Salimos del portal y el sol de mediodía nos golpeó con fuerza. Zaragoza estaba tranquila, como siempre a esas horas, y sentí una brisa suave que me despejó un poco. Martin estaba a mi lado, con esa energía contagiosa que siempre parecía llevar consigo.
Saqué el móvil mientras caminábamos por la calle. Tenía que avisar a los chicos de que Martin ya estaba aquí y que íbamos a quedar más tarde. Abrí el grupo de WhatsApp que compartía con Bea, Álvaro y Ruslana, y empecé a escribir rápidamente.
"Chicos, Martin está en Zaragoza. ¿Quedamos en el bar de siempre en un par de horas?"
Pulsé enviar y miré a Martin, que caminaba tranquilamente a mi lado, disfrutando del paseo. Sentí una especie de nerviosismo, no porque no confiara en que mis amigos lo aceptarían, sino porque esto ya era un paso más en todo lo que estábamos construyendo. Presentarlo oficialmente al grupo significaba algo... aunque todavía no sabía muy bien cómo definir ese "algo".
—He escrito a los chicos para que nos veamos en el bar de siempre en un rato —le dije, guardando el móvil en el bolsillo.
Martin me sonrió, relajado.
—Genial, tengo ganas de quedar con ellos. Siempre me hablas tan bien de ellos.
Me encogí de hombros, intentando quitarle importancia.
—Ya verás, te van a caer bien.
Seguimos caminando, recorriendo las calles que ya conocía de memoria, pero que, al tenerlo a mi lado, parecían casi nuevas, como si viera todo con una perspectiva diferente. A veces lo miraba de reojo, y la simple idea de que Martin estuviera aquí, en mi ciudad, con mis amigos cerca, hacía que todo se sintiera más real. Era una sensación extraña, como si de alguna manera nuestros mundos se estuvieran entrelazando de una forma más profunda.
Mi móvil vibró en el bolsillo. Lo saqué y vi que era Álvaro quien había respondido al mensaje.
"¡Qué guay! Nos vemos en un rato, avísanos cuando estéis cerca."
Sonreí, sintiéndome un poco más tranquilo. Sabía que todo iba a ir bien, pero una parte de mí seguía alerta. Martin no era solo cualquier chico, y este encuentro no era cualquier cosa. Era algo que marcaba el comienzo de algo más grande, y aunque me emocionaba, también me daba vértigo.
—Ya han confirmado, nos vemos allí en un rato —le dije a Martin mientras seguíamos caminando. Me miró y sonrió, poniendo una mano en mi espalda de manera casual, pero reconfortante.
Había algo en su contacto que me calmaba, como si me dijera sin palabras que no tenía de qué preocuparme. Y, por un momento, me dejé llevar por esa seguridad que parecía transmitir, deseando que esta tarde fuera el comienzo de algo realmente bueno para los dos.
Cuando llegamos al bar, ya podía ver a Bea, Álvaro y Ruslana sentados en la terraza, riéndose de algo. La visión me tranquilizó un poco. Todo iba a ir bien. Caminamos hacia ellos, y justo cuando me estaba preparando para las presentaciones, algo me hizo detenerme en seco. Ahí estaba Adrián, sentado en la mesa de al lado, con esa sonrisa cínica que me hacía sentir como si todo el aire hubiera sido succionado de mis pulmones.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. No le había dicho nada a Martin sobre Adrián más allá de lo básico, y ahora todo esto... iba a ser incómodo. Me tensé al instante. Sentía la presión acumulándose en mi pecho.
—¿Es él? —Martin susurró a mi lado, notando mi incomodidad.
—Sí —respondí, sin ganas. Sabía que lo había reconocido al instante.
Antes de que pudiera decir algo más, Adrián nos vio y se levantó, caminando directamente hacia nosotros con esa confianza que siempre había odiado. Mis amigos en la mesa parecieron percibir el cambio de atmósfera y se quedaron callados, observando desde su sitio.
ESTÁS LEYENDO
we can't be friends
RomanceEn la brisa salada del verano, Juanjo y Martin se encuentran en una playa remota donde el tiempo parece detenerse. Martin, un chico de ciudad con una pasión por la fotografía, y Juanjo, un chicos con las cosas poco claras, se ven atraídos el uno por...