La puerta del ascensor se cerró lentamente, y una sola cosa dominaba mis pensamientos: le había besado. Apenas podía creerlo. Había reunido el valor necesario y le había dado un beso a Martin. Mientras el ascensor comenzaba su descenso, el sonido de mis amigos celebrando detrás de mí llenó el espacio, interrumpiendo mi aturdimiento.
-¡Por Dios, chicos, que vamos a tirar el ascensor abajo!- exclamé, tratando de poner un poco de orden en medio del caos.
Bea se giró hacia mí con una mezcla de asombro y emoción en su rostro. -
¡Juan José Bona Arregui, ¿qué acaba de suceder?!- gritó, incapaz de contener su entusiasmo.
-Yo... no lo sé,-respondí, distraído, todavía procesando lo que acababa de pasar.
-Creo que es el vodka,- añadí en un intento por racionalizar el impulso que me había llevado a besarle. -No sé, chicos, me gustaba y... no sé qué me pasa con él,- continué, mis palabras saliendo torpemente mientras intentaba darle sentido a mis emociones.
Ruslana no tardó en intervenir, su tono burlón y cariñoso a la vez.
-¿Qué te va a pasar? Que te gusta más que a Álvaro el azúcar,- dijo, sonriendo ampliamente.
-Es que es diferente con él, ¿no? Tiene algo que no sé explicar, chicos... No es como con los demás,-respondí, buscando en sus ojos algún tipo de confirmación o quizás un consejo.
Álvaro, siempre práctico, no perdió tiempo en sugerir la siguiente movida.
-Pues después de la fiesta, háblale por Instagram, ¿o qué? Y que se traiga a sus amigos,- insistió, con una chispa de entusiasmo en los ojos.
-No sé, ya me lo pienso,- respondí, aún inseguro, aunque una parte de mí sabía que no podría dejarlo así.
El ascensor llegó a su destino, y salimos, dirigiéndonos hacia la discoteca que habíamos elegido para esa noche. Estaba situada entre el apartamento y la playa, con tres salas grandes y una terraza al aire libre que prometía ser el lugar perfecto para rematar la noche. Entramos directamente a la barra, donde Álvaro, fiel a su estilo, ordenó la primera ronda de copas extrañas, comenzando con un brandy con Nestea.
Después de eso, nos dirigimos directamente a la pista de baile. La música pulsaba a través de los altavoces, y me sumergí en el ritmo, moviéndome con mis amigos, aunque mi mente estaba claramente en otro sitio. O más bien, en otra persona. A pesar del ambiente increíble y la energía desbordante, no podía dejar de pensar en Martin, en lo que había pasado y en lo que podría pasar después.
Alrededor de las 4:30 de la madrugada, el ambiente en la discoteca estaba en su punto máximo. Todos bailaban, riendo y disfrutando al máximo. Yo me sentía en una nube, como si todo estuviera finalmente en su lugar después de tanto tiempo. Esa noche estaba siendo más que perfecta.
Estaba bailando con Ruslana cuando sentí una mano en mi hombro. Me giré, esperando ver a Álvaro, pero me encontré con un desconocido.
-¿Quieres que te invite a algo, guapo?- dijo el tipo, sonriendo de manera que me hizo sentir incómodo al instante.
-No, gracias, estoy bien,-respondí, tratando de mantener la cordialidad mientras me giraba de nuevo hacia Ruslana, esperando que entendiera el mensaje.
El tipo no se dio por vencido.
-Ey, ¿seguro? Soy majo, si quieres salimos a fumar un rato,- insistió, acercándose más de lo necesario.
-No fumo, gracias,- corté, intentando mantener la compostura sin parecer grosero.
Pero él no se dio por vencido y, de repente, me agarró del brazo para girarme hacia él con más fuerza de la necesaria.
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we can't be friends
Roman d'amourEn la brisa salada del verano, Juanjo y Martin se encuentran en una playa remota donde el tiempo parece detenerse. Martin, un chico de ciudad con una pasión por la fotografía, y Juanjo, un chicos con las cosas poco claras, se ven atraídos el uno por...