Aunque el abrazo de Violet me reconforta, termino por soltarla y mi atención se mantiene en Tyler. La ira en sus ojos ha desaparecido, en cambio se ha convertido en algo similar a la decepción.
—Quiero volver a casa.
—Grant te llevará, aún tengo asuntos de los que encargarme.
Asiento, abrazándome a mí misma en busca de controlar un poco los temblores en mis manos.
Salgo de las mazmorras sin ver atrás, con la presencia de Violet siguiéndome de cerca. Los híbridos gritan y gimen dentro de sus celdas, intentando alcanzarme pero los ignoro. El olor a muerte que destilan hace que se me revuelva el estómago.
Afuera, ya Grant nos está esperando y subo al auto sin decir nada. Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.
—Oye, ¿todo está bien?
Violet no me toca, simplemente se inclina apenas a mi cuerpo y yo asiento, esperando que se crea mi mentira.
—Claro, todo bien.
Sus ojos se van a mis nudillos ensangrentados y como acto reflejo los escondo dentro de los bolsillos de la sudadera. Lo hago tanto por ella como por mí, detesto ver los estragos que K provocó.
Me concentro en la ventana todo el camino, repitiendo en bucle todo el secuestro: cada golpe, cada humillación, cada momento en el que me hicieron sentir que no valía la pena, que nadie iría por mí y que nunca podría escapar.
Querían quebrarme... y lo consiguieron.
—Gracias, Grant.
Bajo del auto como alma que llama el diablo e intento mantener el control hasta que entro a la fortaleza de mi hogar. Solo así, comienzo a correr hasta la habitación y me meto al baño para poder vomitar.
Violet se pega a mi espalda y me sujeta el cabello mientras la bilis sube por mi garganta. Mis ojos lagrimean y para cuando me doy cuenta, estoy llorando como magdalena.
—Soy un monstruo, Vi —gimo, con mi cuerpo temblando de pies a cabeza. La Beta de Tyler jala la palanca por mí y humedece una toalla para limpiarme las comisuras de la boca.
—No eres un monstruo, Abby —me dice con una sonrisa conciliadora y ojos dulces—. Eres una chica increíble con un gran corazón. Harías lo que fuera por tu familia y tu pueblo. Te has sacrificado incontables veces para que otros no tuvieran que hacerlo. Eres un ejemplo a seguir.
—Deberías odiarme, fui una imbécil contigo.
—Somos familia.
Lejos de hacerme sentir mejor, sus palabras consiguen que más lágrimas salgan de mis ojos y término recostándome en su regazo para seguir llorando. Violet acaricia mi cabello y musita de vez en cuando palabras de aliento:
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La Alfa (Saga Alfas #3)
WerewolfTercera parte de "Viviendo con los Alfas" y "La Hija de los Alfas" las cuales se encuentran completas en mi perfil. Te recomiendo leerlas para que entiendas los sucesos de este libro. Por dieciocho años, he sido Abigail Moore, la hija del alfa, la...