Cuando la puerta se cerró tras ellos, me giré rápidamente hacia Álvaro, el corazón aún palpitándome por la inesperada visita. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y seguridad.
-¿Has visto al moreno, Juanjo? Está hechísimo. Esta noche, triunfo seguro - me interrumpió, casi como si no pudiera contenerse.
-Álvaro... me ha gustado el otro," le solté, sintiendo cómo se me hacía un nudo en la garganta al admitirlo.
Álvaro se quedó en silencio un segundo, sus ojos se abrieron de par en par antes de estallar de emoción.
-¿Que te ha gustado?¡Esto hay que celebrarlo! ¡Tenemos que contárselo a todas! ¡Tienen que venir esta noche, hacemos un plan, lo que sea!"
-Espera, no te emociones tanto,- le respondí, intentando ser la voz de la razón. -Seguramente no quiera nada conmigo.-
Él me miró como si acabara de decir la mayor tontería del mundo.
-¿Cómo no va a querer algo contigo? ¿Tú te has visto? Si no fueras mi mejor amigo, yo mismo te tiraría la caña, - dijo, tratando de animarme con su tono desenfadado.
Era la primera vez que alguien despertaba algo en mí desde lo de Adrián. Sentí una extraña calma, como si un peso que había llevado durante mucho tiempo comenzara a levantarse. Algo en mí reconocía que esta etapa de mi vida estaba empezando a desvanecerse, y esa realización me trajo un inesperado alivio.
Poco después, Bea y Ruslana llegaron al piso, y no tardamos en contarles todo lo ocurrido con lujo de detalles. A eso de las nueve, ya estábamos todos listos y salimos a cenar al italiano que estaba justo debajo de casa. Yo, sin embargo, no podía evitar estar especialmente nervioso. Mi mente no dejaba de darle vueltas al posible desenlace de la noche. Claro, Martin me parecía monísimo, pero la realidad era que probablemente ni siquiera aparecería por el piso. Quizás todo se quedaría en uno de esos flechazos fugaces que tienes con un desconocido en el metro y luego nunca vuelves a ver.
Sentía el sudor recorriendo mi espalda. ¿Cuándo fue la última vez que me había sentido así por un chico? El pensamiento me sorprendió y me hizo sonreír nerviosamente.
De vuelta en el apartamento, comenzamos con la previa. Aunque los nervios seguían presentes, el alcohol ayudó a disiparlos poco a poco. Las preguntas que antes rondaban en mi cabeza ya no importaban tanto. Si no venían, no pasaba nada; me lo pasaría bien de todas formas, o al menos, eso me repetía a mí mismo.
Ruslana y yo nos habíamos perdido en la música de Juan Magán, bailando sin parar, cuando de repente sonó la puerta. Sentí cómo la sangre se me helaba por un segundo. Miré a Álvaro, que ya estaba corriendo hacia la entrada, su entusiasmo claramente palpable.
Allí estaban. Martin, junto a sus amigos y tres personas más. Pero todo mi nerviosismo se esfumó en un instante al verlo. Estaba incluso más guapo de lo que recordaba.
-¡Hola, chicos! ¿Podemos pasar? Traemos cervezas, -dijo Paul, apoyado en el marco de la puerta, con una sonrisa despreocupada.
-¡Claro que sí! Estas son Ruslana y Bea, nuestras amigas,- respondió Álvaro, presentándolas con entusiasmo.
La energía en la habitación cambió al instante. Todo el mundo parecía dispuesto a disfrutar de la noche, pero yo solo tenía ojos para una persona. Sabía que algo especial estaba por suceder, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí emocionado por descubrir qué me depararía la noche.
La música resonaba en el apartamento, una mezcla de reguetón y risas que llenaba el ambiente. Me apoyé en la encimera de la cocina, observando cómo Martin y sus amigos se sumaban al grupo para la previa. La botella de vodka pasaba de mano en mano, acompañada de risas y desafíos de "Yo nunca" que encendían aún más el ánimo general. Sin embargo, yo apenas prestaba atención a lo que los demás decían. Mi mente estaba en otra parte, o más bien, en otra persona.
Martin, con su sonrisa juguetona y su energía magnética, estaba sentado cerca de mí. Había algo en la forma en que me miraba, en la manera en que nuestros ojos se encontraban y se sostenían por un segundo más de lo que sería normal entre dos desconocidos. Sentí esa chispa desde el momento en que lo conocí, y durante toda la noche, no habíamos dejado de lanzarnos miradas cómplices, como si estuviéramos en un mundo aparte del resto.
Mientras el resto del grupo se concentraba en los juegos de beber, Martín y yo intercambiábamos palabras susurradas, pequeñas bromas que no tenían un verdadero propósito más que el de acercarnos un poco más. Él llevaba unas gafas de sol sobre la cabeza, como si fueran una extensión natural de su estilo despreocupado, y no pude evitar fijarme en lo bien que le quedaban.
De repente, el tiempo pareció acelerar. Mis amigos comenzaron a prepararse para salir hacia la discoteca. "Es hora," dijo Bea, dándome un suave empujón hacia la puerta. Me levanté, pero antes de unirme al grupo, hice algo impulsivo. Con una sonrisa traviesa, me acerqué a Martin, que estaba de pie junto a la puerta. Con un movimiento rápido, tomé las gafas de sol de su cabeza y me las puse.
-¿Qué haces? - Martin me miró con una mezcla de sorpresa y diversión.
-Son mías ahora,- respondí, dándole un guiño juguetón.
Le di la espalda antes de que pudiera replicar y me dirigí hacia el pasillo, escuchando cómo mi grupo se reunía a mi alrededor. Pero sabía que Martin me seguiría. Podía sentir su presencia tras de mí mientras caminábamos hacia el ascensor.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, los chicos entraron rápidamente, hablando animadamente. Me quedé en la entrada, sosteniendo las gafas en el aire fuera del alcance de Martin, que me había seguido hasta allí.
-Dame las gafas,-dijo, riendo mientras intentaba alcanzarlas.
Lo miré a los ojos, y la distancia entre nosotros se desvaneció.
-Primero, tu Instagram,- respondí, mi voz sonando más serio de lo que esperaba.
Martin no dudó. Sacó su móvil, y en segundos, habíamos intercambiado usuarios. Mientras la puerta del ascensor empezaba a cerrarse, me di cuenta de que no quería que este momento terminara así. Así que hice lo que había estado pensando durante toda la noche.
Me incliné hacia él, acercándome tanto que nuestras respiraciones se mezclaron. Y antes de que la puerta se cerrara por completo, dejé que mis labios tocaran los suyos. Fue un beso breve, pero lleno de todo lo que no habíamos dicho durante esas horas. Cuando nos separamos, la puerta del ascensor se cerró con un suave clic, y sentí una mezcla de euforia y deseo.
Mientras el ascensor descendía, me quedé mirando las gafas de Martin en mi mano, sonriendo como un tonto. Esa noche prometía ser mucho más interesante de lo que había imaginado. Y algo me decía que no sería la última vez que vería a Martin.
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Hola hola holaaaaa!! Nuevo capitulo! Siento la tardanza, estoy un poco bloqueada, pero a la vez pienso ¿como puedes bloquearte contando algo que has vivido? ¿Qué os está pareciendo? A mi me esta encantando como está quedando, al principio no estaba muy segura de subir esta historia, o escribir en general, pero poco a poco estoy perdiendo la verguenza, espero que os encante!! Os quiero mucho mucho mucho <3
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we can't be friends
RomanceEn la brisa salada del verano, Juanjo y Martin se encuentran en una playa remota donde el tiempo parece detenerse. Martin, un chico de ciudad con una pasión por la fotografía, y Juanjo, un chicos con las cosas poco claras, se ven atraídos el uno por...