde comienzan los platos sucios y que es comestible y que no.
—Abbs, es comida para treinta personas.
—Ya lo veo. Gran delantal —río, leyendo la inscripción en el delantal de mi mejor amigo en tanto me acerco a Tyler para dejar un beso en sus labios—. Que buen eufemismo: «¡la jefa está en el cuartel!»
—Fue lo mejor que pude encontrar, no te quejes.
—No lo hago — me río.
—¿Cómo te fue? —me pregunta Tyler.
—Bien, todos llegarán a las siete y tu madre traerá pastel de queso.
—Genial —me sonríe, volviendo a lo que hacía.
Dispuesta a hacer lo que mejor se me da en la cocina: no molestar, tomo un paquete de galletas de chocolate de la alacena y me siento en uno de los taburetes de la isla para observar a Tyler y Tristán trabajar como maquinas.
—¿Por qué Kendall te usó como lienzo? Creí que el artista era Jeremy —se burla Tristán. Sabía que el engendro del mal me había tomado una foto, el flash de su teléfono la delató, pero no supe a quien se la envió. Eso explica su sonrisa diabólica.
—Muy buen chiste, T —murmuro con sarcasmo—. Fue una venganza por no dejarla quedarse con mi antigua habitación.
—¿Para qué querría Kendall otra habitación? —ríe Tyler.
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La Alfa (Saga Alfas #3)
Loup-garouTercera parte de "Viviendo con los Alfas" y "La Hija de los Alfas" las cuales se encuentran completas en mi perfil. Te recomiendo leerlas para que entiendas los sucesos de este libro. Por dieciocho años, he sido Abigail Moore, la hija del alfa, la...