mamichula - trueno y nicki Nicole

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La pista de baile estaba llena de luces parpadeantes y cuerpos en movimiento, creando una atmósfera que vibraba con energía y ritmo. La música retumbaba a través de los altavoces, y todo parecía sumido en una especie de euforia colectiva. Yo estaba en medio de la pista con Bea y Ruslana, ambas moviéndose al compás con entusiasmo. Álvaro estaba un poco más allá, en su propio mundo, pero se notaba que estaba disfrutando. La noche estaba tomando un buen giro, y aunque todavía pensaba en Martin, intenté concentrarme en pasarla bien con mis amigos.

Vi a Martin en la barra, con su grupo de amigos, todos riendo y disfrutando. Era imposible no notar cómo destacaba, con su sonrisa que parecía iluminar la oscuridad de la discoteca. Decidí que era hora de aprovechar el momento y divertirme un poco más. Me volví hacia mis amigos, que estaban enérgicos y listos para seguir.

—¡Chicos! ¡Vamos a bailar! —les grité, tratando de elevar la energía del grupo.

—¡Sí! ¡Vamos! —exclamó Bea, con una sonrisa amplia mientras movía las caderas al ritmo de la música.

Nos dirigimos hacia la pista, donde el calor y la vibración de la música nos envolvieron por completo. Empezamos a bailar, dejándonos llevar por el ritmo. Me sumergí en el momento, sintiendo la música y olvidándome de todo lo demás. La pista estaba llena, pero aún había un espacio donde nos movíamos con libertad. Nos reíamos, nos empujábamos ligeramente y disfrutábamos de la compañía.

Después de un rato, sentí un leve cosquilleo en la nuca, como si alguien estuviera cerca. Me volví y ahí estaba Martin, moviéndose con confianza y sensualidad, con su mirada fija en mí. Mis latidos se aceleraron de inmediato. No podía creer que estaba aquí, en la misma pista de baile que yo.

Martin se acercó por detrás, y la proximidad me hizo sentir una mezcla de anticipación y excitación. Se movía al ritmo de la música con una gracia que me desarmaba. Sus movimientos eran sensuales y deliberados, como si supiera exactamente lo que hacía. Su cuerpo estaba a solo unos centímetros del mío, y sentí su calor a través de la tela de mi camiseta.

De repente, Martin empezó a moverse en sincronía con mis movimientos, como si estuviéramos conectados de alguna manera. Sus manos rozaron mi cintura, y su cuerpo se acercó más, lo suficiente para que pudiera sentir su aliento en mi cuello. La sensación me hizo estremecer, un cosquilleo que recorrió mi espalda.

—¿Te gusta lo que ves? —me susurró Martin en el oído, su voz grave y seductora.

No pude evitar sonreír, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Su proximidad era abrumadora y me hacía olvidar todo lo que había estado pensando antes. Solo existía el momento y la conexión que estábamos compartiendo.

—Claro que sí —le respondí, tratando de mantener la calma pero sintiendo cómo mi respiración se aceleraba.

Martin se movió con aún más sensualidad, sus movimientos perfectamente sincronizados con los míos. La pista de baile parecía desaparecer a nuestro alrededor, dejándonos en nuestra propia burbuja de intimidad. Cada roce de su cuerpo contra el mío me hacía desear más, y la energía entre nosotros era palpable.

Mientras bailábamos así, no pude evitar notar cómo nuestras miradas se mantenían fijas, un intercambio silencioso de deseos y atracción. La música seguía sonando, pero para mí, el ritmo de nuestros cuerpos era lo único que importaba.

La noche seguía su curso, pero en ese instante, solo existía Martin y yo. Cada paso, cada roce, cada mirada intensificaba el momento, y no podía imaginar un lugar donde quisiera estar más que aquí, con él.

La pista de baile seguía vibrando con el ritmo de la música, y la energía era palpable. Había estado bailando con mis amigos durante horas, y me sentía enérgico, casi eufórico. La música, las luces y la compañía creaban una atmósfera que me hacía sentir completamente vivo. Sin embargo, la diversión no se detuvo por mucho tiempo.

we can't be friendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora