Capítulo 27: Entrada triunfal

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Aunque el abrazo de Violet me reconforta, termino por soltarla y mi atención se mantiene en Tyler

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Aunque el abrazo de Violet me reconforta, termino por soltarla y mi atención se mantiene en Tyler. La ira en sus ojos ha desaparecido, en cambio se ha convertido en algo similar a la decepción.

—Quiero volver a casa.

—Grant te llevará, aún tengo asuntos de los que encargarme.

Asiento, abrazándome a mí misma en busca de controlar un poco los temblores en mis manos.

Salgo de las mazmorras sin ver atrás, con la presencia de Violet siguiéndome de cerca. Los híbridos gritan y gimen dentro de sus celdas, intentando alcanzarme pero los ignoro. El olor a muerte que destilan hace que se me revuelva el estómago.

Afuera, ya Grant nos está esperando y subo al auto sin decir nada. Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.

—Oye, ¿todo está bien?

Violet no me toca, simplemente se inclina apenas a mi cuerpo y yo asiento, esperando que se crea mi mentira.

—Claro, todo bien.

Sus ojos se van a mis nudillos ensangrentados y como acto reflejo los escondo dentro de los bolsillos de la sudadera. Lo hago tanto por ella como por mí, detesto ver los estragos que K provocó.

Me concentro en la ventana todo el camino, repitiendo en bucle todo el secuestro: cada golpe, cada humillación, cada momento en el que me hicieron sentir que no valía la pena, que nadie iría por mí y que nunca podría escapar.

Querían quebrarme... y lo consiguieron.

—Gracias, Grant.

Bajo del auto como alma que llama el diablo e intento mantener el control hasta que entro a la fortaleza de mi hogar. Solo así, comienzo a correr hasta la habitación y me meto al baño para poder vomitar.

Violet se pega a mi espalda y me sujeta el cabello mientras la bilis sube por mi garganta. Mis ojos lagrimean y para cuando me doy cuenta, estoy llorando como magdalena.

—Soy un monstruo, Vi —gimo, con mi cuerpo temblando de pies a cabeza. La Beta de Tyler jala la palanca por mí y humedece una toalla para limpiarme las comisuras de la boca.

—No eres un monstruo, Abby —me dice con una sonrisa conciliadora y ojos dulces—. Eres una chica increíble con un gran corazón. Harías lo que fuera por tu familia y tu pueblo. Te has sacrificado incontables veces para que otros no tuvieran que hacerlo. Eres un ejemplo a seguir.

—Deberías odiarme, fui una imbécil contigo.

—Somos familia.

Lejos de hacerme sentir mejor, sus palabras consiguen que más lágrimas salgan de mis ojos y término recostándome en su regazo para seguir llorando. Violet acaricia mi cabello y musita de vez en cuando palabras de aliento:

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora