Me desperté lentamente, con los primeros rayos de sol filtrándose por la ventana, acariciando mi rostro. Estaba envuelto en el suave calor de las sábanas, y por un segundo, me quedé inmóvil, tratando de recordar dónde estaba. Giré la cabeza y vi el espacio vacío a mi lado. Martin ya no estaba en la cama.
El silencio de la mañana me envolvía, solo roto por el sonido lejano de las olas que llegaban desde la playa. Me estiré, sintiendo la relajación en cada músculo, y luego, sin pensar demasiado, me levanté. Al darme cuenta de que no llevaba camiseta, me encogí de hombros. No había nadie más despierto, y el apartamento estaba tranquilo.
Caminé descalzo por el pasillo, el frío del suelo de mármol me devolvió por completo a la realidad. Al llegar a la sala, me encontré con una escena que me hizo sonreír. Martin estaba en la cocina, de espaldas a mí, concentrado en lo que parecía ser una improvisación culinaria. Tenía el cabello ligeramente despeinado, y se movía con una tranquilidad que casi me hacía olvidarme de la noche anterior.
El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el sutil olor de algo que se cocinaba en la sartén. No quería romper el silencio, así que me quedé apoyado en el marco de la puerta, observándolo. Sus movimientos eran suaves, como si estuviera en su propio mundo. Era la primera vez que lo veía tan sereno, tan... normal. Sin la chispa de la noche, sin el coqueteo constante. Solo él, en su rutina, en un espacio donde se sentía cómodo.Finalmente, me acerqué sin hacer mucho ruido. Él giró la cabeza al oírme, y una sonrisa pequeña pero cálida apareció en sus labios.
—Buenos días —murmuré, mi voz apenas un susurro para no romper la calma.—Buenos días —respondió Martin, con ese tono suyo que era como una caricia. Sus ojos recorrieron mi torso desnudo por un momento, antes de volver a lo que estaba haciendo—. ¿Te apetece un poco de desayuno? Estoy improvisando, pero creo que no está mal.—Suena perfecto —contesté, apoyándome en la isla de la cocina y mirándolo con atención.
No había necesidad de palabras. El ambiente era tan cómodo, tan familiar, que el silencio hablaba por sí solo. Observé cómo se movía con soltura entre los utensilios de cocina, como si hacer el desayuno para dos fuera algo que había hecho mil veces antes. De fondo, se escuchaba el suave ronquido de alguno de los amigos que seguían dormidos en el salón, recordándome que el mundo seguía girando a nuestro alrededor.
Finalmente, Martin sirvió dos tazas de colacao y me pasó una, nuestras manos rozándose brevemente. Tomé un sorbo, disfrutando del calor que me recorría el cuerpo. Él se apoyó en el mostrador frente a mí, y por un momento, nos quedamos así, simplemente compartiendo el silencio y la tranquilidad de la mañana.No sabía qué iba a pasar después de esto, ni siquiera sabía si debíamos hablar de lo que había ocurrido entre nosotros. Pero en ese momento, no importaba. Estábamos juntos, compartiendo un desayuno en calma, y por ahora, eso era suficiente.
Me despedí de Martin después de desayunar con una mezcla de emociones que no terminaba de entender del todo. Habíamos compartido algo más que una simple noche juntos, pero a la vez, no había necesidad de ponerle nombre a lo que fuera que éramos ahora. Mientras me ajustaba la camiseta y tomaba mi teléfono de la mesa, él se acercó, sonriendo de esa manera que me hacía sentir un extraño cosquilleo en el estómago.
—Nos vemos pronto, ¿no? —dijo, su tono era tranquilo, pero sus ojos decían algo más.—Claro, nos vemos pronto —respondí, intentando no darle demasiadas vueltas a la situación.Le di un último vistazo antes de salir por la puerta, tratando de grabar en mi mente esa imagen de él apoyado en el marco de la cocina, con el sol de la mañana iluminando su rostro.
Caminé de regreso a mi apartamento, sumido en mis pensamientos. La brisa fresca de la mañana me ayudó a despejar un poco la mente, aunque no pude evitar volver una y otra vez a lo que había pasado anoche. Había algo en Martin, en su manera de ser tan intensa y tan relajada a la vez, que me tenía enganchado de una forma que no había experimentado antes. Pero, a la vez, no podía dejar de pensar en lo complicado que todo podía volverse. La noche había sido increíble, sí, pero ¿qué significaba todo esto?Llegué a mi apartamento, todavía perdido en mis pensamientos. Abrí la puerta con cuidado, esperando encontrar a Álvaro y a los demás todavía en sus habitaciones, recuperándose de la noche anterior. Pero lo que encontré al entrar en mi habitación fue una sorpresa total.
Álvaro estaba en mi cama, pero no estaba solo. Paul, uno de los chicos que habíamos conocido anoche, estaba con él, y no hacía falta ser un genio para entender lo que había pasado entre ellos. Estaban enrollados bajo las sábanas, enredados el uno con el otro, completamente ajenos a mi presencia en la puerta.
Me quedé congelado en el marco de la puerta, sin saber si debería decir algo o simplemente darme la vuelta y dejarles tranquilos. Pero fue en ese momento que Álvaro levantó la cabeza y me vio. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.
—Ey, Juanjo... —dijo, con la voz todavía ronca por el sueño—. Buenos días.
Paul levantó la cabeza también, mirándome con una mezcla de vergüenza y diversión.
—Lo siento, no queríamos... invadir tu espacio —dijo Paul, con una media sonrisa.No pude evitar soltar una risa nerviosa, más por el shock de la situación que por otra cosa.—Bueno, creo que no me esperaba esto —respondí, rascándome la nuca mientras intentaba no parecer demasiado incómodo.—¿Cómo te fue anoche? —preguntó Álvaro, sus ojos brillando de curiosidad mientras se incorporaba, aún cubierto por las sábanas.
Suspiré y sonreí, sacudiendo la cabeza.
—Podemos decir que fue... interesante —respondí, sin querer entrar en demasiados detalles con ellos justo ahora.—Pues parece que ambos tuvimos una noche movida, ¿eh? —Álvaro rió, compartiendo una mirada cómplice con Paul.
Asentí y di un paso atrás, sabiendo que lo mejor sería darles algo de privacidad.
—Voy a darme una ducha —dije, intentando sonar casual—. Os dejo un rato más... para que terminéis de... ya sabéis.
Ambos rieron suavemente mientras yo cerraba la puerta de mi habitación, todavía procesando todo lo que había pasado en las últimas horas. Mientras me dirigía al baño, no pude evitar pensar en cómo de surrealista se había vuelto la vida de repente. Anoche había sido increíble, pero ahora, todo lo que quería era un momento para pensar, para intentar ordenar mis ideas.
¿Se quedaría en una noche?¿Yo le gustaba tanto como para repetir? ¿Habíamos conectado como yo pensaba o solo me lo estaba imaginando todo? ¿Cómo oleran mis sabanas después de la noche de Álvaro y Paul? ¿Donde las lavo si no tenemos lavadora?
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Hola amores! Hoy estoy bastante inspirada así que igual os subo un par de capitulos hoy. ¿Qué os está pareciendo? Contadme ¿cambiariais algo? cualquier opinion es bienvenida, os quiero mucho <3
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we can't be friends
RomanceEn la brisa salada del verano, Juanjo y Martin se encuentran en una playa remota donde el tiempo parece detenerse. Martin, un chico de ciudad con una pasión por la fotografía, y Juanjo, un chicos con las cosas poco claras, se ven atraídos el uno por...