Capítulo 31: No eres nadie

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La fortaleza Moore nos recibe, tan imponente como siempre

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La fortaleza Moore nos recibe, tan imponente como siempre. Los latidos de mi corazón golpean con fuerza mi caja torácica y entrelazo mis dedos, en busca de controlar un poco el temblor en mis manos.

La última vez que vine a casa de mis padres me secuestraron durante cinco días.

—Yo... No creo que pueda hacer esto —murmuro, boqueando como un pez en busca de aire. Miro a todas partes, buscando una vía de escape pero es imposible. Prácticamente aruño las puertas de Roy y Tyler desabrocha el cinturón de seguridad para jalarme a su cuerpo.

—Oye, está bien. No pasa nada. Mírame.

Aunque lo escucho, mi cerebro no es capaz de procesar lo que dice. No puedo apartar la mirada del lugar donde estuvo la carpa la noche de la fiesta. Escucho los ladridos de Thor y la música retumbar en mis oídos. El ruido viene de todas partes, me va a explotar la cabeza.

Tyler me toma del mentón y me obliga a mirarlo. Los ojos se me han llenado de lágrimas e intento respirar, pero es como si el oxígeno no fuera capaz de llegar a mis pulmones.

—Todo está bien, no pasa nada. Estoy aquí, estoy contigo.

—¿Y si vuelven?

—Nunca sería capaz de dejar que te toquen un solo cabello, Rubia. No de nuevo. Respira conmigo.

Tyler me hace inhalar y exhalar como un millón de veces, justo como Hillary le enseño luego de mi primera cita. Estira su mano al tablero de Roy y presiona el botón de marcación rápida. Grant responde un par de segundos después.

—Quiero todo el perímetro de la casa cubierto. Un guardia cada medio metro. Ya.

Tyler cuelga antes de que su jefe de seguridad sea capaz de responderle algo. Escucho a Grant dar las órdenes necesarias y en una acción, prácticamente militar, observo a los gorilas plantarse en la posición indicada.

—¿Mejor? —Asiento apenas y Tyler usa sus pulgares para limpiar las lágrimas que se han escapado de mis ojos—. Sobre mi cadáver esos malditos vuelven a tocarte un solo cabello, ¿de acuerdo?

No soy capaz de emitir palabra, por lo que uno mis labios a los suyos, en busca de la paz que su tacto me proporciona. Tyler no mueve sus manos de mi cuello, sabiendo que cualquier movimiento brusco solo provocará un nuevo ataque de pánico.

—Gracias —murmuro apenas, pegando mí frente a la suya.

—No tienes nada que agradecer, Rubia.

Dejo un último beso casto en sus labios y escondo mi rostro en su cuello. Tyler deja caer sus manos en mis piernas y hace círculos en mi piel con sus pulgares, enviando pequeñas descargas eléctricas por todo mi cuerpo que ayudan a relajarme.

No se por cuánto tiempo uso su cuerpo como mi refugio, pero no me muevo hasta conseguir calmar los latidos de mi corazón y controlar el temblor en mis manos.

La Alfa (Saga Alfas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora