Después de un día que había pasado en un abrir y cerrar de ojos, la noche finalmente había llegado. Me encontraba en el salón de mi apartamento, viendo cómo Álvaro, Bea y Ruslana se preparaban para salir. Había una energía palpable en el aire, la emoción de la noche se reflejaba en sus risas y bromas. Todos estaban impecables, listos para una nueva aventura nocturna.—¿Estás seguro de que no quieres venir, Juanjo? —me preguntó Ruslana mientras se retocaba el maquillaje frente al espejo.
—Sí, hoy paso —respondí con una sonrisa, recostado en el sofá—. Creo que necesito una noche tranquila.
Álvaro, que estaba ajustándose la chaqueta, me lanzó una mirada pícara.
—Claro, una noche tranquila... —dijo, alargando la palabra "tranquila" con un tono que dejaba claro que sabía exactamente a qué me refería.
—Sí, una noche tranquila —repetí, sin dejarme intimidar por su tono—. Pero de verdad, disfrutad vosotros. Ya me contaréis cómo ha ido mañana.
—Lo haremos —dijo Bea, acercándose para darme un abrazo antes de salir—. Nos vemos mañana, Juanjo.
Uno a uno, los tres se despidieron, y en pocos minutos, el apartamento quedó en silencio. Me quedé allí, escuchando el eco de sus risas mientras bajaban por las escaleras, hasta que el sonido de la puerta del edificio cerrándose me indicó que se habían ido.
Me quedé un rato en el sofá, disfrutando de la tranquilidad que había pedido, aunque en el fondo sabía que mi mente estaba en otro lugar. Martin. Desde que había salido del apartamento esa mañana, no había dejado de pensar en él. Cada vez que cerraba los ojos, lo veía sonriéndome, y ese simple pensamiento hacía que mi corazón se acelerara.
Finalmente, agarré mi teléfono y le mandé un mensaje.
"Oye, ¿te apetece venir a mi apartamento? Estoy solo y pensaba en pasar una noche tranquila... contigo."
Pasaron unos minutos que se me hicieron eternos antes de que su respuesta llegara.
"Ya salgo para allá. Nos vemos en un rato."
Sonreí al leer su mensaje y sentí una oleada de emoción recorrerme. Me levanté del sofá y fui a la cocina para preparar algo de beber, intentando que los nervios no me ganaran. Quería que todo saliera bien, que esta noche fuera tan especial como lo había sido la de ayer.
Pasaron unos veinte minutos, y justo cuando me estaba empezando a preocupar de que algo pudiera haber salido mal, escuché el timbre de la puerta. Fui hacia ella rápidamente y, al abrirla, allí estaba él, con esa sonrisa que me volvía loco y una mirada que me hacía sentir como si todo en el mundo estuviera en su lugar.
—Hola —dije, sintiendo que una sonrisa enorme se apoderaba de mi rostro.
—Hola —respondió Martin, entrando al apartamento y cerrando la puerta detrás de él.
Nos quedamos un momento en silencio, mirándonos, y luego, sin decir nada más, lo tomé de la mano y lo llevé hacia el salón. Nos sentamos en el sofá, y él se acercó, apoyando su cabeza en mi hombro. Sentir su calor tan cerca era reconfortante, y por un momento, simplemente disfruté de su compañía, en silencio.
—Me alegra que hayas venido —le dije finalmente, rompiendo el silencio.
—No podía decir que no —respondió Martin, levantando la cabeza para mirarme a los ojos—. Estaba deseando verte.
Sus palabras hicieron que una sensación cálida se extendiera por mi pecho. Me acerqué un poco más y lo besé, suave al principio, pero pronto el beso se hizo más profundo, más urgente. Todo el día había estado pensando en este momento, en cómo sería estar de nuevo con él, y ahora que lo tenía aquí, no quería desperdiciar ni un segundo.
ESTÁS LEYENDO
we can't be friends
RomanceEn la brisa salada del verano, Juanjo y Martin se encuentran en una playa remota donde el tiempo parece detenerse. Martin, un chico de ciudad con una pasión por la fotografía, y Juanjo, un chicos con las cosas poco claras, se ven atraídos el uno por...